El Grand Slam Track, la ambiciosa liga de atletismo que se presentó como una revolución para el deporte con un montante total de premios de 12,6 millones de dólares, se ha declarado oficialmente en bancarrota, poniendo en pausa su proyecto apenas un año después de su lanzamiento.
La competición, impulsada inicialmente con un supuesto respaldo de 30 millones de dólares encabezado por Winners Alliance —organización presidida por el multimillonario Bill Ackman—, nunca llegó a contar realmente con esos fondos. Así lo reveló The Athletic, contradiciendo la imagen de solvencia que la liga había promocionado en su debut.
Durante la primavera de 2025, Grand Slam Track logró celebrar tres reuniones atléticas, pero canceló abruptamente la cuarta y última, programada en Los Ángeles. Aunque la organización negó en un principio cualquier dificultad económica, el fundador y comisionado de la liga, Michael Johnson, reconoció más tarde que la retirada inesperada de un inversor clave en abril de 2025 provocó “un problema de flujo de caja muy, muy serio”.
Según informa Citiud Mag, medio asociado al Grand Slam Track, a lo largo del otoño la liga consiguió financiación de emergencia de hasta ocho cifras para intentar estabilizarse. En octubre efectuó un pago de 5,5 millones de dólares a los atletas —aproximadamente la mitad de lo adeudado— y abrió negociaciones con proveedores para reestructurar deudas. Aun así, la organización mantiene un pasivo estimado de 19 millones de dólares, entre premios pendientes y costes operativos.
Johnson ya ha adelantado que no habrá temporada 2026 a menos que se liquiden por completo todas las obligaciones económicas, dejando en suspenso el futuro de una liga que prometía transformar el atletismo profesional.
