Desde junio de 2023 no me subía a un podio por un problema de ansiedad que no me dejaba terminar las carreras ni muchos entrenamientos. Y fue el domingo 28 de enero de 2024 el día que lo volví a hacer, pero esta vez con alguien más, con mi mejor amiga que el lunes había fallecido.
Ella fue la que en esta época no dejó de creer en mí ni un solo momento, la que vino desde Castellón a Madrid en mi último cumpleaños para estar conmigo, y la que a partir de ahora me acompañará en cada carrera.
El día anterior a que a Alba Cebrián le diesen dos infartos, ella misma me comentó que fuese a la Media Maratón de Castellón y que me alojase en su casa con mi segunda familia, pero yo no quería ir porque sabía que me faltaba mucho entrenamiento y no estaría entre las ganadoras.
Al día siguiente, estaba en la oficina, y de repente recibí las llamadas de su padre, Fernando, sus mensajes... A partir de entonces entré en un sueño, del que no logro despertar, no llego a asumir la realidad. Ese día la ansiedad en medio de la oficina hacía que iniciase una semana en la que apenas he dormido y he tenido que seguir con mi jornada laboral y sacando los entrenamientos, y esto se debe a que, a pesar de que no iba a ir, ese día no tuve duda absoluta de que el destino justo puso la Media Maratón de Castellón esa semana porque tenía que correr por ella, en su tierra, lo que ella hubiese querido y que mantuvo la ilusión de su familia y la mía durante toda la semana para seguir adelante y luchar como lo hizo ella hasta el lunes 22. Ese día compré una estrella y la llamé como ella, y decidí comprar dos collares de una estrella; uno para Laura, su hermana (y ahora la mía) y otro para mí, para que Alba nos uniese en la distancia y nunca se sintiese sola.
Ese viernes por la noche que llegué a Castellón, Fernando, su padre, que me esperaba al llegar en tren, me preguntó si no me importaba llevar el lazo rosa que Alba llevaba en las carreras ya que su madre, Rosario, sufre cáncer de mama, y ha sido para mí un honor llevarlo puesto en mi corazón, donde reside ella, y que decidí llevar junto al collar en el bolsillo y la cinta de Ramiro Matamoros en mi cabeza.
El sábado fuimos a visitarla al cementerio y a comer juntos y por la tarde tuvimos una acogida maravillosa por parte de la organización en la recogida del dorsal, los ojos de Rosario volvían a brillar.
Como me faltaban muchos entrenamientos y carreras y sabía que había padecido el problema de ansiedad y una falta de sueño importante, mi aspiración a hacer marca era nula, yo lo único que quería era cruzar la meta por ella, hacia la que Fernando me había prometido que me acompañaría los últimos 500 metros, que correría con Nosotras.
Como me faltaban muchos entrenamientos y carreras y sabía que había padecido el problema de ansiedad y una falta de sueño importante, mi aspiración a hacer marca era nula, yo lo único que quería era cruzar la meta por ella.
Sí, sufrí algunas subidas, la gente me preguntaba que si me había costado "ir sola sin grupo" pero yo sabía que Alba estaba conmigo, realmente estaba acompañada. Llegando al final, detuve mi mirada en Fernando, quedaban 500 metros, cuando los corredores de al lado me preguntaban por qué llegando tercera a 500 metros me paraba, Fernando ya salía, me daba la mano, y entraba contigo en meta.
Al podio de tercera en la Media de Castellón y primera senior subimos dos, Alba, y yo, y a partir de ahora subirá conmigo en cada carrera. Para mí, más que haber hecho de nuevo un buen tiempo o el trofeo, el mayor premio que me llevo es haber visto sonreír así a Rosario, a Laura y haber podido compartir con Fernando de la mano y entre lágrimas esos últimos 500 metros que nos han acercado un poquito más al cielo.