A Juan Miguel Esteban Aceituno la vida le colocó en prisión con una condena de catorce años. Lleno de rabia por una situación que no esperaba y consideraba injusta, Juan Miguel, entonces culturista, empezó a correr girando en el pequeño patio de la cárcel. Contactó con Martín Fiz desde prisión y uando pudo salir por primera vez de permiso después de siete años, corrió varios kilómetros en línea recta y no pudo contener las lágrimas. Hoy, muchos maratones después, Juanmi es un hombre libre y un deportista feliz.