Según han informado varios medios de comunicación a lo largo de la semana, una mujer que practicaba deporte a primera hora en el Parque Fluvial de Gijón habría sufrido una violación después de ser atacada por un hombre del que apenas pudo proporcionar una descripción física. Según informa El Comercio, "los agentes de la Brigada de la Policía Científica que inspeccionaron de forma minuciosa el terreno donde se consumó la violación sí habrían encontrado pruebas y evidencias que arrojen luz a la investigación y puedan determinar su ADN".
Se trata de una nueva agresión que, esta vez y de forma fatídica, ha acabado de la peor forma posible. Un ejemplo más de la inseguridad que viven las mujeres cuando salen a hacer deporte, pero también al ir a trabajar o al acercarse a un cine para disfrutar de una tarde con amigos. Sin duda alguna, este y otros muchos casos deberían hacernos reaccionar como sociedad ante una lacra que impide que, mujeres como la que protagonizan esta noticia, no puedan salir a disfrutar de su deporte favorito (y de su vida, a fin de cuentas) con total libertad y tranquilidad.