Vamos a empezar por vetr las causas que pueden originar una rotura de fibras.
1. La práctica en ambientes fríos que provoca menor riego sanguíneo. Por eso es tan importante el calentamiento, así como los ejercicios de coordinación previos, especialmente cuando la temperatura es menor a los 15 grados. Estira diariamente, porque mejorar las capacidades viscoelásticas y contráctiles de los músculos.
2. La fatiga y las sobrecargas, por ello hay que prestar especial atención al descanso y evitar entrenamiento en fatiga. Las fibras musculares tras un entrenamiento necesitan horas e incluso días de descanso para poder responder de nuevo con garantías de éxito.
3. Si sigues con molestias puedes tener un desequilibrio muscular que influye directamente sobre la zona en la que has sufrido la rotura de fibras. Por ejemplo, si es el gemelo el desequilibrio puede estar entre isquiotibiales, cuádriceps y gemelos. Para descartar esta causa haz una preparación física dirigida a trabajar el equilibrio muscular, tanto de la musculatura agonista como de la antagonista de tus tobillos, rodilla, cadera….’y de todo el cuerpo!. El programa debe incluir ejercicios de fuerza, de resistencia, de velocidad y de flexibilidad.
- Otra causa es la realizar ejercicio físico cuando se produce un proceso de infeccioso que puede ser bucal, bucofaríngeo o de cualquier otra índole. Recuerda que hasta que no te hayas recuperado completamente de esa infección no deberías reanudar tu práctica deportiva.
Es importante seguir una alimentación equilibrada y tomar bebidas isotónicas durante el esfuerzo, con sodio, potasio y magnesio, especialmente en entrenamientos de duración superior a una hora y en condiciones de calor y humedad elevados. Nada más suceder la rotura lo mejor es pararse de inmediato. En las primeras 48-72 horas lo mejor es guardar reposo total con hielo (20 minutos cada 2 horas) y evitando el masaje o tocar la zona lesionada porque esto favorece la aparición de más hematoma. Un vendaje compresivo y elevar la extremidad ayudarán a bajar la inflamación y a favorecer la cicatrización de los tejidos dañados. Cuando la lesión va mejorando es momento de rehabilitar la musculatura con la ayuda de un fisioterapeuta que aplique infrarrojos, onda corta, masaje y otras técnicas fisioterápicas para recuperar la capacidad contráctil y elástica inicial.