Salud

Hernán Silván: "Cuando salgo a correr me la pongo. Y tú: ¿Te la pones?"

El Responsable del Área de Medicina Deportiva de Corredor nos habla sobre la tremenda importancia del uso de la mascarilla cuando salimos a correr.

Alberto Hernández

8 minutos

El doctor Hernán Silván, antes del confinamiento, cuando la mascarilla solo estaba circunscrita a su actividad profesional. | Foto: Bárbara Sánchez Palomero

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Médico, fondista con 45 años de zancadas en la memoria y, sobre todo, profesional socialmente comprometido que, desde que estalló la pandemia de la COVID-19, ha dedicado su tiempo a estudiar minuciosamente la enfermedad, especialmente los factores que más pueden afectar a los que comparten su pasión. Desde principios de mayo ha vuelto a salir a correr. Con mascarilla, siempre.

Es un elemento que, ojalá nos equivoquemos, va a estar con nosotros una temporada larga. Aun así, muchos tenemos un jaleo importante en la cabeza respecto a su uso. Ya que estamos en esta web, barramos para casa: ¿Cuál es la mascarilla ideal para salir a correr?

La quirúrgica. Me la pongo yo para no contaminarte, y te la pones tú para no contaminarme. Por tanto, es la más solidaria; algo muy importante en una pandemia. Además, es ligera, homologada, fácil de manejar, disponible tanto en farmacias como en supermercados, y desechable. Este mes de mayo, la prestigiosa revista médica Nature Medicine ha publicado un estudio interesantísimo donde se demuestra que este tipo de mascarilla proporcionaba cero contagios frente al virus SARS-Cov-2, comparado con el grupo que no la llevaba. Si, llevando este tipo de mascarilla, sentimos falta de aire al correr, probablemente aún no estamos preparados para esta actividad y lo aconsejable es andar.

¿Hay que cambiar de modelo si cambiamos de entreno? Vamos, que si nos ponemos la misma para rodar y hacer series.

No. Esta mascarilla quirúrgica es muy ligera. Para correr tiene otra gran ventaja, y es que su triple capa deja pasar el aire mucho más que los otros tipos de mascarilla. Por tanto, para rodar suave y rápido es la más aconsejable. Por el contrario, al acabar un entreno exigente la vamos a notar bastante humedecida y es el momento de desecharla. Nunca repetimos sesión con ella, ni la utilizamos para la calle después de usarla entrenando. Hay un estudio promovido por el Ministerio de Sanidad y el Consejo Superior de Deportes que dice que correr con mascarilla quirúrgica a nivel del mar sería como hacerlo sin mascarilla a unos 400 metros de altura. Y se me ocurre pensar en aquellos maratonianos valencianos que venían, en masa, a correr la Maratón Popular de Madrid, en los años noventa, antes de que la de su ciudad se pusiera de moda. Elegían, encantados, correr la distancia mítica en la capital de España, sabiendo que su esfuerzo transcurriría a 667 metros de media de altitud sobre el nivel del mar. ¿Se trataba de superhombres o es que había menos tontería?

El doctor Hernán Silván con el modelo de mascarilla quirúrgica con el que siempre sale a correr.

De hecho, ha llegado a nuestros oídos que, los primeros días que nos dejaron correr al aire libre, hiciste tu propio “estudio casero” probando distintos modelos y, la verdad, no se pierde tanto respecto a “los viejos tiempos”.

Sí, así lo hice. En primer lugar, quiero decir que mi rutina semanal antes de la pandemia contenía rodajes a ritmo de cuatro minutos ‘pelaos’, dos veces por semana, y solía completar así doce kilómetros. Un test crítico post-pandemia podría ser para mí rodar siete kilómetros a cuatro treinta. Y lo intenté tres días separados, usando tres tipos de mascarilla. El primer día usé la quirúrgica y, para mi sorpresa, lo completé con buenas sensaciones, sintiendo que llevaba algo parecido a la braga que nos ponemos en invierno para proteger nariz y garganta. Hubiera podido ir más rápido, la verdad. El segundo día me puse el tipo de mascarilla que usamos los médicos en consulta. Es una EPI que llamamos KN-95 porque ese es el porcentaje mínimo de partículas filtradas que consigue. Tiene cinco filtros, y se nota firme y densa cuando se ajusta a la cara. En el kilómetro tres llevaba tal “globo” que tuve que irme a ritmo de cinco minutos veinte para poder terminar el reto. Supongo que la cantidad de dióxido de carbono acumulado me estaba frenando en seco. No hay que ser muy listo para concluir que esta mascarilla no es adecuada para correr. El tercer día, usé una FFP2 con válvula de exhalación. A diferencia de las anteriores, esta es poco solidaria, pues la válvula saca afuera todo tu aire viciado, y si alguien está cerca se lo está comiendo entero. Para correr rápido es sencillamente la mejor. Y si llevara otra válvula más sería perfecta. Corría a cuatro veinte el kilómetro con muy buenas sensaciones. Desde el punto de vista deportivo, es la mejor para uno mismo. Desde el punto de vista ético, no es la mejor opción cuando hay gente cerca.

La opinión popular viene a ser: “Correr con mascarilla es un agobio”. ¿Algo que puedas decir para rebatirlo?

Estamos en una pandemia, ¿hay alguien por ahí que aún no se haya enterado? Es un momento extraordinario en nuestras vidas y, ojalá, no vuelva a repetirse. Un pequeño esfuerzo de varios meses o, incluso un año, no debería ser un agobio para nadie en su sano juicio. Si el médico te aconseja dejar de fumar, beber o comer grasas tras sufrir un infarto y, por no hacer caso, te mueres, esto solo te atañe a ti. Es tu decisión y solo tú eres el perjudicado. Pero, en una epidemia como la que padecemos ahora, tu comportamiento influye extraordinariamente sobre los demás. Lo que tú hagas mal, mata. Y esto no se arregla aplaudiendo desde tu balcón, sino siendo solidario. Salvo que vivas en una isla desierta o en un monte, lejos de la civilización, deja de pasear la mascarilla y llévala puesta. También para correr.

Confieso que he corrido: 45 años lleva el doctor gastando suela. | Foto: Bárbara Sánchez Palomero

Otro tema candente. La distancia de seguridad…Como diría Chiquito, se mueve más que los precios. ¿Cuál es la ideal?

Pero se mueve siempre hacia mayor distancia, nunca hacia menor. El estudio-modelo que se viene aconsejando seguir es el de las universidades Católica de Lovaina y Politécnica de Eindhoven, que aconseja diez metros entre corredor y corredor, nunca en fila india para evitar el ‘efecto rebufo’, y quince entre ciclistas de cierto nivel. Como se venían aconsejando dos metros para paseantes y sentados en terrazas, lo de cinco veces más para los que corremos se antoja difícil de cumplir y puede parecer un poco exagerado. Es lo que se sabe en estos momentos. Y decía antes que la distancia cotiza al alza porque otro estudio más reciente, publicado en la revista Physics of Fluids,determina que, según la velocidad del viento, las gotículas de saliva que expulsamos cuando hablamos o respiramos fuerte pueden irse con facilidad hasta seis metros sin percibirse como verdaderos ‘perdigones’ por el interlocutor. Y ahí es dónde sabemos que se transporta este virus.

Ves a la gente que la lleva en la mano a modo de pulsera, en el cuello, en la cabeza como una diadema, colgando de la flexura del codo (aquí era lo de estornudar, amigo), o la lleva en el bolsillo (como les recomendó el experto ministerial). Si en dos o tres semanas ya nos la ponemos tapando nariz y boca, ¡va a ser la leche!

Dijo Fernando Simón que el cruzarse con alguien no implica riesgo de contagio. Entonces, si no corremos al lado de una persona que reside con nosotros, ¿por qué llevar mascarilla?

En esta pandemia se han dicho y hecho tantos disparates en nombre de la ciencia, que otro más ya le deja a uno indiferente. Aún así, debemos ser indulgentes. Cuatro docenas de malas tardes las tiene cualquiera, ¿no? Y dicho esto, voy a aclarar algo curioso que sucede muy a menudo a los humanos. Resulta que, sin parar, nos pasamos toda nuestra vida inhalando y exhalando aire, y gracias a esto nuestras células disponen de oxígeno, y ello nos da la vida. Hay altas probabilidades de que, cuando me cruzo con otra persona, la pille en fase de inhalación o exhalación de aire. Y en mi caso, sucederá lo mismo. Esta, y no otra, es la forma de contagio de un virus que se mueve por gotículas aerotransportadas. Lo que me suelta el otro a la cara, o yo pueda soltarle a él, solo se para con mascarilla o con una gran distancia social; circunstancia, esta última, que es difícil de cumplir en grandes ciudades. Y no olvidemos que, en España, el 85% de la población reside en este tipo de vecindario.

¿Hay algún caso en que desaconsejes su uso?

Sí. Y el primero que lo dijo fue el coordinador de alertas del Ministerio de Sanidad. Los que tengan problemas respiratorios (bronquíticos, asmáticos, etc.) y los que padezcan ataques de ansiedad. En estos casos, yo aconsejaría que probaran con la pantalla facial protectora. En cualquier caso, este tipo de personas es obvio que no van a correr. El tercer supuesto que daba el experto ministerial era el de atletas de alta capacidad. Este caso, también es obvio, que no se refiere a corredores. Creo que indica otro tipo de deportes donde una mascarilla puede ser implicar cierto peligro (gimnastas, trampolín, etc.) por el propio desarrollo de la pirueta o el gesto concreto.

Hernán (último en la diapo) fue uno de esos guerreros de la asfalto que plantó batalla en los 80 y los 90... ¡Sin sufrir una sola lesión! | Foto: Bárbara Sánchez Palomero

Y al revés, ¿cuándo deberíamos llevarla sin discusión?

Durante una temporada, los ciudadanos de este planeta nos vamos a tener que ir acostumbrando a llevarla siempre que estemos fuera de casa. No hay un tratamiento gold standard para esta COVID-19. Tampoco hay una vacuna. Mientras, los contagios no ceden por todo el mundo. En España no debemos relajar las medidas de higiene, distancia social y uso de mascarilla, todo ello junto. En este sentido, algo ha cambiado en la población española desde el día 2 de mayo, cuando nos dejaron salir a hacer actividad física al aire libre, hasta ahora. Ya salimos a la calle a pasear, correr o montar en bici con la mascarilla. Hemos dado el primer paso. Ves a la gente que la lleva en la mano a modo de pulsera, en el cuello, en la cabeza como una diadema, colgando de la flexura del codo (aquí era lo de estornudar, amigo), o la lleva en el bolsillo (como les recomendó el experto ministerial). Si en dos o tres semanas ya nos la ponemos tapando nariz y boca, ¡va a ser la leche!

Eres sanitario y te desenvuelves con mascarilla y guantes como un virtuoso.  Para los torpes: ¿Algún consejo estrella? (Es que todos las personas cuestionados al respecto confiesan tocar la goma o el cuerpo de la mascarilla varias veces en cada entrenamiento).

Mi consejo principal es que para ponerte la mascarilla, y antes de retirarla, las manos deben estar bien limpias. Luego manejar la goma desde atrás hacia delante y viceversa. No se debe tocar la superficie anterior. Es difícil sentir un picor en la cara o en la oreja y no tocarse, lo admito. Llevar gel hidroalcohólico para darse en las manos, antes o después de tocarte o tocarla, puede ser una buena solución. Hace un mes hice un video recomendando usar mascarilla y guantes para salir a correr. Reconozco que, como sanitario, me viene muy arriba y exigí a los demás algo muy difícil de realizar (y, a la vez, cotidiano para nosotros los médicos) como es llevar guantes. Mascarilla, puesta correctamente, y una botellita de gel limpiador, es una recomendación mucho más realista. Mea culpa.

La clave del periodismo versión Les Luthiers: "Tener el teléfono del que sabe". Por eso a menudo marcamos el número de Hernán Silván. | Fotos: Bárbara Sánchez Palomero

Si solo pudieses elegir una mientras entrenas: ¿Mascarilla o distancia social?

Esta es una pregunta trampa. Es como: ¿A quién quieres más a tu mamá o a tu papá? La respuesta es: A los dos, por igual. Si estuviera corriendo en mi pueblo (Almorox, 2.105 habitantes), por Las Tablas, El Pinar, el Camino de Cadalso, la Carretera de Cenicientos o la Carretera de Paredes de Escalona, me cruzaría con una o dos personas en un trayecto de quince kilómetros y recurriría solo a la distancia social. Pero vivo en Madrid (3.275.195 habitantes), y hasta que llego al idílico bosque de la Casa de Campo, corriendo desde mi casa, me cruzo con unas doscientas personas. Aquí llevo siempre mascarilla, y no por ello olvido la distancia social, evitando el cruce directo.


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