Juegos Olímpicos de París 2024

Farsa olímpica en París

Los Juegos de la XXXIII Olimpiada no serán los mejores de la historia. El veto del COI a la participación de Rusia y Bielorrusia entraña y desarrolla una política de doble rasero que además ha terminado por alentar una estrategia que atenta contra principios básicos recogidos en la Carta Internacional de Derechos Humanos de la ONU.

Sergio Hernández-Ranera

11 minutos

De izquierda a derecha, Anne Hidalgo (alcaldesa de París), Thomas Bach (presidente del COI) y Eric Garcetti (alcalde de Los Ángeles hasta 2022). ALAMY

Los Juegos de la XXXIII Olimpiada no serán los mejores de la historia. El veto del COI a la participación de Rusia y Bielorrusia entraña y desarrolla una política de doble rasero que además ha terminado por alentar una estrategia que atenta contra principios básicos recogidos en la Carta Internacional de Derechos Humanos de la ONU. La gestión del deporte mundial está más politizada que nunca y atiende ya a una lógica de confrontación de bloques donde los intereses de los deportistas son lo de menos. En medio de la explosiva coyuntura internacional y del riesgo de una amenaza terrorista para el país anfitrión, la actitud belicista del Gobierno francés en pro de una escalada del conflicto armado en Europa y las declaraciones amenazantes de ciertos representantes del comité organizador no añaden sino tensión a la situación.

CONTEXTO Y PROCEDIMIENTO

Rusia y Bielorrusia tienen vetada su participación en la cita parisina de manera formal. La primera por la intervención armada de su Ejército en Ucrania, la segunda por prestar su territorio en apoyo de la logística de la invasión. Inicialmente, el Comité Olímpico Internacional (COI), dirigido por el alemán Thomas Bach, propuso un veto total, decisión que aplica por entero a los deportes de equipo, pero que ha suavizado muy ligeramente en las disciplinas individuales mediante un sistema de cuotas limitadas. Los deportistas rusos y bielorrusos que acreditaran los méritos deportivos pertinentes para su clasificación y que satisfagan todos los criterios antidopaje, quedaban sujetos a una investigación personal intrusiva que determinaba si son aptos para obtener el estatus AIN (Athlète Individuel Neutre) y competir así en representación de sí mismos, sin bandera ni himno nacional.

Las investigaciones buscaban que los candidatos cumplan los llamados “criterios de elegibilidad” del COI. A tal fin, se escrutaron y se siguen escrutando sus declaraciones públicas y su privacidad en busca de declaraciones, mensajes o gestos de adhesión a la intervención militar en Ucrania. Tampoco debían pertenecer a clubs deportivos vinculados a las Fuerzas Armadas o Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. El organismo encargado de evaluar la elegibilidad de estos deportistas y su personal de apoyo ha sido el Panel de Revisión de Elegibilidad de Atletas Individuales Neutrales. Lo componen Nicole Hoevertsz (Aruba), exnadadora y vicepresidenta del COI, a la sazón la presidenta del panel; el exbaloncestista Pau Gasol (España), representante de la Comisión de Ética del COI; y el extenista de mesa Ryu Seung-min (Corea del Sur), representante de la Comisión de Atletas del COI. Les acompaña como secretaria la francesa Paquerette Girard Zappelli, responsable de Ética y Cumplimiento del COI. El número máximo de AIN que preveía el COI era de 54 rusos y 28 bielorrusos, pero el propio organismo rebajó tal posibilidad a 36 y 22, respectivamente, como mucho. La cifra se ha reducido finalmente a 15 y 16, luego de que varios deportistas rusos, en particular los luchadores, declinaran motu proprio acudir a París en solidaridad con los compañeros vetados. (En los Juegos de Tokio, la delegación rusa, aun mutilada por el veto a casi todos sus atletas y muchos de sus nadadores, ascendió a 330 personas. La bielorrusa, a 104). Una vez en París, se vetará la presencia de los AIN en la ceremonia de apertura, a la que no podrán asistir. En casa de ganar alguna medalla, estas no se anunciarán en el cómputo oficial. El atletismo no se cuenta entre las modalidades que practican los deportistas autorizados: ciclismo en ruta, gimnasia, tenis, halterofilia (sólo bielorrusos) y remo.

Yelena Isinbayeva, doble campeona olímpica y poseedora de siete oros mundialistas, no pudo participar en los Juegos de Río 2016 por el veto a Rusia. RAFA GÓMEZ

 

LABOR ESPÍA Y DELATORA

En otoño de 2022, el COI abogó por obligar los deportistas rusos y bielorrusos a efectuar declaraciones en contra de la guerra y de los gobiernos de sus países como condición para examinar su vuelta a las competiciones, extremo que no se materializó. Posteriormente, la actividad supervisora del COI para determinar su elegibilidad no se limitó a sus propias pesquisas. También se delegó en los comités nacionales y pudo adquirir una categoría de delación. Así lo admitió Thomas Bach durante una videoconferencia con un supuesto dirigente de la Comisión de la Unión Africana.

En concreto, Bach fue blanco en abril de los bromistas rusos Vován y Lexus, célebres por trolear a diversos dirigentes internacionales y arrancarles declaraciones comprometedoras, como, en su tiempo, fue el caso en España del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, o la exsecretaria general del PP, Dolores de Cospedal. Preguntado por la posibilidad de emitir una declaración oficial frente a la “politización del deporte por parte del Gobierno ruso”, el presidente del COI confesó  estar vigilando a los potenciales AIN, incluso con ayuda de terceros, para en caso de detectar declaraciones inconvenientes, vetar su participación en los Juegos. “También se lo contamos a la parte ucraniana, y no solo se lo contamos, sino que les pedimos que nos facilitaran información sobre el comportamiento de tales atletas o funcionarios, en cuyo caso no podrán participar”, explicó Bach, que admitió que el Panel de Supervisión de Elegibilidad se ayuda de una “empresa independiente” para vigilar las declaraciones públicas de los deportistas y su actividad en los medios de comunicación y las redes sociales.

El COI  no desmintió tales declaraciones, limitándose a condenar lo que entiende es una “campaña de desinformación y difamación”. En cualquier caso, en el Ministerio de Deportes de Ucrania se congratularon de que el COI “tenga en cuenta las pruebas que les proporcionamos", afirmó el ministro en funciones, Marvey Bidnyi. Por otra parte, la coerción no sólo se ha ejercido contra los deportistas rusos y bielorrusos; también se dirige contra aquellos que deciden desarrollar su carrera profesional en estos países. Es el caso del baloncestista francés Thomas Heurtel, quien decidió fichar por el Zenit de San Petersburgo en 2022. La Federación Francesa de Baloncesto vetó por este motivo su presencia en la selección nacional aun cuando es el mejor base del país galo. Tras la debacle de Francia en el Mundial de Baloncesto de 2023, los propios jugadores acusaron a los dirigentes federativos de aplicar una política contraria a los intereses del equipo nacional, al privarse de jugadores fundamentales. Heurtel sigue vetado y no ha sido seleccionado para los Juegos.

Las investigaciones buscan que los candidatos cumplan con los llamados "criterios de eligibilidad" del COI . A tal fin, se escrutan sus declaraciones públicas.

CONTRA DERECHO

La actitud aquí del COI es incompatible con la Carta Internacional de Derechos Humanos de Naciones Unidas, emanada en 1966 de la adopción de los llamados Pactos Internacionales en materia civil, social, económica, política y cultural, y que las constituciones de los países reflejan. A saber, derechos como el de libertad de expresión, el derecho a la privacidad o el derecho a no ser discriminado pueden estar siendo vulnerados de manera alevosa por la organización de Thomas Bach, que, a su manera, está creando reos de conciencia. Es ilustrativo el caso del doble campeón olímpico de lucha grecorromana en categoría de 97 kg, Abdulrashid Sadulaev. El COI no aprobó su candidatura a integrar los AIN tras detectar un “me gusta” suyo en una publicación en redes sociales cuyo contenido no se ajustaba a lo establecido. Sin embargo, ha estado sirviéndose de su imagen para promocionar esta modalidad olímpica incluso después de ser vetado. La fotografía elegida en la web del COI mostraba un combate entre él y el estadounidense Kyle Snyder. Otro tanto sucedió con la patinadora artística Evguenia Medvédeva, cuya imagen ilustró en 2023 esta disciplina aun cuando entonces se anunció el veto a los deportistas rusos y bielorrusos para los Juegos de Invierno de 2026.

Los pocos deportistas autorizados tienen escasas posibilidades de lograr una medalla. Es decir, se veta a Sadulaev, pero no a varios compañeros de nivel casualmente menor. Conscientes del ardid, y también por solidaridad con Sadulaev, estos han resuelto no acudir a París. Por otra parte, la autorización del COI era sólo una parte del proceso. Si llegaba tarde, apenas quedaban competiciones para acreditar marcas mínimas de clasificación. Ha sido el caso de la nadadora Yulia Efímova, séxtuple campeona mundial, que a finales de junio todavía intentaba conseguir la clasificación in extremis en una competición en Bahamas, adonde llegó en un viaje relámpago. Porque el endurecimiento ad hoc del proceso para la obtención de un visado de entrada a la UE para tomar parte en los torneos europeos, se dilata ahora entre 45 y 90 días (antes de solventaba en dos). Es decir, para cuando obtuviera su visado, la competición ya habría concluido. En Bahamas, con jet lag y sin tiempo para aclimatarse, Efímova no logró su objetivo.

Abdulrashid Sadulaev celebra su oro en el Mundial de lucha en Oslo 2021. ALAMY

COMPARACIONES ODIOSAS

La celebración de los Juegos Olímpicos de París entre el 26 de julio y el 11 de agosto muy probablemente culminará un proceso para el que no fueron concebidos: la normalización de la exclusión de países enteros, el menoscabo y señalamiento de los AIN, y el veto a sus símbolos nacionales por causas que en el pasado, incluso el más reciente y hasta en la actualidad, no afectaron ni afectan lo más mínimo la participación de otras naciones en contextos no ya muy similares, sino mucho peores.  En otras palabras, EE. UU., Reino Unido o la propia Francia, jamás experimentaron problema alguno para acudir a cualquier competición internacional luego de que sus ejércitos arrasaran, según cada caso, Corea, Argelia, Indochina y luego Vietnam, Camboya, Granada, Panamá, Somalia, Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia o Siria, agresiones saldadas con más de nueve millones de muertos en conjunto.

En la actualidad, Israel, plusmarquista mundial en incumplimientos de resoluciones de Naciones Unidas desde 1947 y con una trayectoria agresora insoslayable en Líbano y Palestina, tampoco ha recibido el menor reproche por parte del COI tras lanzar su operación de demolición y exterminio en Gaza, donde la población civil es permanente objetivo militar de las FDI, tanto en el plano físico como en el de su sustento vital en forma de ayuda humanitaria. El COI tampoco puso nunca reparos a la participación de España o Italia en competición alguna, pese a brindar estos países a EE. UU. su territorio, espacio aéreo y bases terrestres y navales para sus campañas de bombardeos e invasión en Oriente Próximo al margen del Derecho Internacional, cuando no participaban en ellas directamente (como contra Yugoslavia). Es decir, lo que está bien para España, Italia, Países Bajos y, por extensión, toda la OTAN, está mal para Bielorrusia.

En los momentos más dramáticos para la población civil en las invasiones de Irak y Afganistán, más o menos coincidentes en el tiempo con los Juegos de Atenas 2004 y los de Londres 2012, el COI no ejerció ninguna labor policial de intromisión en la privacidad y en el derecho de expresión y libre conciencia de ningún deportista de EE. UU. o Reino Unido, y eso que la selección estadounidense de baloncesto realizaba el saludo militar en el Mundial de 2006 cuando sonaba su himno nacional. Jamás vetó el COI la participación de atletas occidentales no ya pertenecientes a clubs asociados a sus ejércitos, sino ellos mismos siendo uniformados de profesión. Hasta 19 militares presentó EE. UU. en los Juegos de Tokio 2021. Históricamente, muchos deportistas rusos han estado asociados al TSSKA, el más importante club de la URSS y de Rusia, con equipos en casi todas las disciplinas deportivas. Pero eso no significa que los deportistas sean militares o vayan a hacer carrera militar, ni siquiera a raíz de los grados honoríficos que suelen recibir luego de sus triunfos de mayor prestigio internacional, rangos con un valor puramente simbólico en el escalafón castrense.

JUEGOS DE LA AMISTAD, BOICOT Y MAL AMBIENTE

El deporte ruso y bielorruso se halla en una posición muy difícil. En el atletismo ruso ya sólo hay semiprofesionales y ha emergido una generación entera que desde la categoría junior jamás ha competido en el extranjero. Las condiciones humillantes de elegibilidad del COI, en esencia una llamada a renegar de su país, han llevado a la mayoría a rehusar solicitar su estatus de AIN. Y a quien lo pide, en ocasiones, se les ha llegado a calificar de “traidores” desde algunos altavoces mediáticos. El sueño olímpico queda de resultas mancillado y politizado.

Para paliar esta situación aciaga, Rusia planeó organizar en septiembre en Moscú y Ekaterimburgo  los Juegos Mundiales de la Amistad, finalmente pospuestos a 2025. Antes, en junio y en la ciudad de Kazán, se disputó la quinta edición de los Juegos de los BRICS+, la organización de intereses geoeconómicos comunes que lideran China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, donde tomaron parte casi 5000 deportistas de 90 países. El COI trató de boicotear de inicio los Juegos de la Amistad, al considerar que entrañan un “carácter político” y su celebración “viola la Carta Olímpica”, para lo que amenazó y sigue amenazando a los comités olímpicos nacionales de los países del llamado Sur Global. Esto es, a todo el mundo descontando a Australia, Nueva Zelanda, Israel, Japón, Corea del Sur y los miembros de la OTAN.

En su conversación con los bromistas, Thomas Bach enfatizó que con su participación en los Juegos de la Amistad, los deportistas de África ponen en peligro incluso su actuación en los próximos Juegos Olímpicos. “Tienen que darse cuenta de que al participar en estos Juegos de la Amistad, están tomando partido”, subrayó. Pero el que ha tomado partido es el propio Bach. O lo que es lo mismo, la actuación del COI obedece a una iniciativa política y de bloque que dicta lo que está bien y lo que está mal desde una perspectiva atlántico-eurocéntrica. ¿Es ya el COI un apéndice civil de la OTAN? La situación se asemeja un tanto a la acaecida en los años 20 del siglo XX, cuando la URSS, no reconocida por la Sociedad de Naciones y excluida de todos los foros internacionales, optó por crear en 1928 las Espartaquiadas, la versión obrera y campesina de los Juegos Olímpicos en oposición al “espíritu elitista y burgués” que dominaba la competición resucitada por el barón de Coubertin. La primera Espartaquiada soviética superó a los Juegos de Amsterdam en número de deportes presentes (21-14) y participantes (7125 – 2883).

En el atletismo ruso ya sólo hay semiprofesionales y ha emergido una genereación entera que desde la categoría júnior jamás ha competio en el extranjero.

No es previsible que los Juegos de la Amistad fueran a competir en gigantismo con los Juegos del COI, pero su envergadura tampoco iba a ser desdeñable. En cualquier caso, la competición de ambos eventos queda devaluada. Como entre 1976 y 1988, cuando los sucesivos boicots lastraron las citas olímpicas (especialmente en Moscú y Los Ángeles), se ha creado una situación en la que la competición olímpica está viciada y los intereses de los deportistas han sido laminados. Pero hay una cosa más. Ahora ha sido el COI el que ha llamado a un nuevo boicot, no los Estados. Y exhorta al boicot cuando desde la otra parte ninguna instancia oficial hace lo propio respecto a los Juegos de París. En este clima de confrontación, la postura del país anfitrión tampoco ayuda. Emmanuel Macron lleva semanas atrapado en una retórica belicista en aras de escalar el conflicto en Ucrania mediante el envío de tropas francesas. La revalorización de los suburbios, les banlieues, (la Villa Olímpica se halla en Saint-Denis) y el esfuerzo colosal de limpiar las infectas aguas del Sena todavía en vano (el volumen detectado de bacterias intestinales amenaza la salud de quien participe en las pruebas de triatlón y natación en aguas abiertas) son un desafío abrumador para el comité organizador, que se enfrenta además a la potencial amenaza del terrorismo yihadista. El reciente baño en el Sena de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en una acción propagandística a imagen y semejanza de Manuel Fraga en Palomares en 1966, no ha despejado ninguna duda.

Y la propia Hidalgo tampoco rebaja la tensión. En un encuentro en Kiev a principios de la primavera, aseguró a su homólogo, el exboxeador Vitali Klichkó, que “los rusos y los bielorrusos no serán bienvenidos en París”. Una incitación a la violencia, podría interpretarse. Una incitación impresentable. Alejada del ánimo que recibió a los angloamericanos en México 1968 y en Atenas 2004, siempre cordial. Alejada de la Carta Olímpica y de su tregua, de cuya quiebra se queja Thomas Bach a Rusia, Bielorrusia, los BRICS+ y al Sur Global, pese a que, de hecho, él también ha colaborado y sigue colaborando a la misma.

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