¿Fue el 400 metros vallas de Tokio 2020 la mejor carrera de la historia?

Con la perspectiva de los días transcurridos, el plusmarquista nacional de 300 metros vallas, Mark Ujakpor, analiza la que para muchos aficionados ha sido la mejor carrera de todos los tiempos.

Mark Ujakpor

3 minutos

Final de los 400 metros vallas masculinos de Tokio 2020.

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A falta de cada vez menos jornadas y finales, me la juego a decir que la del '4 vallas' masculino ha sido mucho más que la carrera de los Juegos Olímpicos; aunque teniendo en cuenta la final femenina en la que McLaughlin se ha hecho con el título olímpico también con récord del mundo, podríamos colocarla a la misma altura, al menos en lo que a ganadores se refiere. Dos carreras perfectamente comparables con las finales del mismísimo Usain Bolt, sobre todo la masculina, en la que ese noruego de otro planeta llamado Karsten Warlhom pulverizó el antiguo récord global que él mismo poseía (46.70, junio de este año) corriendo en unos impensables 45.94.

Un bocado de 84 centésimas al que fuera récord olímpico de Kevin Young de Barcelona 1992. Pero no es únicamente lo que ha hecho, sino cómo lo ha hecho: saliendo como un obús, pasando la quinta valla (185 m alrededor de 19.9), el 300 por debajo de su récord mundial de 300 m vallas (33.26, junio de 2021) y, no sólo manteniendo el tipo en el último 100, sino corriendo hasta la novena valla a 13 pasos y, con este súper esfuerzo, con el láctico atacándote en su versión mas cruel, siendo capaz de cambiar la cadencia para franquear la última valla a 15 pasos sin que la velocidad decayera más de la cuenta.

Chapeau para Rai Benjamin, eclipsado por este ser sobrenatural, que finalizó la carrera en 46.17, lo que hubiera sido tope universal por más de medio segundo. El estadounidense ha tenido la sangre fría de mantener la compostura mientras su rival directo, al que pretendía batir, se le iba alejando cada vez más desde el primer metro. Aún así, lo peleó hasta el final.

Hay que hablar también del bronce, el joven Alison Dos Santos, que con marca personal (46.72) se hubiera quedado a dos centésimas del récord de Warholm. El brasileño pudo ver cómo ya en la primera valla le habían ganado la compensación; se trata de un punto clave, pues es dificilísimo no perder la concentración, no dudar de tu estrategia, no hundirte psicológicamente cuando tu oponente te ha doblegado al poco del disparo de salida. Un mérito tremendo tanto para el medallista de bronce y como el de plata.

Triple corona: Warlhom conquistó en Tokio el único gran oro que le faltaba, además de firmar su segundo récord mundial en los 400 metros vallas. EFE

El cuarto puesto se fue para Kyron McMaster, quien desde categorías inferiores venía reclamando lo suyo y se ha quedado a las puertas de conseguir su medalla. Se va con la de chocolate y marca personal, pero también a las puertas de meterse en el club de los sub 47 segundos (47.08).

Abderrahman Samba fue quinto, no se le puede pedir más a esta final. Es uno de los dos que se quedaron sin marca personal en esta carrera, la de los récords. Todos, salvo el qatarí y Alessandro Sibilio han logrado alguno: récord mundial, récord continental o récord nacional. Como Yasmani Copello, sexto con 47.81 o Rasmus Maggi, séptimo con 48.11, testigos ambos de esta barbaridad y los dos con récord de sus respectivos países. Eran los únicos que repetían de la final de Río 2016.

Y todavía voy mas allá, este récord aún tiene más mérito. Karsten Warlhom corre sin las estratosféricas zapatillas de las que tanto se ha hablado este año, a diferencia de su rival más directo, Benjamin, que además de tenerle de referencia, sí las calzaba.

Por último, mencionar el gran error que supone poner la gran final de los Juegos Olímpicos (junto con la femenina) en sesión matutina. ¿Qué hubiera pasado si estos ocho atletas hubieran corrido arropados por el fervor del público de unos Juegos Olímpicos (aquí eso no podía ser) y en horario vespertino?

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