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El verano está a la vuelta de la esquina y los anuncios comienzan a bombardearnos con la ya cansina "operación bikini". Si nos estamos planteando perder algún kilo de más que hemos almacenado durante el confinamiento, debemos hacerlo con cabeza y desterrar la mala costumbre de prohibirnos alimentos y empezar con restricciones que no son saludables, por ejemplo un de las cosas que enseguida nos quitamos son las grasas.
No podemos meter en el mismo saco a todas las grasas, la grasa es fundamental para la vida. La OMS, el Instituto de Medicina de EE.UU. y la EFSA recomiendan que los adultos tomemos entre el 20% y el 35% de nuestra energía en forma de grasa. Las grasas constituyen la reserva energética más importante del organismo, trasportan vitaminas, forman parte de hormonas, componen parte de nuestros tejidos... Además, desarrollan funciones fisiológicas, inmunológicas y estructurales y muchas otras reacciones vitales. Por todo ello, no son para nada malas, más bien todo lo contrario, son esenciales para nuestra existencia. Lo negativo es ingerirlas en exceso.
Es fundamental saber diferenciar los distintos tipos de grasas, sus efectos sobre nuestra salud y dónde encontrarlas:
- Las grasas trans se forman cuando el aceite vegetal pasa por un proceso llamado hidrogenación. Es frecuente que estas grasas aparezcan en productos como margarinas y en productos industriales utilizados en pastelería para generar una grasa de consistencia sólida, pero afortunadamente cada vez están menos presentes.
- Las grasas saturadas son las típicas grasas presentes en alimentos de origen animal como los embutidos y también las podemos encontrar en algunos aceites vegetales, como el de palma y el de coco que tienen una cantidad muy elevada de ácidos grasos saturados.Las organizaciones internacionales, entre ellas la EFSA, recomiendan que su consumo sea reducido. En general, organismos como la OMS indican que debiéramos tomarlas en un porcentaje menor del 10% de la energía.
- Finalmente, tenemos las grasas insaturadas que los expertos califican como las saludables ya que tienen efectos beneficiosos para la salud y de las que encontramos dos tipos fundamentales: las grasas poliinsaturadas que contienen los ácidos grasos esenciales linoleico y linolénico en cantidades relativamente importantes que encontramos de forma preferente en los aceites vegetales, incluidos los aceites de oliva; y las grasas monoinsaturadas como es el ácido oleico que está presente en el aceite de oliva y que es el componente mayoritario de todas nuestras células, tenemos aproximadamente un 40% de ácido oleico en nuestras membranas.
Obviamente está claro de cuáles debemos olvidar y cuáles mantener como las grasas insaturadas y poliinsaturadas (Omega 3 y Omega 6) sobre todo por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y cardioprotectoras.
Si quitamos la grasa de forma radical nuestra salud será más vulnerable. Tendremos más predisposición a padecer enfermedades cardiovasculares (dislipemias, hipertensión arterial, Síndrome metabólico….), mentales (alteraciones del estado de ánimo, humor , comportamiento y déficit cognitivo), afectaría a las funciones de órganos como la vista, el cerebro, la piel o el corazón.
No todo son contar calorías... la salud debe prevalecer siempre.
PÓDCAST: La influencia de la alimentación en nuestro bienestar emocional
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