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Canosos que corren: X e Y

Álex Pérez y Luis Arribas se enfrentan el domingo al Zurich Maratón de Sevilla, con la ayuda de Asics

Álex Pérez

4 minutos

Tecla, la gata de Álex Pérez, también quiere las preciosas zapatillas de su amigo canoso.

Álex es el señor X (de AleX) y Luis es el señor Y (de Luys). Los dos peinan canas. X acribilla a Y a preguntas y, casi cada día, el WhatsApp saca humo. Cuestiones tipo: “¿Voy bien entrenando a tal ritmo?”; “¿Cuánto debo descansar?”; “He notado como un pellizquito en el muslo, ¿es grave doctor?”; “¿Qué pasa si la abuela fuma?”. A medida que se aproxima el día D, la inseguridad y el pánico van ganando terreno a la ilusión y la sensación de mejora tras el entreno diario. A estas alturas del calendario, cuando queda menos de una semana para correr el maratón de Sevilla, el trabajo importante ya está (o debería estar) hecho. Ahora se trata de aguantar los nervios, descansar bien, cargarse de glucógeno, cuidar las piernas y empezar a visualizar lo guapos que estaremos metidos en los calzones de corredor y con las zapatillas limpias y relucientes antes de sudar abundantemente la camiseta.

Es evidente que las líneas anteriores son un boceto que X escribió lleno de buenas intenciones. A la hora de editar estas líneas, todo concepto se ha modificado, exagerado o deteriorado. ¿Para bien o para mal? Pues se verá en una semana.

No sé qué pasará el día de autos, pero llegar hasta este punto ya ha merecido la pena. Han pasado casi tres meses desde que se planteó ir a Sevilla y el señor X, acostumbrado a caminar y trotar un poquillo por el monte (lo que le echen, eso sí), ha cambiado las trialeras y las botas ligeras por las Asics Gel Nimbus, la mochila por la mini riñonera (para el móvil y las llaves de casa, no cabe el bocadillo de chorizo), los pantalones de montaña por los leotardos y los calzones cortos de correr y, lo que es más importante y difícil, el monte por el asfalto, el gimnasio, la cinta, la elíptica, la piscina y las máquinas de fitness.

No sé qué pasará el día de autos, pero llegar hasta este punto ya ha merecido la pena. Han pasado casi tres meses desde que se planteó ir a Sevilla y el señor X, acostumbrado a caminar y trotar un poquillo por el monte (lo que le echen, eso sí), ha cambiado las trialeras y las botas ligeras por las Asics Gel Nimbus.

Como sucede a veces en estas lides del deporte, ¡oh, sorpresa, X se lesionó!, faltando en aquel momento, cinco semanas para el gran día. El suceso se produjo entrenando un domingo por asfalto, tras 15 minutos de trote, al aparecer un dolor agudo en una zona muy concreta de la parte posterior de la pierna derecha. Unas fibras musculares del bíceps femoral interpusieron una queja a la cabeza: “Chaval ya no tienes 15 años y esos músculos hay que trabajarlos suavemente, con amor y cariño”. El aviso iba en serio, a la próxima que hubiera un esfuerzo, amenazaban con rotura. ¡Te vamos a machacar! El dolor era atribuible a una elongación muscular y necesitaba un mínimo de ocho días sin correr para darle tiempo a que las cosas volvieran a su sitio. En ese momento, pintaban bastos.

Ese parón forzoso fue tomado por el señor X como una oportunidad de enmienda. Las ganas le podían y se estaba dando grandes tutes de entreno. Aviso para navegantes veteranos: andaos con cuidado, pues aunque la cabeza tire, el cuerpo tiene sus limitaciones; hay que pararse, escuchar lo que nos dice y atenderle en sus necesidades. Amigos, sí hay límite.

La vida es absolutamente impredecible, dulce y puta a partes iguales. Si algún día recibís un encargo del estilo: “Ayuda a esta persona que tú, con tu experiencia, le puedes guiar en su debut en este deporte“, tened por cuenta que las cosas siempre se salen del guión.

Os cuento. El pasado mes de agosto, hace seis meses, el señor X se dio un costalazo haciendo rápel en una ruta de alta montaña, en el magnífico Midi d’Ossau. Se fisuró unas pocas costillas. ¡Eso sí que duele y no una mierdecilla de elongación muscular! De eso se rehízo tras unas semanas de poco dormir, muchos lamentos y frecuentes blasfemias. Pero lo bueno está por llegar. Tras una serie de visitas y pruebas médicas, en octubre le comunicaron que tiene un linfoma (un tipo de cáncer de la sangre). De golpe, sin comerlo ni beberlo, te puede tocar la rifa. Se tuvo que poner el chándal de enfermo (se niega a ponerse un pijama poco glamuroso) y se mentaliza de que le toca hacer la carrera más difícil de su vida.

Afortunadamente, el bicho es de bajo grado, de los de evolución lenta y poca agresividad (como yo, vamos, lento y poco dado a los conflictos). Probablemente, el señor X se muera de cualquier cosa menos de eso. X se lo explicó a Y (Luis Arribas, aunque a estas alturas del texto ya da todo igual) con el que, ¡vaya sorpresa!, llevaba tiempo hablando de correr el maratón de Barcelona. ¡Ahora o nunca!, dijo para sus adentros en señor X.

Pasadas unas semanas, el señor Y le dijo al señor X: “¿Has hablado con el jefe, con Álex Calabuig? ¡En febrero nos vamos a correr el maratón de Sevilla!”. Al señor X le dio un telele, se quedó blanco, descolocado y pensó: “¡Venga, toca maratón un mes antes de lo previsto y en lugar de rondar la Sagrada Familia trotaremos bajo la Giralda!”. El de Sevilla es el 18 de febrero y el de Barcelona el 10 de marzo. Por cierto, el señor Y le dice al señor X que él ya tiene dorsal para Barcelona. Y que, si se recupera bien, pueden caer los dos… “¿Pero tú estás loco, Luis Arribas?”. Es evidente que sí.

Por eso, el señor X se siente el ser más afortunado del mundo de poder ir a Sevilla. Álex había colocado esta frase más arriba en el texto, pero yo creo que es un cierre precioso a este proceso de aprendizaje.

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