Las cremas y aceites de calentamiento se usan desde tiempos inmemoriales. Hay sustancias naturales, como los aceites de árnica o romero, y químicas, como el salicilato de metilo, de probada eficacia en la rubefacción y calentamiento corporal. Hay que decir también que la solvencia de estos y otros preparados en espray es dudosa, y cuando menos pasajera. En cualquier caso, son métodos auxiliares del verdadero calentamiento.
Un adecuado y generoso calentamiento conlleva ejercicios articulares y musculares, rectas en progresión y suaves estiramientos. Y luego, la sesión de entrenamiento debe ir de menos a más.
Cuando existan molestias o dolores no hay que forzar e incluso debemos parar (algo que olvidan a menudo los corredores: una retirada a tiempo es una victoria). Enmascarar el dolor con un producto ‘milagroso’ no conduce a nada.