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Más allá del fervor o el aburrimiento, más allá de lo plausible o lo decadente, más allá de lo tradicional ante lo innovador, más allá de las indumentarias, del humo, de la lluvia y de los truenos es necesario mirar más allá. Mucho más allá, justo un 26, 27 y 28 de julio casi doscientos años atrás, en 1830.
Esta mirada retrospectiva llena de romanticismo inspira a un pueblo, a un país, a una nación y al mundo entero.
Marianne es la elegida, ante lo privativo y particular es la alegoría de lo habitual, común, representante de lo colectivo y universal. Despeinada, con los pechos al descubierto, pies heridos, dañados, descalzos y revolucionarios. El compromiso es el reflejo de su estandarte guiando al pueblo bajo un sombrero frigio, aquel que años atrás utilizaron los romanos para distinguir a los esclavos libertos.
Ella se vuelve a exponer ante el mundo entero, de nuevo más allá de las “modernuras” de Coubertin, cobrando aún más si cabe un realismo profuso en sus tierras, ante la ilusión armónica de Versalles y sus muros aburguesados extendiendo su mirada descalza de huellas interraciales y divergentes donde pocos días atrás los corazones franceses ardían socialmente unidos. Ardor que hace bramar en la noche pasada las aguas del Sena ante el paso de los que se oponen a la fraternité.
Ayer, los personajes de ese cuadro cobraron vida, militantes revolucionarios que muestran al mundo entero la valía del sacrificio, el mérito de la lucha, la noción del respeto defendiendo el humo de sus colores y grita en cada gota de sudor LIBERTÉ, EGALITÉ, FRATERNITÉ.
Si miramos más allá, de nuevo un 26 de julio, casi doscientos años después, ese lienzo cobra vida. Cada uno de sus personajes están en continuo movimiento, se palpa la tensión, el sacrificio, el impulso y el avance. Dentro y fuera de ese cuadro el realismo muestra su máximo esplendor bajo un idioma universal, el deporte y a través del mayor evento internacional multidisciplinar, los Juegos Olímpicos de París, la ciudad de las luces.
Eugène Delacroix guiado por su instinto, dejando a un lado la subsistencia de los encargos de la época enmarca en una sola obra, elegida por el país anfitrión, el progreso. Ayer, los personajes de ese cuadro cobraron vida, militantes revolucionarios que muestran al mundo entero la valía del sacrificio, el mérito de la lucha, la noción del respeto defendiendo el humo de sus colores y grita en cada gota de sudor LIBERTÉ, EGALITÉ, FRATERNITÉ.
Más allá... Juegos de París 2024.