Corredoras Anónimas: Gema Pérez

"El cuerpo es el que marca unos límites, la mente, sin embargo, es más fuerte, más ambiciosa, más poderosa", reflexiona Gema.

Gema Pérez

Corredoras Anónimas: Gema Pérez
Corredoras Anónimas: Gema Pérez

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Cuando corro me gusta escuchar el sonido de mis zapatillas contra el asfalto. Es la banda sonora que ha ido enlazando kilómetros y kilómetros de esfuerzo, tesón, constancia y, sobre todo, mucha ilusión. Una historia que comenzó de la forma más sencilla.

Un día cualquiera, de no sé qué mes y de no sé qué año, llegué del instituto, me calcé unas zapatillas y salí a correr al parque. Sin más. Sola, conmigo misma. A ver pasar la gente o a pasar yo entre ella. Y al llegar a casa me sorprendí cruzando mi primera meta, con el dorsal de la gratificación colgado del pecho.

Sin darme cuenta ese hábito se quedó conmigo. Pero sin un crono al que consultar, sin saber nada de ritmos ni de distancias, sin objetivos ni pretensiones, simplemente corría. Y dentro de esa ignorancia un día me vi subida a un podio. Y al poco, otro. Qué orgullosa me sentía cada vez que eso ocurría… Así, poco a poco, fui descubriendo nuevas perspectivas.

Disfrutando de podios con mis hijos
Disfrutando de podios con mis hijos

Di un salto más allá. Viajes a carreras populares, los primeros entrenamientos planificados, pequeñas lesiones, algún gran sueño ya en la cabeza… Una progresión en la que aprendí que a la mente también hay que entrenarla, y que cuando esto sucede todo lo que viene después es más sencillo. El cuerpo es el que marca unos límites, la mente, sin embargo, es más fuerte, más ambiciosa, más poderosa. Te enseña a escuchar esos límites pero también te ayuda a superarlos.

Millas, leguas, 10 kilómetros, media maratón, maratón… Da igual la distancia, cada una de mis carreras es un objetivo a lograr y un reto que superar. Aunque sin lugar a dudas el maratón es la prueba que me hace sobrepasar mis propios límites, tanto físicos como emocionales. Me estruja durante los meses previos de entrenamiento, pero el solo hecho de prepararlo ya me hace sentir grande.

Disfrutando de los kilómetros
Disfrutando de los kilómetros

El maratón me hace llorar. Son 42 kilómetros y 195 metros en los que el asfalto no solo golpea mis piernas sino también mi espíritu. El deseo de superación personal hace que quiera añadir a las experiencias ya vividas en los maratones de Londres, Roma y Nueva York, muchas más en el futuro. El de Chicago, el de Boston, correr en el desierto (¡ojalá la “Desert Run”!), quizás un triatlón… El maratón surge como un sueño que no termina al cruzar la meta. Es un cúmulo de sensaciones y de recuerdos que siempre llevo conmigo.

Maratón de Roma
Maratón de Roma
 

Correr me ha enseñado a escuchar el silencio, a encontrar en él la templanza necesaria para seguir avanzando. Correr me permite conocerme aún más, y me concede la oportunidad de disfrutar de nuevas sensaciones. Correr me invita a meterme en una burbuja de evasión y dejar a un lado las preocupaciones. Sencillamente, vuelvo a salir a correr al parque como aquella primera vez.

Corro, respiro, siento mis latidos, sonrío, vivo.

En el Maratón de Nueva York
En el Maratón de Nueva York

¡Qué manera de transmitir Gema, qué sentimientos tan puros y sinceros! Tu relato bien podía ser un best seller de lo que siente una persona cuando ama correr, cuando los kilómetros se convierten en su mejor aliado y su alma vibra con cada meta conseguida.

Muchas gracias por expresar con palabras lo que todas hemos sentido alguna vez.


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