En el cole de pequeña fui muy competitiva en el deporte, recuerdo que en Educación Física cuando hacíamos series cortas, salía de forma muy explosiva y siempre solía ganar, sin embargo cuando llegué a la adolescencia el deporte dejó de ser una prioridad, después vinieron años de mucha diversión y poco hábito deportivo, y sin darme ni cuenta me encontré en esa etapa de crianza de mis dos hijas en la que me parecía casi imposible tener tiempo para mantenerme en forma, el estrés de combinar las exigencias del trabajo con la maternidad ya me parecían suficiente esfuerzo; fue un error
Lamentablemente sigue ocurriendo a una gran mayoría de mujeres, hace poco leía en un estudio que un porcentaje alto de empresas están identificando que buen número de las mujeres de sus plantillas abandonan la práctica deportiva cuando tienen bebes y niños pequeños. Ojalá podamos cambiar esa tendencia, porque después de los 30/40 años no resulta fácil engancharse, aunque como dice el refranero "nunca es tarde, si la dicha es buena".
También dice el refranero popular que “Después de algo malo, viene algo bueno" y quizás sea verdad también que empezamos a valorar verdaderamente la vida cuando perdemos a un ser querido, el caso es que perdí a mi padre de forma repentina, pasé por el peor momento de mi vida y tras la pérdida, después de un tiempo seguía sin encontrarme bien, notaba que necesitaba desconectar y encontrar un hábito o un espacio en el que no recordarle con tristeza.
Reflexionando años después, creo que lo que buscaba en aquel momento era un motivo, quizás un reto que favoreciera mi autoestima, un chute de endorfinas que compensara la tristeza de haber asumido su pérdida. En aquel entonces, aunque había empezado tímidamente a ir al gimnasio, yo no sabía ni podía correr 500 metros seguidos, lo de respirar y correr a la vez me parecía de una enorme dificultad. Se me ocurrió que podía ser bueno salir a andar regularmente, la ilusión era poder compaginar un rato andando y un rato corriendo…y así es cómo de forma muy aspiracional, creé un grupo de Whatsapp bajo el nombre Girls on the Run en el que añadí a un par de amigas, después se fueron sumando otras mujeres extraordinarias hasta llegar a las ocho integrantes que formamos el grupo actualmente.
Empezamos como pasa habitualmente con la primera carrera de 10 k, fue en nuestro propio pueblo, un municipio de la costa barcelonesa, Cubelles. Después llegaría la idea de tener la propia camiseta del grupo con una divertida ilustración de un culo femenino corriendo, más tarde nos atrevimos con el reto de correr juntas la mítica Behobia en Donosti, y así es como dimos el paso a las medias maratones, veremos lo que nos depara el futuro.
Cuando el grupo estaba a pleno funcionamiento, se había forjado una auténtica amistad entre nosotras, me trasladé a vivir a Madrid, pero la distancia no ha sido inconveniente para seguir compartiendo kilómetros, ahora estamos preparando la media maratón de Barcelona de febrero 2020.
Cinco años después de su creación, Girls on the Run es mucho más que un simple grupo de Whatsapp, pues se ha convertido en un grupo de mujeres amigas, que hemos dado un giro a nuestra salud, que compartimos ilusiones, kilómetros, amaneceres, carreras y lo mejor que tenemos ganas de seguir logrando metas juntas, compartir experiencias y seguir calzándonos las zapatillas con la motivación de sumar momentos y de seguir sonriéndole a la vida corriendo.
Recomiendo a cualquier mujer que pase por un momento bajo de ánimos o que quiera iniciarse en el running que busque una amiga, que la seduzca para empezar, que lo pasen bien sin grandes expectativas y que mantengan la disciplina y entrega, porque aunque este es un deporte de entrega, por suerte la recompensa llega pronto.
Además de lo que nos une a las mujeres correr juntas, el atletismo a mí me ha ayudado también a controlar mis pensamientos, esos negativos que creo todos tenemos en algún momento. Esa sensación de estar en la cuesta y pensar que no llegas, que ya no puedes más, que para qué tanto esfuerzo… si la aplicas a la vida es la que creo te aporta fortaleza para superar situaciones difíciles… como cuando ves el fin de la cuesta lejos.
Se que hay personas a las que les gusta a correr a solas, no es mi caso, reconozco que correr acompañada me ayuda a eliminar la pereza, de hecho nunca corro sola, pues tengo una compañera siempre fiel, Maguie, mi labradora, a la que no hay tirada larga que se le resista.
Buscando esa otra compañía, humana, cuando me trasladé a Madrid, en los primeros días de vivir en la ciudad entré en una tienda deportiva, me fijé en un cartel, anunciaban su club de corredores, pregunté, me apunté y desde hace tres años formo parte de Pura Vida Deportiva, un club liderado por dos fantásticos entrenadores Jose y Laura que han conseguido son su técnica y buen rollo que esté enganchada a los entrenos en el Retiro.
He cambiado los entrenos en mi querida costa de la comarca del Garraf por el fantástico Parque de El Retiro. Vivir en el centro de Madrid me ha dado la oportunidad de participar en muchas carreras populares super divertidas como la 261 en honor a Kathrine Switzer, la MetLife que por su recorrido de 15km me parece ideal si estás preparando una media maratón, la Madrid Corre por Madrid que tiene un lujo de recorrido, la Liberty y por supuesto entre ellas no falla la Carrera de la Mujer y la Media Maratón femenina que corrí en 2019 y que espero volver a correrla en 2020.
En todas mi objetivo es acabarlas y disfrutar el recorrido, llevo siempre en las carreras el reloj de mi padre en una mano y en otra el crono para no despistarme, que aunque el objetivo sea disfrutar y acabar, hay que reconocer que cuando bajé de 60´en una carrera de 10 k me entró un subidón de satisfacción. Para no echar mucho de menos la playa y huir de tanto asfalto, el año pasado me dejé convencer por la gran Paula Fernández Ochoa para hacer mi primera media de trail, fue en Formentera y de nuevo confirmé que lo de correr es un símil de la vida, más difícil, más creces.
Comparto esta historia con CORREDOR\ en la que no soy yo la única corredora anónima, las corredoras anónimas son Silvia, Mónica, Maripaz, Montse, Olga, Maribel y mi homónima Noemi, porque sin ellas no hubiera sido posible esta historia. Gracias a la revista por la oportunidad de compartir esta historia que es una más de tantas historias de mujeres que corren juntas y saben que su energía es multiplicadora. Gracias CORREDOR.
Gracias a ti Noemí por compartir tu historia de amistad y positividad con nosotras.
Estamos seguras de que esa vitalidad ha traspasado la pantalla y muchas lectoras estarán ya buscando una amiga con la que comenzar a caminar.
