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Ya lo sabemos, la sandía está compuesta principalmente de agua, en un 90%, de ahí que nos refresque y sea altamente hidratante pero, además, cuenta con un gran número de nutrientes; contiene vitamina C, vitamina A, potasio, magnesio, licopeno y betacaroteno. En concreto, su cantidad de licopeno y betacaroteno aumenta cuanto más madura está la sandía así que es preferible comerla bien madura para aprovechar al máximo sus propiedades.
Contiene azúcar, fructosa, que se encuentra naturalmente en la fruta, nada que ver con los azúcares agregados o procesados y más fácil de digerir por nuestro cuerpo, además de no aumentar la cantidad de este elemento en la sangre.
¿Cómo puede ayudarnos el consumo de sandía en nuestro día a día?
- Incrementa la hidratación: debido a su alto contenido en agua.
- Es buena para el corazón: contiene citrulina, que se transforma en arginina; estos aminoácidos ayudan a mantener la elasticidad de las arterias y los vasos sanguíneos, favorecen el flujo sanguíneo y contribuyen a una correcta función cardiovascular.
- Ayuda a bajar de peso: tan solo aporta 30 calorías por 100 gramos.
- Reduce la inflamación: su alto contenido de antioxidantes convierten la sandía en una fruta excelente para combatir la inflamación.
- Sube los niveles de energía: contiene vitamina B6 y magnesio, ambos contribuyen a que el cuerpo tenga energía durante todo el día.
- Mejora el rendimiento: contiene ácido nítrico, que puede mejorar el flujo sanguíneo y la absorción de oxígeno.
- Alivia el dolor: gracias al aminoácido L-citrulina.
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