Los ejercicios de peso muerto son aquellos en los que levantas un peso externo, ya sea una caja o una barra, entre otras opciones. Este peso debe quedar bien repartido a lo largo de todo el objeto o material que hayas decidido utilizar. Con él se busca trabajar la fuerza y es uno de los ejercicios más completos ya que no solo cultiva los brazos, todo el tren superior e inferior se ve beneficiado con su práctica.
Entre los beneficios de los ejercicios de peso muerto destacan reforzar la espalda, desarrollar y marcar la musculatura y evitar las lesiones. Sin embargo, es muy importante hacerlos bien para aprovechar todas estas cualidades y que el cuerpo no sufra, especialmente si eres principiante y no conoces la técnica.
Cómo hacer correctamente los ejercicios de peso muerto
Lo primero es ser realista. No intentes levantar más peso del que tu cuerpo te permite. Es decir, no fuerces la máquina o conseguirás el efecto contrario. Una sobrecarga muscular, una rotura o incluso un desgarro pueden tener consecuencias nefastas para tu salud.
Cuidar la postura también es esencial a la hora de levantar peso. Debes mantener siempre la espalda recta y colocar las piernas abiertas, dejando los pies en paralelo a los hombros. El movimiento de ascenso y descenso se debe realizar con las piernas, nunca con la espalda. Además, el peso debe quedar lo más pegado posible al cuerpo. E intenta no curvar la espalda, ni hacia delante ni hacia atrás.
Como ocurre con otras modalidades, la respiración es clave en este tipo de ejercicios. Inspira antes de coger el peso para hacer que los músculos entren en tensión y expira al levantarlo.
Otro punto importante para hacer correctamente los ejercicios de peso muerto es dejar este en el suelo cada vez que termines una repetición. Nunca trates de hacer toda la serie seguida. Cada vez que el peso baje de nuevo, colócalo en el suelo, descansa unos segundos y continúa. El motivo de esta pausa es recuperar la concentración y la tensión del cuerpo.
Por último, no olvides calentar antes del ejercicio y estirar después de él. Este aspecto es fundamental en las rutinas de entrenamiento enfocadas a trabajar la fuerza y la musculatura de un modo tan directo. El calentamiento siempre debe ser dinámico (carrera suave, algo de pedaleo…) para elevar la temperatura del músculo, mientras que el estiramiento puede ser estático, pues con él se busca volver a enfriarlo.