Hablar de Martín Fiz (Vitoria, 1963) es hacerlo de atletismo, en el más amplio sentido de la palabra. Tenacidad, esfuerzo, talento o compromiso son calificativos que podrían definirle aunque por encima de todos hay uno concreto: pasión. Aunque pasen los años, la ilusión por seguir practicando el deporte que ama y la motivación por buscar nuevos retos le siguen manteniendo activo. Su palmarés deportivo es inigualable e incluye un campeonato de Europa de maratón (Helsinki 1994), otro del mundo (Gotemburgo 1995), dos diplomas olímpicos (Atlanta 96 y Sídney 2000) y un premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 1997 junto con el resto del equipo español por la exitosa trayectoria de aquellos años. Además, en 2018 completó el reto de ganar los Six Majors (Londres, Nueva York, Tokio, Boston, Berlín y Chicago) en la categoría máster y ahora, pasados los sesenta años, está cerca de completar el reto de los Superhalfs, seis de los medios maratones más importantes del mundo. Pese a todo, quizá el mayor premio suyo sea el de pertenecer al imaginario colectivo como un deportista de leyenda, de esos que traspasan las fronteras y que todo el mundo conoce.
Llevas toda la vida corriendo...
Para mí correr es un modo de vida y una forma de superarme, según voy cumpliendo años, en diferentes etapas de la vida. Empecé en la etapa escolar, luego conseguí ser profesional, la manera más importante, y una vez retirado lo vivo de otro modo, pero sin perder la ilusión.
Como profesional ganaste todo. Ahora, a tus 61 años, sigues teniendo retos.
Siempre. Soy una persona de retos. Y además los adapto a cada momento de la vida. Antes tenía unas marcas y ahora tengo otras. La edad no perdona, pero quiero demostrarme a mí mismo que puedo seguir haciendo cosas y cumpliendo retos. Un ejemplo es que sigo ganando a mi edad, dentro de mi categoría. Me fijo en atletas como Kenenisa Bekele, uno de los mejores del mundo, que hace poco batió el récord del mundo de maratón en categoría M40 en Londres.
¿Cuándo empezaste a correr?
En el colegio. Éramos gente humilde en un colegio humilde, el Miguel de Unamuno. Nos fascinaba y empezamos a practicarlo. Allí se fraguó gente como Maite Zúñiga, que sigue teniendo el récord de España de 800 metros desde 1988. Recuerdo que lo pasábamos bien y que pronto se vio el talento que teníamos para correr. Con doce o tres años ya estábamos por toda España compitiendo.
¿Sigues teniendo relación con aquellos compañeros de colegio?
Permanezco en contacto. Hace poco me mandaron una foto de una reunión en Vitoria en la que estaban Blanca Lacambra y Maite Zúñiga, que son con las que más relación y vínculo deportivo he tenido. Hablamos de cómo ha evolucionado el deporte y cómo se corre ahora.
¿En tu familia había tradición deportiva, de atletismo?
En mi familia lo importante era trabajar. Se vivía de la agricultura, de la forja, y trabajaban de la mañana al anochecer. He heredado de ellos esas cualidades de trabajo y sacrificio. En relación con el atletismo mis padres no entendían por qué me dedicaba a correr, pero siempre he tenido las cosas claras. Es mi carácter de Che Guevara, de revolucionario. Era un deporte que no se veía como para dedicarse profesionalmente a él, pero mis padres vieron que me ganaba la vida y se han sentido orgullosos de mí. Ahora, con mi madre, hablo diariamente y me dice que tengo que dejar de correr porque me va a quitar la vida. Es un trabajo arduo.
¿Cómo es una semana de entrenamientos habitual?
Corro cinco días por semana. Aparte hago un entrenamiento de fuerza y un séptimo día de descanso. Si antes entrenaba 180 o 200 kilómetros a la semana, ahora lo he bajado a 80 o máximo 100. Antes no entraba dentro de mis planes el entrenamiento de fuerza y ahora lo hago. Pierdo masa muscular con la edad y hago fortalecimiento con ejercicios específicos. Normalmente he entrenado solo pero ahora me gusta entrenar en grupo, con gente, y comentarles lo que hago yo.
Y tu vida, ¿cómo es una semana corriente?
Intensa. Tengo la gran suerte de que sigo viviendo del deporte. Viajo mucho, sobre todo dentro de Europa, pero también ejerzo de persona mayor y de abuelo. Tengo una nieta y me gusta estar con ella y llevarla a la guardería. También tengo una tienda de running en Vitoria y como tengo horario libre voy siempre cavilando ideas nuevas.
¿Te gusta tu papel de abuelo?
Para mí está siendo sensacional. Mi hijo Alejandro nació dos meses antes de los Juegos de Barcelona'92 y no pude disfrutar de su infancia. Los deportistas de élite somos un poco egoístas. Quise acudir a los Juegos y además eran mis mejores momentos como profesional, por lo que no tuve esa dedicación como padre en esos primeros años. Me vino todo encima, fui campeón de Europa, del mundo, y fue una dedicación al deporte y de poca paternidad. Por eso ahora cada vez que puedo, y lo que me va retirando, es la faceta de abuelo. Lo que no viví con mi hijo lo quiero vivir con mi nieta. En casa está corriendo todo el día. Hacen lo que ven en casa. Ya la he apuntado a alguna carrera infantil y para mí sería la leche correr con ella.
La carrera a la que más cariño tengo es la del Europeo de maratón de Helsinki'94. Estuvimos Alberto Juzdado, Diego García y yo. Gané e hicimos triplete. Aparte de eso, el maratón de Nueva York es emblemático, multicolor.
¿Cómo es tu alimentación como deportista?
Ha cambiado respecto al pasado. Ha ido como todo, antes era muy diferente. En tiradas y pruebas largas todo era hidratos de carbono. Antes era la dieta del cobre, de berza y fines de semana patata. Ahora es mucha más sana, se piensa más en las disciplinas deportivas y las proteínas juegan una parte importante.
¿Tienes o has tenido algún alimento o bebida prohibida?
Tuve dolor de flato, que no se sabe de dónde viene, y tuve que quitar los productos lácteos. Ahora he vuelto con queso, yogures y demás. En general como de todo, porque no quiero que mi vida sea de privaciones o ansiedad. Si un día hay que pegarse un capricho me lo pego o si otro día surge me tomo un vaso de vino. Después, cuando llega una carrera o algún reto, dentro de lo que conllevan los entrenamientos, no hago experimentos.
Tu nombre ha traspasado el ámbito puramente deportivo. ¿Cómo llevas ser reconocido?
Lo llevo bien porque mi nombre es una marca muy potente en el running y lo veo como un homenaje a mi trayectoria, como le puede pasar a Abel Antón o Fermín Cacho. Cada vez que te paran y te sacas una foto lo veo como un homenaje. Es bonito que te sigan reconociendo porque al final valoran tu trayectoria y es algo que siempre hemos buscado dentro de nuestro papel como deportistas. Yo creo que hemos encontrado la excelencia.
En toda España eres muy reconocido, pero en Vitoria eres una institución…
En Vitoria me conocen y me reconocen. Para mí es algo muy bonito.
Siempre has vivido en Vitoria. ¿Pensaste alguna vez en irte a una ciudad más grande a vivir?
El éxito de muchos deportistas que han triunfado en distancias largas es el de continuar con el vínculo donde han nacido o se han criado. El irte fuera de casa te puede crear traumas al no estar con tu gente. Igual para estudiar una carrera universitaria o para un deportista de otras características, como los velocistas, le puede ir bien, pero para corredores de largas distancias yo creo que lo mejor es estar en tu entorno. Hoy en día, por ejemplo, irte de un lado a otro es fácil y si tienes un mánager que te mueve puedes estar viajando con facilidad.
¿Qué significa Vitoria para Martín Fiz?
Vitoria es la ciudad en la que he nacido, que para hacer deporte es un lugar excelente y una de las ciudades que tiene más calidad de vida de toda Europa.
De tu etapa como profesional, ¿qué carreras recuerdas con más cariño?
La carrera a la que más cariño tengo es la del Europeo de maratón de Helsinki'94. Estuvimos Alberto Juzdado, Diego García y yo. Gané e hicimos triplete. Aparte de eso, el maratón de Nueva York es emblemático, multicolor. Compite mucha gente. También en el continente asiático siempre me han tratado muy bien y en Barcelona'92, que corrí los 5000, pude cumplir el sueño olímpico.
Diego García fue compañero y amigo. Lamentablemente falleció en 2001 de muerte súbita. ¿Le sigues teniendo presente?
Hace poco he estado en Palma de Mallorca con mi mujer y volví a ver donde estuve entrenando muchos veranos con Diego. Allí preparamos muchos campeonatos. Añoraba mucho la isla. Incluso a Abel Antón le enseñé dónde entrenábamos. Su muerte me marcó mucho, fue un antes y un después para mí, igual que la de Alejandro Gómez en 2021.
Barcelona 92, Atlanta 96 y Sídney 2000. Estuviste en esos tres Juegos.
En Barcelona pude cumplir mi sueño. En Atlanta lo importante no era participar, sino ganar. Quedé cuarto y fue uno de los días más tristes de mi vida, aunque con el paso del tiempo estoy satisfecho. Y en Sídney, donde fui sexto, puse la rúbrica a una carrera en la que competí muy bien.
Ahora que veo mi diploma olímpico, ser cuarto es la leche. En mi interior siempre puedo decir que me quedó una espinita, aunque fríamente ser cuarto en unos Juegos es un gran resultado.
¿Te queda la espina de no haber ganado una medalla olímpica?
Ahora que veo mi diploma olímpico, ser cuarto es la leche. En mi interior siempre puedo decir que me quedó una espinita, aunque fríamente ser cuarto es un gran resultado.
¿Cómo ves el maratón de los Juegos de París?
Ver correr a Eliud Kipchoge es algo memorable y si además, ojalá, le juntas con Bekele, a sus 41 años, va a ser espectacular. Verlos rivalizar, aunque no ganen, será tremendo.
Lo que está claro es que los africanos son, desde hace muchos años, los grandes dominadores del maratón.
Que pueda ganar un atleta blanco un maratón es muy difícil. Ya no ganar, sino también estar dentro del podio. Antes estaba Stefano Baldini o nosotros los españoles, pero eso se ha acabado. No porque no tengan talento sino porque los africanos tienen una constitución diferente y ahora compiten mucho más en carreras de larga distancia.
Eso da más valor a lo que conseguiste y sigues consiguiendo.
Creo que da mucho valor porque al final es algo irrepetible. También había africanos, estaban Haile Gebrselassie o Paul Tergat, por ejemplo, pero sobre todo estaban en la pista.
¿Tuviste algún referente como atleta?
Cuando veía a Mariano Haro, sobre todo en campo a través, quería ser como él. Se crió en Becerril de Campos, un pueblo de Palencia, en un momento difícil, duro. Corriendo era un cazador que se iba a cazar. También José Luis González o Antonio Prieto me marcaron. De hecho, con Antonio Prieto, que fue uno de mis ídolos, coincidí corriendo. En 1990, en el campeonato de España de cross en Estella, yo gané y él fue tercero.
¿Ha cambiado mucho el cross de aquellos años duros a la actualidad?
Mucho. El que diga que no ha cambiado se tapa los ojos. Antes la disciplina del cross se vivía intensamente y ahora el asfalto se ha comido al campo a través. No hay tantas carreras. Todo está en el asfalto, económicamente hablando.
Sobre el asfalto precisamente se está labrando una guerra de zapatillas en busca de récords, la máxima innovación, precios estratosféricos...
Estoy a favor de la evolución, pero tampoco me gusta que las marcas se aprovechen en exceso de esa evolución y no soy partidario de que los populares se vuelvan locos comprando zapatillas de 500 euros. Debería haber más zapatillas con fibra de carbono y espumas muy reactivas, que es la última innovación, adaptadas a los populares y más asequibles.
En tu caso, ¿qué zapatillas utilizas?
Estoy con Skechers, que tienen unas zapatillas que me van muy bien. Hay algunas que tienen fibra de carbono, no es la que tienen otras marcas, pero creo que están trabajando muy bien para mejorar continuamente. Hay modelos muy buenos como Skechers GOrun Ride 11, Skechers GOrun PURE 4, Skechers GOrun Supersonic Max y obviamente hay que recordar las Razor, como calzado mixto, son zapatillas rápidas y ligeras que han dado mucho para que Skechers se posicione entre las grandes del calzado de running técnico.
Por último, pensando en el futuro, cuando decidas dejar de correr, ¿cómo te gustaría despedirte?
Me gustaría acabar mi vida de maratoniano, en unos años, corriendo en Nueva York. Es el más multicolor, el más popular y el que corre más gente. No lo digo para hacerlo en tres horas o lograr una buena marca. Lo quiero hacer para disfrutar sin esa lucha contra el crono.