Finales de marzo de 2024. En tiempos de materiales sintéticos de última generación, pistas de atletismo diseñadas por y para extraterrestres, zapatillas con superdrops y placas de carbono, espumas ligeras e hiperreactivas, medidores de lactato… tuvo lugar, en el salón internacional del madrileño INEF, un hermoso acto deportivo que llevaba por título “Recordar lo importante”. Se trataba de la presentación de la Asociación de Amigos de la Pista de Ceniza (APC), un núcleo que, en origen, surgió por puro amor al atletismo del pasado, a la antigua pista de la Ciudad Universitaria y a la figura deslumbrante, titánica, del desaparecido Miguel de la Quadra-Salcedo. Durante algo más de una hora, los cinco ponentes de la mesa embarcaron a los asistentes (entre los que se encontraba también un buen puñado de viejas glorias) en un hermoso viaje en el tiempo. Carlos Beltrán e Ignacio Ramos -mientras se sucedían en la pantalla hermosas y casi inencontrables fotos de época- nos trasladaron a la esforzada lucha de las mujeres atletas de los años veinte-treinta del pasado siglo para poder practicar su deporte y competir a nivel nacional e internacional. En el caso de España, como bien señaló Ignacio Ramos, todo surgió contra un ambiente hostil y casi desde la nada, en un grupo de mujeres como las hermanas Moles, asociadas a su escuela, que entrenaban en un patatal del barrio de La Guindalera. Junto a las palabras, las imágenes de los viejos estadios con sus pistas de ceniza, las delegaciones, las vestimentas y equipaciones del pasado, las noticias de periódico… formaron una constelación llena de significado y de magia para los espectadores de la sala. Por su parte, Loles Vives, mítica velocista catalana –primera mujer española en bajar de los doce segundos en los 100 metros lisos-, divirtió al público con sus grandes anécdotas de sus competiciones, las condiciones en las que corrían, en ocasiones en pistas de materiales inclasificables o en una ceniza que se había prensado sobre antiguos vertederos de basura. En medio de aquellos aromas se batían, pese a todo, récords de España. (“En fin, ceniza somos y en ceniza nos convertiremos”, dijo como cierre, con su gran sentido del humor). Otra gran campeona, Aurora Pérez (vicepresidenta de la asociación), que también se inició en las que entonces se llamaban pistas del SEU, tributó, junto al presidente, Isaías Díaz, un merecido homenaje a los viejos tiempos y los grandes nombres de tantas y tantos atletas que con sus carreras, saltos y lanzamientos pusieron sobre superficies de ceniza las bases del atletismo español, en aquellas pistas de calles pintadas con cal que se volvieron lugares míticos. No sólo las iglesias son espacios sagrados. Se recordó, pues, como prometía el cartel del encuentro, lo importante: mantener viva la memoria de nuestros héroes y heroínas del pasado, preservar y respetar las viejas instalaciones, darles nueva vida a aquellos espacios sagrados donde, en las circunstancias más adversas, tantas hazañas y esfuerzos deportivos tuvieron lugar.
► Sobre el autor: Ernesto Calabuig, Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, es escritor, crítico literario y traductor. Corre desde los años ochenta y en ocasiones disfruta del lanzamiento de peso.