Opinión

Madrid vibra con la carrera más retro del mundo

El domingo 2 de junio, la Vintage Run by TotalEnergies fue una fiesta de la velocidad y el estilismo 'old school' en la que el número de finishers ascendió a 5722.

Miguel Olmeda

4 minutos

La Vintage Run by TotalEnergies fue una fiesta de la velocidad y el estilismo 'old school. ORGANIZACIÓN.

Motivos para correr la Vintage Run by TotalEnergies hay de todos los colores, nunca mejor dicho. Uno de ellos puede ser correr 10 kilómetros muy rápido. Otro, pasar una mañana deportiva en un ambiente festivo como pocos en España. Un tercero, retroceder tres décadas durante un rato y recordar aquellos maravillosos 70 (u 80 o 90) con el outfit más original que se te ocurra. Todos pesaron en su justa medida para que el pasado domingo 2 de junio me pusiera el dorsal y acudiera a las Cuatro Torres a las 9 de la mañana para tomar la salida. 

Resulta casi poético que en la resaca de la 15ª Champions del Real Madrid el arco de salida se situase donde un día estuvo la Ciudad Deportiva blanca, ya que la venta de sus terrenos puso la primera piedra al siglo XXI dorado que están viviendo en el Bernabéu. Luego volveremos con ello.

En resumen, venía yo a enumerar los motivos para correr la Vintage Run by TotalEnergies porque, en la parte que le correspondía, la organización de Mapoma lo puso todo de cara: un circuito más favorable imposible (supersónico dentro de las capacidades de cada uno), animación en salida y meta para crear un espectacular ambiente, y hasta unos tirantes retro en la bolsa del corredor, blancos con una franja azul, que cualquiera sería capaz de imaginar hace ya 70 años en la pista de Iffley Road donde Roger Bannister corrió la primera milla en menos de cuatro minutos.

Me habían hablado maravillas de la Vintage, así que este año, en cuanto estuve un poco en forma, la marqué en rojo en mi calendario. Además para esta cuarta edición le han dado una vuelta de tuerca a su ya de por sí endiablado recorrido (el keniano Weldon Langat ya corrió en 26:34 hace un par de años) para suavizar aún más el tramo final y que todo el mundo pudiera volar. El resultado ha sido increíble.

Ya desde antes de la salida se respiraba running en Plaza Castilla. Hordas de corredores vestidos con los colores más variopintos emergíamos del Metro con las primeras zancadas de la mañana, calentando hasta la salida junto a las Cuatro Torres. Predominaba la camiseta de la propia carrera, pero ya se dejaban ver outfits más atrevidos, como el de una chica (luego la vería cruzar la meta en algo menos de una hora) que parecía sacada de una clase de aeróbic en Santa Mónica en los 80. Y también las primeras camisetas madridistas que serían trending topic a lo largo de los 10 kilómetros. 

Da igual si lo haces a 3:00 o a 6:00/km, que en este circuito puedes arañarle unos cuantos segundos por kilómetro al crono.

Y es que bajando Bravo Murillo a toda pastilla tuve tiempo de completar una colección de cromos de leyenda que a más de uno le tocarán la fibra. Desfilaron ante mis ojos el '10' de Seedorf, el '6' de Redondo, el '4' de Hierro, varios '8s' de Mijatovic, un '7' sin nombre que me atrevería a atribuir a Juanito. De entre las más modernas me llamó la atención la de Nacho y su '6' y me habría encantado ver el '2' de Carvajal (seguro que alguien, entre 8000 corredores que éramos, la tenía). Servidor, un friki del atletismo yanqui, optó por la blanquiverde del Oregon Track Club comprada en su día en la misma Eugene, en una pequeña tienda junto a la furgoneta en la que Phil Knight vendía las primeras Nike hace ya más de 50 años. Más vintage no podía ser.

La carrera, como me habían prometido, estaba hecha para volar. Da igual si lo haces a 3:00 o a 6:00/km, que en este circuito puedes arañarle unos cuantos segundos por kilómetro al crono. Comienzas con un llano de más de un kilómetro que casi es el parcial menos favorable de toda la carrera, y ya es decir. Luego te tiras Bravo Murillo abajo hasta Cuatro Caminos, donde continúas bajando a toda mecha por Santa Engracia, pasando por Ríos Rosas hasta llegar al mítico barrio de Chamberí. Una gozada tener para ti algunas de las principales avenidas de Madrid, donde además el ambiente ayuda, tanto por el público que se acerca a ver la carrera como por algunas de las liebres de la organización, que corrían con música ochentera a todo volumen en sus altavoces.

Con media carrera (y media marca personal) en el bolsillo, bajas a toda velocidad el cuestón de Eduardo Dato, que hace poco más de un mes sufriste en sentido contrario en la Rock 'n' Roll Running Series Madrid, y encaras la calle Almagro hasta Alonso Martínez. Ahí te encuentras con el tramo más crítico de la carrera (al menos para mí). Después de siete kilómetros bajando, un muy breve falso llano en Sagasta que te puede jugar una mala pasada. De repente no te ves tan cómodo moviendo esos ritmos y tienes que apretar los dientes para salvar el escollo, aunque en apenas 500 metros el perfil volverá a ayudarte. Después sigues bajando Alberto Aguilera y Princesa hasta llegar a Moncloa, justo en el kilómetro nueve.

En ese momento tienes 800 metros de descenso sin control en el que podrás recortar unos muy valiosos segundos al crono final. Eso sí, no te calientes en exceso, porque los últimos 200 metros hasta la meta en el paseo de Camoens sí que pican para arriba y corres el riesgo de que aparezca el tío del mazo para frenarte en seco... Aunque el público que se concentra a los lados del circuito y los speakers de la prueba se encargarán de darte ese empujón definitivo.

Récord 'down under'

Al final, 5722 corredores completaron los 10 kilómetros en menos de una hora, un porcentaje altísimo. 959 bajaron de 40 minutos y ¡3522! de 50 minutos. El número de marcas personales debió de ser de varios millares... O por lo menos las celebraciones postcarrera en el Parque del Oeste eso invitaban a pensar.

En cuanto a la participación de élite, volvimos a disfrutar de una carrera de récord. Estaba llamada a batirlo la leyenda del atletismo Tirunesh Dibaba, triple campeona olímpica, que a sus 39 años todavía fue capaz de correr en 31:04, por debajo de la anterior plusmarca de la prueba, en poder de Majida Maayouf. Sin embargo, se vio sorprendida por un titán venido de las antípodas. La australiana Izzi Batt-Doyle, maratoniana mundialista de 2:23:27, reventó el récord de la Vintage Run by TotalEnergies con un tiempo de 30:23. Es decir, 58 segundos más rápido que la plusmarca de Majida y 54 por debajo del mejor 10K jamás corrido por una oceánica. Majida fue la primera española con 32:14, seguida de Clara Viñarás (33:50) y Azucena Díaz (34:25).

El etíope Dawit Wolde paró el reloj en unos estratosféricos 26:55, mientras que los primeros españoles fueron el campeón nacional de duatlón Javi Martín (28:44), el explusmarquista español de maratón Ayad Lamdassem (28:47) y el maratoniano olímpico Dani Mateo (29:25). 

Relacionado