Es una sala relativamente pequeña en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Por allí han pasado, pasan y pasarán algunos de los mejores atletas de nuestro país y allí, también, ponen sus manos y su conocimiento al servicio de nuestro deporte muchos de los mejores profesionales del sector en España. Allí es donde Ángel Basas, jefe de los servicios de fisioterapia de la Real Federación Española de Atletismo, trabajaba desde hace más de 30 años.
Hoy Ángel ha fallecido. También su hijo Carlos. Ha sido en un accidente de tráfico en Nueva Zelanda y el atletismo español ha sufrido uno de los mayores golpes de los últimos años.
Hoy, su rincón en la sala de fisioterapia está vacío y en silencio, pero allí sigue luciendo un mapa del mundo, grande y detallado, repleto de chinchetas que indicaban los lugares en los que Ángel había estado, ya fuese trabajando o disfrutando de la vida. Porque era un fantástico profesional, uno de los mejores de nuestro país, revolucionario en algunos aspectos y meticuloso como pocos, pero sobre todo era una persona que amaba vivir y disfrutar de esa vida que hoy, junto a su hijo, ha perdido en el otro lado del mundo.
Ese mapa seguirá recordando su figura a todos los que han sido sus compañeros de trabajo durante todos estos años, aquellos que le han acompañado a los ocho Juegos Olímpicos en los que estuvo y que compartían su día a día. También para que aquellos que lo observen sigan teniendo claro que la vida es una y es preciso exprimirla al máximo, disfrutando de sus placeres y valorando esos momentos que, cuando todo acaba, ya nunca volverán.
La vida sigue para los que el lunes volverán a abrir esa puerta. Allí ya no estará Ángel Basas pero su nombre y su recuerdo seguirá en la memoria de todos ellos.
Descansen en paz.