El equipo de CORREDOR\ sigue trabajando con gran esfuerzo e ilusión para manteneros informados. Si quieres apoyar nuestro periodismo y disfrutar de las ventajas de hacerte prémium, suscríbete a nuestra web aquí (el primer mes es gratuito*).
Esta mañana al salir de casa me he acordado de ti. Aunque te llamé para felicitarte por tu enorme carrera de la final del Campeonato de España, sabía que hoy era un día mucho más importante para ti. De camino a la clínica donde trato de mi lesión, he parado antes de subirme al coche para enviarte una de esas notas que audio que siempre te solía mandar cuando llegaban citas importantes. La de hoy, sin embargo, era especial. No era una nota de audio más.
Cuando llegaste al grupo donde hoy entrenas eras muy pequeño y te gastábamos bromas. Recuerdo cuando te llevaba en coche hasta mi barrio después de entrenar y desde allí cogías el autobús que te llevaba hasta Torrejón, y cómo te tomábamos el pelo. Cada día, durante muchos días, te he visto crecer. Recuerdo tu primer Campeonato de España juvenil, cómo lo celebraste y lo contento que hiciste a nuestro entrenador. Recuerdo cómo empezamos a llamarte "juve" desde entonces....y hasta ahora.
Recuerdo cuando hablé con el director técnico del Pamplona para que hicieran un esfuerzo para poder ficharte. Y así fue. Recuerdo aquellos viajes contigo. Inolvidables y para siempre. Recuerdo, cómo no acordarme, de quién estuvo allí consolandome en aquella semi final de aquel Campeonato de España absoluto de 2014 en Alcobendas. Recuerdo aquel abrazo por una carrera nefasta que hice. Fuiste tú quien siempre me animabas incluso en los peores ratos.
Recuerdo aquella Copa del Rey en Valencia, y quién fue la última persona que me animó antes de salir a pista, sabiendo que quizás, era mi última Copa. Recuerdo cuando te fuiste del Club, para seguir creciendo y fichaste con el F.C. Barcelona. Te estabas haciendo mayor y no me daba casi cuenta.
Recuerdo aquella caída de aquel Europeo Sub 23 que sufriste, y cómo encajaste el golpe, después de tanto esfuerzo y tanto sacrificio. Vi aquella carrera sentado en mi trabajo desde el móvil, y cómo se me escapaban las lágrimas, sabiendo lo mucho que habías trabajado por llegar allí. Recuerdo cómo te sacaste la espina dos años después y aquel grito de rabia al entrar en meta. Tú también lo recuerdas, pues tu foto de perfil en tu IG sigue siendo la misma.
Recuerdo quién me dio aquel abrazo grande cuando corrí mi último Nacional absoluto. Recuerdo mil y una veces cada risa, cada gesto cuando tú y yo entrenábamos juntos en la Blume y soñábamos con que algún día lograrías ir a unos JJ.OO.
Recuerdo todo como si fuera ayer, y por eso hoy, al mandarte esa nota de audio, sabía que era tu gran oportunidad. Te separaban de Tokyo 800 metros. Y había que correrlos por debajo de 1 minuto, 45 segundos y 20 centésimas. "Simplemente, hazlo, y cumple tu sueño hermano". Y así ha sido.
Esta tarde he estado nervioso todo el rato, porque hoy era un día importante para ti. Al abrir el whatsapp y ver la noticia, he tenido que sentarme, y no he podido evitar emocionarme. De repente me han llegado cientos de recuerdos, y como si el destino fuera caprichoso ha querido que hoy, precisamente hoy, se cumpliera lo que tanto he deseado para ti. Pocos pueden decir que han estado en unos Juegos Olímpicos, y aunque yo nunca he podido ir, sin embargo, puedo decir muy orgulloso, que de alguna manera he sido partícipe de todo esto durante tantos años. Verte cumplir el gran sueño de cualquier deportista ha sido el mejor regalo que nos has podido hacer a todos lo que desde lejos siempre te empujábamos.
Lo has conseguido amigo mío. Pero ya sabes, que aún falta otra nota de audio. Y la recibirás en tu móvil cuando luchemos por meternos en unas semifinales de unos JJOO. Y por qué no, sigamos soñando, con una final. Al final, aquellos sueños que teníamos mientras rodábamos por los pinares de la Casa de Campo se cumplieron. Así es esto del atletismo, hermoso, maravilloso, cuando lo compartes con las mismas personas durante tantos años. Yo quiero seguir soñando, y tú también, así que, querido Pablo Sánchez-Valladares, nunca dejes de soñar.