Con el otoño empiezan a bajar las temperaturas y nuestro cuerpo debe adaptarse al frío antes de que llegue el invierno más duro, es un proceso natural cuando se vive en climas templados con estaciones, pero los seres humanos hemos encontrado la manera de mantener las temperaturas en casa y en la oficina, y hemos dejado de 'adaptarnos' a la llegada del frío del invierno o del calor del verano.
En realidad, no es el frío el que provoca las gripes y resfriados, son los virus y bacterias los responsables, y el sistema inmunitario es el encargado de combatir a estos microorganismos y evitar las infecciones que provocan. Con la adaptación al frío paulatina, con la bajada de temperaturas que ocurre en otoño, nuestro sistema inmunitario se pone en 'modo alerta' para estar preparado para la llegada de los nuevos patógenos responsables de la gripe, por lo que evitar el frío no sólo no hará que pilles más gripes y resfriados, si lo haces de forma natural, puedes estar ayudando al sistema inumnitario para que haga su función y esté preparado para combatir las infecciones que producen gripes y resfriados.
Hemos preguntado a la Dra. Sari Arponen las claves para mantener el sistema inmunitario y evitar resfriados, para estar bien preparados.
Claves para mantener el sistema inmunitario y evitar resfriados
La Dra. Sari Arponen, miembro del equipo científico de Nutribiótica –expertos en microbiota– y autora de los ‘bestsellers’ ¡Es la microbiota, idiota! y El sistema inmunitario por fin sale del armario, explica las pautas para conseguir fortalecer el sistema inmunitario y así lograr evitar los resfriados y, por ende, todos los síntomas derivados de este: mucosidad, congestión, dolor de garganta, de cabeza, malestar general, tos, estornudos, escalofríos, fiebre…
Una de las causas más importantes de los desequilibrios del sistema inmunitario está relacionada con que en nuestra sociedad actual hay muchos factores que hacen que tengamos una inflamación crónica de bajo grado. Según afirmaciones del científico y escritor Philip Maffetone –autor del libro The Overfat Pandemic–, el 80% de la población tendría un exceso de tejido adiposo en el cuerpo, un tejido adiposo inflamatorio, con la llamada grasa 'blanca', no la grasa parda o marrón. Es decir, muchas personas no tienen sobrepeso ni obesidad, pero sí poco músculo y un exceso de grasa en el cuerpo.
“Tener una inflamación aguda en condiciones de vez en cuando es necesario para nuestra supervivencia. Sin embargo, estar siempre un poco inflamados no nos viene bien. Por un lado, nos enferma. Y, por otro, hace que quizá no seamos capaces de inflamarnos de verdad cuando lo necesitamos, de ahí esos resfriados mal curados que podemos llegar a arrastrar durante semanas”, explica la Dra. Arponen.
Inflamación y sistema inmunitario
Nuestro estilo de vida es responsable de que estemos continuamente inflamados. Es por ello que nuestro sistema inmunitario se mantiene en un estado de alarma constante a consecuencia de muchos de nuestros hábitos diarios: la ingesta de productos ultraprocesados que comemos varias veces al día, las toxinas como los disruptores endocrinos o los metales pesados, todos los estresores crónicos de la vida moderna, el sedentarismo, la cronodisrupción… Todos estos factores son antropógenos, o lo que es lo mismo, los generamos nosotros mismos, por lo que nosotros mismos podemos tomar medidas para que no se produzcan.

Así, entre las principales recomendaciones que hace la Dra. Arponen para evitar que el sistema inmunitario se desequilibre y seamos más susceptibles de resfriarnos están:
- Tener una alimentación a base de comida real, siguiendo una dieta pesco-mediterránea o atlántica.
- Comer no más de 2-3 veces al día llevando a cabo un ayuno nocturno adecuado, de mínimo 12 ó 13 horas.
- Realizar ejercicio físico al ser posible en un entorno natural, siendo lo ideal andar un total de 15.000 pasos al día.
- Controlar el estrés crónico, teniendo en cuenta que el uso y abuso de los dispositivos digitales es uno de los principales causantes del mismo
- Conseguir horas de descanso y sueño adecuado.
- Adaptarse poco a poco al frío y bajas temperaturas durante el otoño, evitando pasar mucho tiempo en entornos con calefacción elevada y los cambios bruscos de temperatura.
- Tener una microbiota equilibrada, ya que esta nos permite lograr ese equilibrio inmunitario y, por lo tanto, nos hace menos susceptibles a las infecciones víricas.

La microbiota, una ayuda para el sistema inmunitario
En el intestino podemos encontrar inmunobióticos, aquellos microorganismos vivos probióticos capaces de modular el funcionamiento del sistema inmunitario de una forma favorable.
Para obtenerlos mediante la alimentación, hay que consumir alimentos fermentados, pero el inconveniente en estos casos en que no sabemos qué cepas estamos obteniendo. Y es que, no todas las cepas producen el mismo efecto en el cuerpo y en función de la persona se necesitará una u otra.
“Los probióticos deben seleccionarse en función de su acción específica inmunobiótica”, indica la doctora. Algunos de los más conocidos, como L. rhamnosus gg, L. casei y L. paracasei, son muy inmunobióticos.
Llegados a este punto habría que atender también a la importancia de tener una microbiota equilibrada, ya que esta nos permite lograr ese equilibrio inmunitario y, por lo tanto, nos hace menos susceptibles a las infecciones víricas. Por esta razón, la suplementación con cepas probióticas específicas es una estrategia a considerar, que debe ser atendida por una persona experta en microbiota, que nos ayude a cuidar la alimentación y los hábitos de vida que ayudan a nuestras defensas, y que identifique cuáles son las cepas esoecíficas que nos pueden ayudar a cada persona, evitando tomar probióticos al azar o de uso general, con los que no vamos a empeorar, pero tampoco mejorar. Mejor invertir en inmunobióticos de calidad y específicos para nuestras necesidades