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Tal día como hoy se inauguraba el mayor acontecimiento deportivo celebrado en la historia de España: los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Pero nuestro deporte, el atletismo, no comenzó hasta el 31 de agosto. Participaron en las diferentes pruebas 1.765 atletas (1.132 hombres y 633 mujeres), de entre los cuales 59 fueron españoles (44 hombres y 15 mujeres). La competición en el Estadio Olímpico de Montjuïc se alargó hasta el día de la clausura de los Juegos, el 9 de agosto, cuando se disputó el maratón masculino.
Durante aquellos días de julio y agosto de 1992 se vivieron momentos únicos e irrepetibles para la historia del atletismo mundial y español. De entre todos ellos hemos querido rescatar los diez que, según el criterio de la redacción de la revista Corredor (totalmente subjetivo), más han marcado al aficionado a nuestro deporte. Esperamos que, al menos, os hagan revivir el aroma de aquel maravilloso verano de 1992. A continuación os ofrecemos la primera parte de esta selección.
1 La primera medalla de oro para el atletismo español.
En el primer día de competición Daniel Plaza se convertía en el primer atleta español en conseguir una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Fue en los 20 kilómetros marcha, tras imponerse con un tiempo de 1:21:25. Fue, con diferencia, el mayor éxito de una carrera deportiva en la que también encontramos un bronce en el Campeonato del Mundo de Stuttgart.
2 Un récord para la historia.
Una de las mayores gestas de la historia del atletismo se vivió el 6 de agosto de 1992 cuando se disputó la final de los 400 metros vallas. En ella, el nombre de Kevin Young como gran favorito era claro, pero pocos vaticinaron lo que en el tartán de Montjuïc se iba a vivir. El estadounidense cruzó la línea de meta victorioso con un tiempo de 46.78, estableciendo así un récord del mundo que aún permanece vigente y que nadie en estos 25 años se ha atrevido a cuestionar.
3 Oro con reivindicación.
Nacida en Argelia en 1968, la historia de Hassiba Boulmerka ha sido la del amor por el atletismo y la lucha por la libertad de las mujeres. Su medalla de oro en los 1.500 metros sirvió para reivindicar no solo su propia libertad (había sido amenazada por grupos fundamentalistas islámicos por correr en pantalón corto y no utilizar velo), sino también la de todas las mujeres que todavía en 1992 -e incluso en nuestros días-, no la conocían. En 1995 recibió el Premio Príncipe de Asturias de los deportes.

4 El pundonor de Dereck Redmond.
Más allá de las grandes gestas atléticas conseguidas en Barcelona, una de las imágenes más icónicas de aquellos Juegos Olímpicos fue la de Dereck Redmond, roto por el dolor, entrando en la línea de meta junto a su padre tras haberse desgarrado el tendón de Aquiles en las semifinales de los 400 metros. El británico era uno de los favoritos a la victoria final y aunque no pudo colgarse una medalla, su imagen dio la vuelta al mundo y supuso un ejemplo de motivación para toda una generación.
5 El saber estar de Javier García Chico.
En el salto con pértiga todo parecía encaminado para que Sergey Bubka consiguiera su segundo título olímpico en Barcelona, pero lo que nadie esperaba es que el auténtico dominador de la disciplina errase tres saltos y quedara eliminado, dejando así vía libre al resto de participantes de cara a las medallas. Entre ellos, Javier García Chico, que con 5.75 metros se alzaba a la tercera posición y conseguía una medalla histórica. Su saber estar y su gran concentración en la prueba le valieron el mayor éxito de su carrera deportiva. Y además en su ciudad.

6. El último 3.000m lisos en categoría femenina
La cita olímpica de Barcelona sirvió para celebrar por última vez los 3.000 metros lisos en unos Juegos Olímpicos. A partir de Atlanta 1996, las fondistas pudieron disputar, como los hombres, los 5.000 metros. La última campeona olímpica fue la rusa (entonces Equipo Unificado) Yelena Romanova, seguida por la ucraniana (también Equipo Unificado) Tetyana Dorovskikh y de la canadiense Angela Chalmers. La carrera, emocionantísima, se decidió entre siete mujeres en los últimos 400 metros.
7. ¿Un español en el pódium del decathlon?
Algo que parecía (y hoy vuelve a parecer) completamente imposible ocurrió en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Un decatleta español, Antonio Peñalver, subió al segundo cajón del pódium del Estadio de Montjuïc consiguiendo a los 23 años el mayor éxito deportivo de su carrera deportiva. En el Campeonato del Mundo de Tokio 1991 ya había sido octavo, pero pocos pronosticaron que Peñalver pudiera estar disputando los metales. El checoeslovaco Robert Změlík logró el oro y el británico Dave Johnshon el bronce.
8. Maite Zúñiga: una aguja en un pajar
En la prueba de 1.500 metros en categoría femenina, además de la exhibición de Hassiba Boulmerka, pudimos ver a la única española con plaza de finalista en estos Juegos Olímpicos. Maite Zúñiga no faltó a su cita en la final de la prueba reina de nuestro deporte y demostró que su paso a los 1.500 metros era una realidad, pues batió el récord de España en las semifinales con 4:04.00 para volver a rebajarlo en la final dejándolo en 4:00.59.
9. El bochorno del 10.000m en categoría masculina
El duelo entre Khalid Skah y Richard Chelimo en las 25 vueltas a la pista todavía es recordado por los amantes del deporte. Como explican en el fabuloso potal web Soy Cobarde, "a falta de tres vueltas para el final, la cabeza de carrera llega a la altura de un doblado, el también marroquí Hammou Boutayeb. Viendo que no se aparta, Chelimo decide adelantarlo, quedando Boutayeb detrás de Skah. Lo que ocurre a partir de aquí ha sido objeto de una de las mayores controversias de la historia del atletismo en unos Juegos Olímpicos, y posiblemente una de las mayores vergüenzas que jamás se hayan contemplado en este deporte". Para saber más, echad un vistazo al texto completo de Soy Cobarde en el que se cuenta cómo, tras una victoria de Skah en la pista de forma irregular, los jueces decidieron retirarle el título olímpico para devolvérselo horas después tras las presiones de la delegación marroquí.
10. Fermín Cacho, campeón olímpico
Aquí no hace falta escribir nada. Basta con volver a ver el vídeo del momento más icónico de la historia de nuestro deporte.