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Las universidades y los equipos corporativos (profesionales) compiten en un circuito de pruebas por relevos en ruta que paraliza Japón: los ekiden. Tanto, que probablemente sea lo que más gusta. ¿Son los Ekiden más atractivos para el público japonés que los Juegos? Puede. Y ya me empiezo a cansar de todo esto.
Va. Hay Ekiden populares. Hay Ekiden de clubes, de élite, y hay unos de tal calibre que un tercio de la población japonesa detiene el aliento en las fiestas de año nuevo para ver el Hakone, una prueba de relevos durante dos días, con etapas de medio maratón cada una. Un tercio de los 126 millones dejan la tele puesta mientras comen, o bajan a Tokio a verlo, o lo que sea. Pasión bruta. Las veinte universidades con mayor puntuación en la liga Kanto participan a lo largo de 217 km, recorrido que sale de Tokyo y asciende costa adelante hasta el lago Hakone, en dirección al monte Fuji. Recorrido que se desanda al día siguiente hasta el centro de Tokyo. Así cada 2 de Enero desde 1920. Acordaos de la columna de ayer: ekiden se compone de dos caracteres: estación y transmisión. Ekiden es tan importante como la idea de progreso industrial, de relevo entre generaciones.
El poeta Zenmaro Toki acuñó la palabra para rememorar el sistema de correos a pie o Tōkaidō. Ekiden resurgió románticamente en el momento preciso en que el deporte moderno se desperezaba. Políticamente nace en un momento crucial. Los politólogos están de acuerdo en que ekiden encarnaba el ideal del nuevo estado japonés de la dinastía meiji. Por un lado moderno, por otro tradicional: unía el esfuerzo individual con el trabajo en equipo. Se ponía claramente del lado de la huida de la sociedad feudal por parte de los gobernantes del siglo XX pero no del todo. Recordemos la dicotomía de las prisas del principio del texto. Pues igual. Una locura de expectación y fandom.
El Hakone Ekiden es mucho más que una carrera, es un modo de entender el deporte en colegios, empresas o universidades.
El pasado enero hubo que decidir si celebrar la 97ª edición sin público o incluso cancelarla. El nivel de debate alcanzaba los más altos organismos del atletismo de ruta del país. Es mucho más que una carrera, es un modo de entender el deporte en colegios, empresas o universidades. Es un ejemplo de las tensiones antitéticas de la japanidad. Así las cosas, con pandemia por medio o sin ella, si alguien hubiera propuesto que el Hakone Ekiden se desplazara a Sapporo o cambiase de formato, el país habría entrado en un shock nivel siete en la escala Richter.
Ekiden se come los grandes maratones. Los japoneses son fan de equipos de ekiden. También lo es de los maratonianos pero esa locura juvenil se lleva el gato al agua (recordemos que son más famosos los equipos de universidades que los profesionales). Contra esa polaridad, contra ese poderoso y popular formato atlético tiene que luchar el resto del atletismo en el país. El atletismo de pista las pasa canutas. Mientras, los fondistas-manga centellean, el público aúlla y los globos de colorines apabullan en las orillas de la carretera.