En primer lugar, imaginemos a todos los hombres que poseen los récords mundiales vigentes: Mike Powell volando hasta 8.95 metros para superar a Bob Beamon, Javier Sotomayor desafiando la fuerza de la gravedad para saltar 2.45 metros, Usain Bolt corriendo como un relámpago los 100 metros en 9.58 segundos, Randy Barnes lanzando el peso hasta 23.12 metros o, entre otros, Eliud Kipchoge finalizando el maratón en 2:01:39.
A continuación, con el estadio olímpico puesto de pie, imaginemos a Yelena Isinbayeva elevándose con la pértiga sobre 5.06 metros, a Florence Griffith devorando los 100 metros en 10.49 segundos, a Jackie Joyner convirtiéndose en la atleta más completa de la historia con 7.291 puntos en el heptatlón, a la saltadora Galina Chistyakova desplazándose hasta 7.52 metros en el foso de longitud o a Genzebe Dibaba corriendo en solitario los 1500 metros en 3:50.07.
¿Quiénes serían los ganadores de esta competición a medio camino entre la leyenda y la locura? ¿Cómo determinar qué récord tiene más valor o quién es mejor?
Obsesionados con medirlo todo, a lo largo de la historia del atletismo los estadísticos han querido hacer realidad esta competición trasladándola al papel y para ello han ido definiendo distintas tablas de puntuación para dar un valor equivalente a marcas similares en pruebas distintas, intentando homogeneizar las diferentes disciplinas y poder comparar cosas tan diferentes como, por ejemplo, una carrera de 110 metros vallas con un lanzamiento de martillo. Hasta que World Athletics, la antigua IAAF, admitió oficialmente en 2001 el sistema que se usa en la actualidad y cuyo nombre evoca a las raíces del atletismo: la tabla húngara.
Este modelo estadístico fue diseñado por el doctor Bojidar Spiriev en 1982, un ingeniero hidrogeológico y apasionado a la estadística atlética que realmente nació en Bulgaria en 1932, donde fue campeón nacional de 400 metros vallas, pero que tras casarse con la saltadora de longitud húngara Irén Kun se trasladó a vivir al país con cuyo nombre se conoce popularmente a su sistema de valoración.
Spiriev ideó una fórmula matemática que utiliza una marca de referencia y tres constantes de corrección en cada disciplina y que se va actualizando periódicamente
Basado en los datos de miles de competiciones que se disputan cada año en todo el mundo, Spiriev ideó una fórmula matemática que utiliza una marca de referencia y tres constantes de corrección en cada disciplina y que se va actualizando periódicamente con la evolución del nivel de cada prueba, ya que no es lo mismo correr hoy un maratón en dos horas y quince minutos que cuando Abebe Bikila batió el record del mundo en Roma 1960 con esa marca.
El modelo se aplica a cada una de las disciplinas atléticas y los puntos con los que se valora cada marca, sobre una puntuación máxima de 1.400 puntos, forman las tablas de equivalencia que World Athletics publica cada cierto tiempo (las tablas actuales son de 2017 y en su día actualizaron a las anteriores de 2014).
A título de ejemplo, según la tabla húngara el salto de 8.56 metros de Yago Lamela se valora con 1260 puntos. Dentro de los 1500 metros, esa puntuación coincide con el récord de España de 3:28.96 de Fermín Cacho, siendo casualmente ambas marcas equivalentes y siendo nuestros récords nacionales mejor valorados por este sistema.

Bojidar Spiriev, creador también de la base de datos de All-Athletics.com, falleció en 2010 y desde entonces su hijo Attila mantiene las tablas de valoración que siguen regidas por los mismos principios: constantes matemáticas de corrección para homogeneizar distintas pruebas, actualización constante para recoger la evolución de cada disciplina, distinción entre sexos al no ser las puntuaciones equivalentes entre hombre y mujer por diferencias biológicas, y un criterio progresivo que hace que una misma mejora de marca tenga un aumento mayor de puntos cuanto más alto sea el nivel (por ejemplo, la puntuación aumenta más al mejorar de 2:10 a 2:05 en maratón que al hacerlo de 3:10 a 3:05).
Es un modelo muy interesante para comparar mítines o campeonatos, analizar una prueba marca a marca, elaborar ránkings o ver quién ha sido el mejor de un año o un campeonato concreto
“El primer modelo de valoración de marcas consistió en asignar mil puntos al récord mundial de la época y desde ahí se sumaban y restaban puntos –describe José Javier Etayo, presidente de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo (AEEA)–. Era una cosa lineal muy pedestre, pero era un criterio y de eso hace un siglo. Desde entonces ha evolucionado mucho, se han incluido funciones con curvas decrecientes y lo importante es que se trata de un procedimiento estadístico razonable que nos permite comparar marcas análogas en pruebas diferentes, pero siempre considerando que no hay nada intrínseco que diga que una marca equivale exactamente a otra. Realmente, es un modelo muy interesante para comparar mítines o campeonatos, analizar una prueba marca a marca, elaborar ránkings o ver quién ha sido el mejor de un año o un campeonato concreto”.
“Además –añade Miguel Villaseñor, miembro de la AEEA y uno de los estadísticos más reconocidos a nivel mundial–, funciona muy bien para puntuar las ligas de clubes en las que hay muchas pruebas diferentes. El problema surge cuando quieres comparar grandes marcas, grandes logros o competiciones a lo largo de grandes periodos de tiempo”.
“Igual que ocurre con la estadística en general –continúa el presidente José Javier Etayo–, el modelo probablemente está muy ajustado para comparar las marcas que se encuentran en la media, pero las marcas máximas siempre son muy poco representativas y son muy difíciles de medir, amén de la arbitrariedad que implica siempre cada valoración y el hecho de que la propia evolución del atletismo (material, entrenamiento, conocimientos…) hace que sea imposible comparar resultados alejados en el tiempo”. “Con números en la mano, las tablas podrían ajustarse más –sostiene Miguel Villaseñor, quien destaca que las pruebas de marcha están poco valoradas–. Por ejemplo, el recórd de Eliud Kipchoge en maratón (2:01:39) se valora con 1.316 puntos. Esa puntuación equivale a 43.09 en 400 metros, que estarían bien; a 9.69 en 100 metros, que se quedarían un poco cortos; a 19.40 en 200 metros, tan cortos que hay tres atletas que han corrido por debajo de esa marca (Usain Bolt, Yohan Blake y Michael Johnson); o por el contrario a 12.69 y 46.40 en 110 y 400 metros vallas respectivamente, que son marcas que probablemente ninguno de nosotros veamos nunca”.

“Detrás de una estadística siempre está el individuo que valora y comenta, y hay que tener mucho cuidado para no hacer de la anécdota categoría –afirma el presidente de la AEEA José Javier Etayo–. Por ejemplo, el Mundial de Doha ha sido un gran campeonato con grandes registros, con resultados muy profundos y con grandes disputas, pero la afirmación de que ha sido el mejor campeonato de siempre por tabla húngara hay que cogerla con pinzas y no olvidar que además de los números hay muchos temas paralelos”.
“En primer lugar –continúa Miguel Villaseñor–, habría que coger todas las pruebas, sin excluir disciplinas como el maratón o la marcha, y matizar mucho: marcas de ganadores, de medallistas, de finalistas… Haciendo números Doha no supera a campeonatos como Tokio 1991, pero el principal problema es que el atletismo ha tenido una progresión muy grande a lo largo de las décadas y no podemos valorar todo lo pasado con el sistema que se utiliza para hoy, porque perderíamos el sentido historicista y podríamos caer en el error de pensar que lo más actual siempre es lo mejor. Por ejemplo, utilizando sólo las tablas actualizadas el último Campeonato de España celebrado en La Nucía sería mejor que los Juegos Olímpicos de México 1968. Para eso hay otros parámetros: qué supuso en ese momento en el ránking mundial de todos los tiempos, cuántos récords nacionales o continentales se batieron… Sin embargo, estas tablas son un gran sistema de valoración en un momento concreto actual y para puntuar en una competición o liga, pero siempre teniendo en cuenta sus limitaciones”.
“Al final, la aceptación global y su utilización es lo que da valor a cualquier sistema estadístico, y el hecho de que World Athletics reconozca de forma oficial la tabla húngara es lo que evidencia su importancia”, concluye José Javer Etayo recordando que estas tablas de valoración son fundamentales en el cálculo del nuevo ránking mundial que a partir de ahora empieza a sustituir a las tradicionales marcas mínimas para las grandes competiciones internacionales (calculando para cada atleta una media entre sus mejores marcas del año que incluye la puntuación según tabla húngara y una puntuación según la importancia de la competición donde ha obtenido cada resultado). De vuelta a nuestra competición entre todos los plusmarquistas mundiales, de los cinco ejemplos que poníamos los 9.58 de Usain Bolt son el récord mejor valorado por tabla húngara (1356 puntos), por delante de Mike Powell (1346), Eliud Kipchoge (1316), Javier Sotomayor (1314) y Randy Barnes (1308), siendo el récord del mundo mejor valorado los 98.48 metros de Jan Zelezny en jabalina (1365).
En mujeres, el salto de longitud de 7.52 metros de Galina Chistyakova (1333 puntos) supera a Jackie Joyner (1331), Florence Griffith (1314), Yelena Isinbayeva (1290) y Genzebe Dibaba (1287), siendo todas ellas superadas a su vez por dos récords que hoy parecen inalcanzables: 76.80 metros de Gabriele Reinsch en lanzamiento de disco (1382) o 22.63 metros de Natalia Lisovskaya en peso (1372).
Tal y como descubrimos con cada nueva publicación de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo (AEEA), y más allá de las posibilidades de mejora y de las distintas interpretaciones que encierran los modelos estadísticos, en un mundo tan medible como el atletismo donde la victoria o el fracaso dependen de un centímetro o de una centésima de segundo, Bojidar Spiriev y su tabla húngara demuestran que la estadística atlética siempre es una forma apasionante de acercarnos a nuestro deporte y soñar con cuantificar y comparar hasta lo que parece imposible medir.