El 20 de agosto de 2022 Sara Gallego se quitó los clavos después de competir por última vez. Había corrido la final de los 4x400 metros del Campeonato de Europa de Múnich, donde el equipo español había finalizado octavo. Un día antes, la catalana había sido cuarta en la final de los 400 metros vallas, su prueba natural. Finalizaba así un 2022 con 27 carreras a sus espaldas. Hoy, más de un año y medio después, volverá a la competición en el World Indoor Tour de Madrid, donde será la liebre de los 800 metros (20:05h).
Desde aquella carrera en Múnich hasta hoy Sara Gallego ha tenido que superar dos lesiones, una muscular en el invierno de 2023 y otra ósea, la más grave, desde la primavera del pasado año. Sufrió un esguince en su pie derecho que desembocó en una rotura de uno de los ligamentos sumada a un edema óseo, lo que la llevó a pasar algunos de los peores momentos de su vida a nivel físico y anímico: "he llorado mucho".
Pero hoy vuelve a ser un día de sonrisas. Y de tensión. "Tengo algo de presión, porque voy a tirar a mujeres que quieren correr por debajo de dos minutos. Al final tengo la responsabilidad de tener que hacerlo bien, pero es verdad que prefiero ser liebre a competir normal para ir cogiendo seguridad", cuenta Sara a pocas horas de saltar al tartán de Gallur.
VOLVER DESDE CERO
Un regreso que llega en plena reconstrucción de la atleta, siempre con vistas a una temporada 2024 que será tan prematura como intensa. "Como no tengo mínima ni nada de cara a los campeonatos, tengo que ir con margen y sé que en abril tengo que estar en forma". Y en esas está Sara, que está disfrutando del proceso de volver a sentirse ateta de élite: "Me ha gustado mucho porque en diciembre, en Sudáfrica, rodaba 10 minutos a 180 pulsaciones por minuto, y de verme así a cómo estoy ahora... Estoy muy bien aeróbicamente, me lo dice hasta el Garmin (risas) y además mejoro mucho más rápido de lo que pensaba y ese proceso me satisface mucho".
Un proceso interno pero también externo. "Como no podía hacer otra cosa he trabajado mucho el gimnasio, ya que yo nunca había hecho pesas hasta ahora. Conseguí lo que conseguí sin hacer pesas y ahora, con tiempo, hemos mejorado eso, lo que ha provocado que haya cogido mucho peso en forma de músculo, aunque también de grasa". Cuenta que "cuando competí en Múnich pesaba 51 kilos y ahora estoy en 54, pero he llegado a estar en 58". Pero la realidad es que la situación de Múnich era un tanto insostenible. "Se me fue la regla, algo no habitual entre velocistas, y llegué a niveles extremos en aquella ocasión".
UNA HOJA DE RUTA CLARA
De cara a este año, la de Nike tien claros sus objetivos: "Me gustaría estar en Roma y en París. Quizá en el europeo no estoy en mi pico de forma pero tengo que haber estado en mis marcas y que me sirva como de preparación para estar en los Juegos al máximo". Y si piensa en el futuro, no duda en afirmar que su 'prime' lo quiere alcanzar en Los Ángeles 2028: "Tengo el sueño de ser finalista olímpica y creo que es algo realista en función de lo que he logrado hasta ahora. A París no voy con tantas expectativas sino pensando más en el camino a largo plazo".
El 800 va a ser un reto porque además de cambiar el estilo de entrenamiento existe un componente táctico en la competición.
Un camino en el que, ahora sí de forma clara, Sara sabe que las vallas compartirán protagonismo con los 800 metros: "He entrenado mi base aeróbica estos meses y me ha gustado mucho. Antes lo decía, pero es que ahora sé que voy a hacer 800 en el futuro. He disfrutado al darme cuenta de que ese estilo de entrenamiento tan duro me gusta". Aun así, sus palabras están llenas de respeto: "El 800 va a ser un reto porque además de cambiar el estilo de entrenamiento existe un componente táctico en la competición".
Entrenamientos que, de momento, siguen focalizados en los 400 metros vallas. Como el último que realizó antes de competir en Madrid y que fue, precisamente, el primero con vallas desde hacía mucho tiempo. "Hice cuatro bloques de 300 sin vallas y 200 con vallas, recuperando 2 minutos entre el 300 y el 200 y 6 u 8 entre bloques. Los 300 iba a 47 segundos aproximadamente y en los 200 con vallas a 30, acabando el último en 28".
Para esos entrenamientos, Sara confiesa que, a diferencia de otros atletas, apenas varía los modelos de zapatillas Nike que usa. "Pegasus para calentar o rodar, Pegasus Turbo para las series y Maxfly (clavos) para correr al máximo".
LA CONFIANZA Y LAS INSEGURIDADES
Durante todo este tiempo de lesión, Sara ha atravesado momentos buenos, malos y muy malos. Pero ahora también es consciente de las cosas importantes en la vida de un deportista: "En uno de los últimos entrenamientos antes de lesionarme acabé llorando porque no me había salido bien y al cabo de una semana estaba lesionada y pensando 'qué idiota, lo que pagaría por volver a hacer ese entreno'. Tenemos tan normalizado todo que hace falta tener malos momentos para valorar lo que vives cuando estás arriba".
Y sí, también han aparecido las inseguridades: "¿Y si no vulevo a ser la de siempre? ¿Y si no puedo correr en 54 bajos? Poco a poco vas cogiendo confianza los entrenamientos me van aportando más. Además, el pie lo tengo controlado, aunque no lo tengo como el sano, sí que sé tratármelo bien y valorarlo en función de cómo me siento cada día", explica una atleta que recuerda con una sonrisa amplia y pura el día que supo que saldría de su pozo particular: "Fue uno de los primeros días que corría y el pie no me molestó. Ahí supe que iba a volver. Corrí de forma natural".