Hace unas semanas, cuando recibimos el primer listado provisional de atletas de élite para el Zurich Maratón de Sevilla, sonreí al ver incluido a Mahiedine Mekhissi. Sin embargo el próximo 19 de febrero no veremos al francés debutar en maratón. El motivo es su retirada del atletismo profesional, resumida en una frase que lo dice todo y que recoge en una entrevista el diario L'Equipe: "Renuncio porque ya no tengo ganas".
Un atleta único, esencial. Odiado por muchos, venerado por otros tantos. Talentoso y diferente. Una tarde con Mekhissi en el estadio era sinónimo de espectáculo, sabías que algo podía ocurrir y su presencia estaba íntimamente ligada a que los espectadores se levantaran de la butaca: a veces rindiéndose a su capacidad deportiva, a veces indignados por su controvertida actitud.
Francés millenial prototípico, hijo de una familia argelina, nació en Reims para deslumbrar al mundo con un talento especial para pasar obstáculos. 1,92 y 72 kilos. Una figura imponente sobre el tartán que alcanzó su cenit en aquel Campeonato de Europa de Zúrich donde venció en los 1500 metros y los 3000 metros obstáculos. En la segunda prueba, que cruzó sin camiseta ante el asombro de un público suizo poco acostumbrado a salidas de tono, fue descalificado.
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Aquel día Mekhissi, que ya había protagonizado un momento tenso en el Meeting de Mónaco cuando, a puñetazo limpio, dejó clara su animadversión por Mehdi Baala, pasó a ser un atleta de blanco o negro: o le amas o le odias.
Antes y después de aquella semana en Zúrich, Mekhissi había demostrado su dominio en los 3000 metros obstáculos en Europa. Campeón continental en 2010, 2012, 2016 y 2018, la victoria de Berlín por delante de Fernando Carro fue el adiós real de un atleta que plantó cara a los todopoderosos kenianos en las citas olímpicas y mundiales.
IDILIO OLÍMPICO
Igual que antes lo hicieron de forma menos contundente los Lambruschini, Tahri o los españoles Eliseo Martín o Luismi Martín Berlanas, Mekhissi fue la piedra en el zapato de atletas legendarios como Ezekiel Kemboi, sobre el que tiene un balance positivo de victorias en los 3.000 metros obstáculos, 11 para el francés, 7 para el keniano.
Y es que su dominio sobre la distancia en Europa tuvo su traducción olímpica, con tres medallas, dos de plata y una de bronce, en Pekín 2008, Londres 2012 y Rio de Janeiro 2016. La última, en Brasil, después de la descalificación del propio Kemboi tras la reclamación de la delegación francesa por haber pisado fuera de la curva en repetidas ocasiones.
Su carrera deportiva se termina adornada también por dos bronces mundialistas, en Daegu 2011 y Moscú 2013, quizá la cita que más se le resistió tras las ausencias de 2009 y 2015 y el cuarto puesto de 2017. Tampoco pudo con la barrera de los 8 minutos, habiendo fijado su mejor marca personal y tope continental en 8:00.09 y dejando clara su regularidad con nueve registros por debajo de 8:08.00.
L'Equipe ofrece hoy una entrevista exclusiva, portada en su página web, en la que el atleta deja claros sus motivos: "Ya no disfruto al ir a entrenar. Si corría, era para ser campeón mundial, campeón olímpico, ganar medallas, batir récords. Para lograr estos objetivos, si no te apetece, no tiene sentido continuar. La motivación ya no estaba y yo quería seguir adelante, hacer otra cosa con mi vida".
