"De los 406 corredores que salimos llegamos a meta 222, 14 de ellas mujeres"

"De los 406 corredores que salimos llegamos 222, de las 18 mujeres que salimos llegamos a meta 14 y yo era una de ellas". Ángeles Barrios revive su participación en el Gran Trail de Peñalara.

Ángeles Barrios

Ángeles Barrios revive su participación en el Gran Trail de Peñalara
Ángeles Barrios revive su participación en el Gran Trail de Peñalara

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Nervios muchos nervios. Voy a recoger el dorsal a Navacerrada pronto por la mañana y siento una emoción increíble, casi dos años sin ponerme uno. La feria del corredor es muy pequeña y lo que más hay son voluntarios que entregan dorsal, chip y recogen la bolsa con ropa que en el kilómetro 55 te entregan si lo deseas. Me siento súper feliz y sigo con los nervios.

Poco a poco Navacerrada se va llenando de corredores y el ambiente se va animando, música, terrazas llenas y gente de un lado a otro. Como rápido, intento dormir una siesta, ceno pronto y se va a acercando el momento. Las previsiones para la noche son buenas pero en montaña en los puntos más altos nos avisan que puede hacer frío de casi cero grados, lo bueno que no hay ni una nube ni lluvia prevista y eso en un ultra es algo muy bueno.

Yo soy súper friolera y finalmente decido salir vestida con pantalón largo y camiseta de manga larga y en la mochila llevo el material obligatorio que exige la organización de la carrera.

Nervios muchos nervios
Nervios muchos nervios

De camino a los controles de material y cajones de salida ves a la gente, todos ya pertrechados, me siento elegida y en parte lo soy porque esta carrera admite poco más de 400 corredores y yo estoy ahí. Encuentros con otros corredores, amigos y familiares de los participantes, es una experiencia que recomiendo. De repente ya pasando el control de material el tiempo pasa rápido y los nervios que había sentido hasta ese momento se disipan para pasar a la alegría. 

Mirando alrededor me siento en minoría total y absoluta, la mayoría son hombres, de los 406 corredores que salimos somos solo 18 mujeres. Suena la música, frontales encendidos, la cuenta atrás, la última mirada a los que nos han acompañado hasta esta salida y de repente ya en movimiento, son las 22:30h.

La salida es emocionante, la gente aplaude, anima y ya sabes que por delante queda mucha noche, muchos kilómetros y mucho respeto. Reconozco que las dos cosas que más miedo me daban era no llegar a los cortes y después tener un traspiés

El primer control es en Maliciosa, kilómetro 8,9, hasta ahí vamos todos los corredores más agrupados, la subida quién la conozca sabe que es a través de un sendero estrecho que obliga a ir en fila india, mirar hacia atrás y ver las luces serpenteantes de los frontales es una pasada. Como es un tramo que vas muy pegado al de delante yo me voy fijando donde piso y en las zapatillas, mochila y demás equipo del resto y saco mis estadísticas, algo que muchas veces pasa a lo largo de estas carreras, que uno va haciendo cálculos de cosas a veces realmente absurdas.

La bajada de Maliciosa es para respetarla siempre pero de noche más, no llevas distancia y una caída ahí sería una gran faena por lo que puede significar. Prudencia, sé que en ciertos puntos del recorrido merece la pena no embalarse, medirse, la carrera es larga.

Es importante medirse, la carrera es larga
Es importante medirse, la carrera es larga

El siguiente punto de control y primer avituallamiento es en Canto Cochino, kilómetro 17,9. Me siento muy bien, como algo y salgo rápido, todavía ahí hay concentración de gente, aunque ya al llegar vemos algún corredor que abandona por caída, no puedo evitar pensar qué mala suerte y qué bien que no soy yo.

A partir de ahí la noche se siente más fría y siento que he acertado plenamente con la ropa que llevo. La noche es muy oscura y mirar el cielo y ver las estrellas  brillando tan intensamente es de verdad algo que quita el aliento. Los corredores vamos bastante más dispersos y en algunos puntos te llegas a ver solo. 

Los siguientes avituallamientos son Hoya de San Blas y Puerto de la Morcuera (kilómetros 27,9 y 40,3). Allí se siente el frío cuando paras pero un buen caldo te devuelve las fuerzas, creo que mezclo coca cola, plátano y caldo. En cada avituallamiento de la carrera tomo algo, sienta o no sienta hambre, es fundamental y eso es clave en un ultra para poder terminar.

Al salir de Morcuera y empezar la bajada es donde me encuentro con un corredor que va helado, le ofrezcola prenda de cuello extra que llevo y le dejo atrás. Esta es la parte donde realmente siento frío, veo el vaho de mi aliento al respirar, pasamos un tramo donde no hay señales, luego nos dijeron que las habían robado, pero coincidí con unos chicos y fuimos unos kilómetros juntos, eso me hizo sentir segura porque mi orientación es nula.

Me siento bien, sigue siendo noche cerrada cuando entro en Rascafría, km 55,9, donde me espera mi chico y la bolsa con ropa para cambiarme en la zona de avituallamiento. Hace un frio que pela y tiemblo al vestirme, me cambio todo lo que llevo pero sigo con las mismas zapatillas y aunque no he sudado antes me siento mejor. Como, bebo, como, bebo y me llevo en el cinturón un croissant para más adelante.

Empieza a amanecer, siempre me sorprende lo rápido que se hace de día cuando corres, sobre todo porque no hay nada más que un paisaje infinito sin edificios ni luces artificiales, de repente simplemente es de día. Llego al Puerto del Reventón, km 64,5, los voluntarios como en todos los puntos donde están son maravillosos, dando ánimo, asistiendo y sonriendo, me encanta. Coincidimos pocos corredores y recuerdo comer fuet, pan y almendras, me llevo unos pocos de cada en el cinturón. La bajada del Reventón anima, hay que ir con cuidado porque hay zonas donde hay vegetación más cerrada, piedras y un tropezón aquí no sería bueno.

De repente a lo lejos ves La Granja de San Ildefonso y parece más cerca de lo que está, se ve majestuosa a lo lejos. Es una bajada continua y lo único que me medio desmoraliza y no me gusta es que cuando casi vas llegando ves a otros volver y es que hay un pequeño tramo donde uno pasa dos veces. La llegada a la Granja, km 73,1, es una fiesta, música, sillas en la plaza y un solazo. La verdad es que llego mucho antes de lo que tenía previsto, reconozco que no he mirado el reloj más que llegando a los puntos de control. Allí tomo caldo, tortilla de patata, pan y plátano. Me quedo un rato hablando con mi chico y hasta bailo un poco, me siento muy animada, sé que viene una parte pesada, dura y no me equivoco.

Los kilómetros siguientes son quizá los más pesados de la carrera, hace muchísimo calor, hay una subida que no cesa y ya los corredores que nos encontramos en este tramo vamos muy dispersos, es una zona dura. Al llegar a la Cresta de los Claveles tienes que subir por las rocas, ayudarte con las manos e ir con mucho cuidado, ya que el cuerpo lleva mucho encima y se nota. Pero ahí está ya la cima de Peñalara, km 83,6, maravilloso lugar que además da nombre a la carrera.

Pasan los kilómetros empieza la bajada al Puerto de Cotos, una pista en zigzag que te deja con la sensación de que nos llegas jamás pero llegas y la verdad que el recibimiento es una pasada, la gente que está en el bar nos aplaude y  nos anima. Es el kilómetro 89 y hace calor, sandía, plátano, agua y recuperador. Ya siento que no queda nada y me emociona pensar que aunque todavía faltan algunos kilómetros llego pronto.

Llegar a la Bola desde un camino distinto al habitual se hace extraño y aún conociendo bien la zona se ve de otra manera. Es la sensación de pasar por lugares conocidos viendo con otros ojos, sintiéndolo diferente y siempre con máximo respeto. Desde ahí todo es bajada, cambia el paisaje, hay más gente, durante el resto del recorrido prácticamente todos éramos corredores. 

Los kilómetros que quedan los hago prácticamente sola y cuando piso el asfalto de la carretera para entrar en Navacerrada me emociono de verdad, no hay nadie pero me voy riendo y sonriendo, a medida que me acerco a la plaza la gente desde las terrazas aplaude. Pero cuando veo a mi hijo y a mi chico  me entra una alegría brutal, la sonrisa ya no se me va de la cara y siento sus palabras de ánimo que me llenan de felicidad. Entro con fuerza en los últimos metros, oigo mi nombre y cruzo la meta. Me siento feliz. Queda pasar por el control de material final y la medalla. Alegría. 

De los 406 corredores que salimos llegamos 222, de las 18 mujeres que salimos llegamos a meta 14 y yo era una de ellas. Durante la carrera tuve oportunidad de compartir kilómetros con gente excepcional, con voluntarios entregados y con una organización fantástica que hace posible una carrera tan maravillosa y tan cercana a pesar de las dificultades que se encuentran cada año.

Llegué primera de mi categoría
Llegué primera de mi categoría

Una vez acabada la carrera pienso que he entrenado bien, he cumplido con el entrenamiento planeado y ha dado su fruto. Siento que elegir la ropa que llevé tanto por la noche como cuando me cambié fue un acierto, los calcetines, las zapatillas, el top, los guantes, las gafas. La comida que llevaba y la que tomé en cada avituallamiento, las sales, el estar bien hidratada, todo funcionó correctamente.

Y en mi mochila además del material obligatorio llevaba un papel plastificado con el perfil altimétrico de la carrera con los puntos de control, de avituallamiento... en un lado y en el otro palabras de aliento preparado por Carlos Ultrarun. Aunque no lo vea, va conmigo y lo llevo como un tesoro, siento que me da fuerzas.

Con Carlos Ultrarun
Con Carlos Ultrarun

Después de la carrera me sentí realmente bien, no tuve agujetas, eso sí unos días de cansancio total y un hambre voraz que me duró más de una semana. Volví a correr pronto y también a soñar con un nuevo objetivo.


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