Altura de miras: Nani García Vera

La atleta master Aurora Pérez nos acerca a Nani García, una saltadora de altura que fue capaz de elevarse hasta 25 cm por encima de su cabeza.

Nani superando el 1,81 m | Artículo de Ángel Cruz para el Diario AS con fotografías de Macario
Nani superando el 1,81 m | Artículo de Ángel Cruz para el Diario AS con fotografías de Macario

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Me surgió la oportunidad de contactar con una exatleta con una historia interesante. Su especialidad era el salto de altura aunque en la actualidad, lejos de los listones, ha participado en varias carreras populares contra el cáncer de mama, motivo más que sobrado para traerla a estas páginas donde la mujer y el deporte tienen su espacio privilegiado. Esta profesora de Educación Física (EF) en Granada, aunque no es corredora “per se” sí es una voz autorizada para trasmitir las bondades del ejercicio físico que tiene entre sus rutinas diarias: “Hago mucho ejercicio. Corro dos veces por semana, otras dos subo escaleras y otras dos hago un circuito de fuerza-resistencia”.

Ya en los años 80, cuando el salto de altura femenino respondía al nombre de Isabel Mozún, una atleta con unos pies prodigiosos y una elasticidad “de cine”, cimbreaba su pequeño cuerpo lamiendo el listón con la vista puesta en el cielo. Nada tendría de especial respecto a otras saltadoras salvo el hecho de que saltar sobre 1,81 m con una estatura de 1,56 m sí es para prestar atención. Tras un artículo de Miguel Villaseñor, para la web de la Federación Española de Atletismo (RFEA), sobre datos curiosos del salto de altura me vino a la cabeza de forma nítida aquella saltadora menuda que en los años 80, en los que yo también hacía atletismo, nos maravillaba con “su bote”.

"Nani nos maravillaba con su bote”, refleja Aurora
"Nani nos maravillaba con su bote”, refleja Aurora

El atletismo se rige por números, ya sea tiempo o distancia, tanto tiempo tardas, tanta distancia saltas…esa es tu valía. Luego hay factores que engrandecen tus logros como son en este caso saltar 25 cm por encima de tu cabeza. Esto haría que nuestra protagonista, Luisa García Vera (Madrid, 1962), si nos atuviéramos a esta medida, fuera la poseedora del récord de España de salto de altura y estuviera entre las 5 o 10 primeras a nivel mundial. Como dato decir que la plusmarquista del año 83 saltaba 1,86 con una estatura de 1.77 (9 cm) y la actual plusmarquista, la olímpica Ruth Beitia salta 2,02 con una estatura de 1.92 (10 cm). Esta curiosa desventaja y el recuerdo de aquellos años me hizo tratar de contactar con ella para ahondar en su historia de antes y conocer su historia de ahora. Lo conseguí gracias a su entrenador de toda la vida, el exatleta corredor de 400 m, Ignacio Gómez Pellico también profesor, como ella, de EF. Fue él quien debido a la estatura de su pupila empezó a llamarla Nani (apelativo cariñoso de enanita) nombre con el que desde entonces todo el mundo la conoce.

Ella misma me cuenta sus inicios cuando “la descubrieron” a los 12 o 13 años.

 “Ignacio estaba formando un equipo de atletismo femenino de categoría cadete para participar en lo que antes se llamaban los Juegos Escolares y que tanto hicieron por el atletismo de base. Mi profesora de EF le habló de que tenía una alumna chiquitita que botaba mucho, y él no me dejó en paz hasta que me convenció para entrenar. Nos llevaba en el coche hasta el Vallehermoso, donde además de entrenar, nos quedábamos boquiabiertas viendo las grandes figuras del atletismo español”

Pero no todo era un camino de rosas, curiosamente “su prueba natural” se le atragantaba pues se bloqueaba cuando se enfrentaba al listón tirándolo con la mano. Y lo dejó. Sin embargo a los 17 años decidió volver a entrenar con el propósito de estar en forma para presentarse a las pruebas de INEF y ahí fue donde la labor de su entrenador hizo efecto y la fue engatusando para competir. Aunque hizo longitud, vallas e incluso pentatlón “con pésimos resultados en el lanzamiento de peso” pronto se decantaría por la altura pues así lo aconsejaban su fuerza explosiva y los buenos resultados, pasando del bloqueo ante al listón a la atracción hacia él. Cantos de sirena oía para que se pasara a la longitud pero ella y su entrenador consideraron que no tenía suficiente velocidad para ello. Desgraciadamente con 22 años, tras una serie de lesiones y el fallecimiento de su madre no siguió el camino que marcaban las pistas de atletismo y abandonó este deporte, en el que había sido subcampeona de España absoluta y también Campeona de España Universitaria en el 82, ambas competiciones en Santiago de Compostela. Su marca de 1.81, realizada en Oviedo en el 83 (marca de la que fui testigo pues tuve la fortuna de ganar la prueba de los 1500 m), no fue a buen seguro su límite tan solo su marca oficial pues sí saltó algunos centímetros más en algún entrenamiento, pero eso queda para su recuerdo y el de los que la vieron según me dijo su entrenador: “Una lástima que no fuera en prueba oficial. Eso solo quedará en el recuerdo de los que estuvimos allí”. Otra más de las posibles desventajas que podríamos achacar al salto de altura: puede que saltes entrenando y sin jueces una altura que el día de la competición se te resista. Esto difícilmente ocurre en una prueba de carrera.

Ese año 83, tras su gran marca, el periodista y exatleta internacional Ángel Cruz realizó, para el Diario AS, un gran reportaje sobre ella con un pormenorizado y curioso estudio e interesantes datos sobre las saltadoras mundiales que más se elevaban sobre el listón con respecto a su estatura, resultando que solo tres de ellas superaban en ese baremo a Nani (una con 27 cm y otras dos con 26 cm) e igualaba con 25 cm a otras dos siendo la más baja de todas ellas.

Muchas hojas del calendario han caído pero ella sigue añorando la competición: “La añoro muchísimo, a pesar de que lo pasaba francamente mal por los nervios que me entraban. En los concursos tienes que dominarlos durante todo el tiempo que dura la prueba, no es como en las carreras, que dan el pistoletazo y a correr. Todavía hoy me sorprendo soñando con que estoy compitiendo”. Y  en esos sueños también entra el de superar listones más altos: “Sin duda volvería a hacer atletismo, creo que no llegué a mi límite, es una espinita que tenemos clavada Ignacio y yo”. No recuerda especialmente la discriminación femenina en el deporte: “…para ser sincera, en aquel entonces era muy joven y no era consciente de las diferencias de trato, las teníamos normalizadas. Pero por supuesto existían diferencias económicas”.

Mientras tanto el atletismo, que le ha aportado tantos valores como ““la confianza en sí misma y la autodisciplina”, le sigue gustando enormemente: “Sí, me encanta ver atletismo. No lo sigo muy de cerca, pero no me pierdo unos campeonatos cuando los ponen por la televisión”.

Y actualmente, lejos de su añorado saltómetro, sí corre algunas carreras y sale con su compañero de correrías, su perro Lolo, por la sierra de Alfagüara cuando se lo permiten sus clases en el IES de Arizar en Albolote, donde intenta transmitir a sus alumnos esos valores aprendidos de disciplina y confianza.

Con su perro Lolo por la sierra de Alfagüara
Con su perro Lolo por la sierra de Alfagüara

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