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Desde el pasado 2 de mayo podemos salir a la calle a entrenar y, probablemente, tus sensaciones no son las que esperabas. Las razones son muchas y diversas, la principal es que hemos estado más de 50 días sin correr y eso el cuerpo lo nota, debemos ir sumando kilómetros progresivamente, sin prisas, respetando los descansos y escuchándonos.
Además se une que la última vez que salimos hacía frío, y ahora mismo las temperaturas han subido considerablemente. Habitualmente, durante el invierno soportamos cargas de trabajo que a veces somos incapaces de tolerar cuando llegan los meses de calor.
¿Cómo se manifiesta la astenia primaveral?
La "astenia" es un término clínico que significa cansancio. No es una enfermedad, sino un síntoma que puede deberse a enfermedades orgánicas o psicológicas, pero también a otras causas como el estrés o el exceso de trabajo.
Un dos por ciento de la población puede sufrir ese cansancio coincidiendo con el paso del invierno a la primavera. Tiene una principal incidencia entre las personas de 20 a 50 años, y mayor preponderancia en mujeres que en hombres.
Esta sensación puede aparecer junto a otras manifestaciones y si eres corredora quizá has llegado a sentir el "agotamiento".
Hay momentos que nuestro cansancio se acentúa. Notamos las piernas pesadas, nos cuesta levantarnos por las mañanas, no encontramos el momento adecuado para salir a entrenar... la motivación decae porque físicamente experimentamos un bajón.
Al final todo se convierte en un círculo vicioso del que nos resulta complicado escapar.
¿Qué debemos hacer?
Lo mejor es darle descanso al cuerpo, dejar que se adapte al calor, ya que algunas personas llevan peor el cambio de estación que otras y no soportan igual las altas temperaturas y humedad.
En la mayoría de los casos, con 4-5 días de descanso es suficiente, aunque en algunas ocasiones necesitaremos hasta 10 días.
Tenemos que buscar actividades que no nos supongan un estrés físico y nos ayuden a recuperarnos anímicamente para volver a nuestro nivel deportivo, como pueden ser los paseos, actividades que nos hagan sentirnos bien y si pueden ser al aire libre mejor.
Durante los días de descanso hay que hacer hincapié en una buena hidratación, comer sano, sobre todo mucha fruta y verdura y dormir 8 horas diarias.
Vuelta a entrenar tras el descanso
En el momento que sintamos que nuestro cuerpo está completamente descansado y que necesita actividad es cuando debemos comenzar a entrenar de nuevo.
El inicio debe ser progresivo, no empezar fuerte como si nada hubiera pasado. Las cargas deben ser muy livianas al principio, programar nuestro entrenamiento de manera que nos resulte muy cómodo y nos quedemos con ganas de más.
Además tenemos que intentar buscar las horas del día en que apriete menos el calor, dentro de lo que está permitido en estos momentos, para hacer nuestros entrenamientos más largos. Seguro que a la semana ya estamos tolerando los mismos ritmos de siempre.