Las mujeres toleramos y asimilamos mejor las altas temperaturas

Hombres y mujeres no somos iguales ante el frío y el calor. Según un estudio el cerebro de las mujeres funciona a mayor rendimiento que el de ellos en una temperatura ambiente más alta.

Ane Martín

Las mujeres perciben más bajas que los hombres las temperaturas frías
Las mujeres perciben más bajas que los hombres las temperaturas frías

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Llegan las altas temperaturas y con ellas las reiteradas discusiones por el aire acondicionado que se producen en las casas y centros de trabajo y es que los hombres y las mujeres no somos iguales ante el frío y el calor.

Un estudio publicado por la Maastricht University Medical Centre en 2015 concluyó que debido a la mejor adaptación de las mujeres a los ambientes cálidos, la temperatura ideal de confort para ellas es de unos 25ºC, mientras que la de ellos sería de 22ºC. “Si se siente frío o calor el rendimiento y la productividad bajan; hay que buscar la temperatura adecuada, la idónea, en la franja entre los 22 y los 26 grados”, destaca el doctor Miguel López Dupla, especialista en Medicina Interna del Hospital Universitari Joan XXIII. Y estos valores deben tenerse en cuenta no solo para regular el aire condicionado o la calefacción de la oficina. También son temperaturas de referencia para climatizar el coche, un hospital o una vivienda.

Todo tiene una base científicaUn estudio realizado de forma conjunta por la Escuela de Negocios Marshall de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles (Estados Unidos) y el Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín (Alemania) concluyó que el cerebro de las mujeres funciona a mayor rendimiento que el de los hombres en una temperatura ambiente más alta.

“Las mujeres perciben más bajas que los hombres las temperaturas frías, y más altas las temperaturas cálidas”, explica la doctora Maria Rosa Fenoll-Brunet, profesora de Histología de la Universitat Rovira i Virgili (URV). Y justifica que las mujeres tienen mayores pérdidas de calor corporal, ya que suelen tener una proporción más grande de superficie corporal en relación a su masa corporal, un mayor contenido de grasa subcutánea y una mayor eficiencia en los mecanismos de transpiración.

Hay además otros factores que influyen, como la menstruación. “La variación de la tasa de liberación de hormonas sexuales durante el ciclo menstrual modifica la termorregulación en las mujeres, de forma que hay diferencia en la temperatura corporal y las respuestas térmicas a cargas de calor positivas o negativas en función de la fase del ciclo menstrual”. También se han observado diferencias en la termorregulación en mujeres con menopausia.

El estudio mencionado, realizado de forma conjunta por la Escuela de Negocios Marshall de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles y el Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín, revela que las mujeres realizan mejor las tareas matemáticas y las verbales en ambientes más cálidos. “Hasta ahora se había documentado que a las mujeres les gustan las temperaturas más cálidas que a los hombres, pero se creía que era solo una cuestión de preferencia personal”, explica Tom Chang, profesor de Finanzas y Economía Empresarial en la USC Marshall School of Business y uno de los autores de la investigación.

Para investigar sobre ello, pusieron a trabajar a una muestra, de entre 17 y 55 años, y se varió el termostato entre los 16 grados (considerado un ambiente frío) y los 32,7 grados. Y en esas circunstancias los participantes tenían que realizar tres tareas: una matemática, una verbal y otra de reflexión cognitiva. “Descubrimos que no es solo cuestión de si te sientes cómodo o no, sino que tu rendimiento en matemáticas y en las dimensiones verbales, se ve afectado por la temperatura”, dice Chang.

Vistos estos resultados, los autores del estudio recomiendan regular la temperatura al alza en los espacios de trabajo para mejorar la productividad en general, tanto de mujeres como de hombres. “Los 26ºC se consideran como una temperatura óptima, donde el cuerpo desnudo no tiene sensación de frío ni de calor, bastante idónea para centros asistenciales en los que se realizan exámenes físicos y exploraciones a pacientes”, como es el caso de los hospitales, sostiene la doctora Fenoll-Brunet. “Para el resto de actividades, con vestimenta, unos 23-24 grados, hacen que nos podamos sentir confortables y a la vez ser bastante respetuosos con el medio ambiente”, añade.

Tampoco hay que olvidar que la percepción de la temperatura, la sensación de frío y de calor, no es sólo una cuestión de sexo. “Depende de muchos factores, como la edad (disminuye la tolerancia a los cambios de temperatura con la edad), el género, el peso y la altura, la capacidad de adaptación cardiovascular y metabólica, el estado nutricional (tener hambre o haber hecho una buena comida), el consumo de bebidas alcohólicas, la actividad sedentaria, el ejercicio físico, la situación hormonal, o el estado funcional de algunos órganos endocrinos, principalmente la tiroides, entre muchos otros”, subraya Fenoll-Brunet (URV).

Por otra parte, no todas las personas se adaptan igual al frío y al calor, y la adaptación se transmite de generación en generación. Los humanos tenemos una gran capacidad de adaptarnos, a corto y largo plazo, a una gran diversidad de climas, incluso con cambios a nivel genético que se transmiten de generación en generación en pobladores autóctonos de las zonas más cálidas y más frías del planeta.


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