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La Sociedad Internacional para la Continencia (ICS) define la incontinencia urinaria (IU) como la pérdida involuntaria de orina a través de la uretra, objetivamente demostrable, y de tal magnitud que constituye una problema higiénico o social; y, aunque no compromete la vida de las personas que la sufren, sí que afecta negativamente a la calidad de vida de los que la padecen, porque reduce su autonomía y su autoestima.
Los tipos más frecuentes de IU son:
- Incontinencia urinaria de esfuerzo (IUE): pérdida involuntaria de orina que se produce al realizar algún esfuerzo, como estornudar, levantar pesas, correr... a causa del aumento de presión intraabdominal que se ejerce durante el esfuerzo realizado y el fracaso de las estructuras anatómicas que deben procurar el cierre del esfínter de la uretra en ese momento.
- Incontinencia urinaria de urgencia (IUU): pérdida de orina involuntaria que se produce por una contracción no controlada del músculo detrusor, es decir, de la vejiga, y puede ser de unas gotas o hasta el vaciado completo de la vejiga.
- Incontinencia urinaria mixta (IUM): combinación de los dos tipos anteriores.
La definición de la IU ha sido fuente de controversia y de falta de consenso internacional a la hora de diagnosticarla y de investigarla; por eso, entre otras cosas no resulta fácil saber la verdadera magnitud de un problema que afecta a tantas personas, no solo mujeres. De ahí que la IU sea un problema invisible porque no está suficientemente diagnosticado (Flores Sánchez et al., 2004; Irwin et al., 2006), aunque sí se puede afirmar que es un problema muy prevalente y que afecta mucho más a las mujeres en una proporción de 3 a 1, igualándose la diferencia a medida que aumenta la edad llegando a superar el 50% en mujeres ancianas y en hombres mayores de 85 años.
Cualquier estudio sobre la IU de las mujeres suele citar el embarazo y parto como dos factores de riesgo, pero también las prácticas deportivas de alto impacto señalando a algunos deportes concretos como el atletismo, el salto de trampolín o el baloncesto, como algunos de los que más predisponen a la IU.
Una vez evaluada diagnosticada la IU por un profesional, se puede abordar a través de tratamiento de fisioterapia, quirúrgico o farmacológico comenzando por el conservador fisioterápico y reservando el tratamiento quirúrgico en caso de haber fracasado el primero.
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