Entrenamiento

Zapatillas de carbono: ¿más maratones al año?

Una pregunta muy habitual en los amantes de los 42 kilómetros: ¿Nos permiten las placas de carbono y las espumas de última generación encadenar 2, 3 o hasta 4 maratones sin tanto castigo físico?

Pedro Crespo

3 minutos

La placa de fibra de carbono es, a día de hoy, un elemento fundamental en muchas zapatillas.

Un corredor antes solía marcar en rojo dos maratones al año. Uno en primavera, otro en otoño. El resto era entrenar, rodar, algún medio, varios 10K, pero nada de abusar del cuerpo. Ahora, con las zapatillas de carbono, surge la duda: ¿hemos encontrado la llave para correr más maratones anuales sin arruinarnos las piernas? La ciencia empieza a dar respuestas, y el debate ya está en la calle, en los parques y en cada run club. Durante décadas, el consenso era claro: un maratón exige meses de preparación y deja un peaje muscular y articular que no se paga en días. Pero la irrupción de estas zapatillas ultraligeras, con su combinación de espumas reactivas y placas de carbono, está reescribiendo la conversación.

¿Qué hacen realmente las zapatillas de carbono?

Artículos publicados en revistas como Sports Medicine y Journal of Applied Biomechanics, coincide en lo esencial:

  • Mejoran la economía de carrera entre un 3% y un 4%.
  • Disminuyen la percepción de fatiga al reducir la vibración muscular.
  • Alteran la distribución de cargas, protegiendo ciertos grupos musculares (como los gemelos) pero sobrecargando otros (como los flexores de cadera).

En resumen: no hacen magia, pero sí modifican la forma en que nuestro cuerpo soporta los 42,195 km.

El corredor de antes vs. el corredor de ahora

Hasta hace poco, el maratoniano popular se manejaba en el clásico “uno en primavera, otro en otoño”. La preparación, la carga de kilómetros y el castigo posterior imponían un límite natural. Hoy vemos corredores que encadenan tres o cuatro maratones al año, convencidos de que las zapatillas reducen el desgaste. El razonamiento parece lógico: si acabo menos roto, podré volver antes a entrenar. Pero ojo: la fatiga invisible (microlesiones musculares, estrés tendinoso, inflamación articular) sigue estando ahí, aunque no la notemos tanto.

¿Qué dice la ciencia sobre correr más maratones?

Un estudio en Frontiers in Physiology recuerda que el maratón deja biomarcadores de daño muscular elevados hasta tres semanas después de cruzar la meta. Otro, en The American Journal of Sports Medicine, advierte que la frecuencia de lesiones aumenta cuando se acumulan competiciones de fondo sin tiempo de recuperación. La zapatilla con placa no cambia nuestra biología. Reduce el impacto inmediato, sí, pero no borra el daño acumulado ni convierte al cuerpo en un motor inagotable.

Beneficio real: la recuperación psicológica

Más allá de lo físico, hay otro factor clave: la sensación subjetiva. Quien corre con carbono suele acabar con menos dolor y una percepción de esfuerzo más llevadera. Eso permite volver antes al rodaje suave y, sobre todo, sentirse capaz de preparar otra maratón en cuestión de semanas. La motivación se multiplica. Y no es poca cosa: gran parte de la preparación para un maratón no está en las piernas, sino en la cabeza.

¿Entonces, cuántos maratones al año son “seguros”?

Aquí no hay fórmula mágica. Lo razonable, según entrenadores y fisiólogos, sigue siendo mantener el tope en dos maratones anuales, con una recuperación adecuada. A partir de ahí, cada corredor debe escuchar a su cuerpo y a sus analíticas, no solo a su entusiasmo ni al brillo de unas zapatillas nuevas. Lo que sí se abre es la puerta a competir más en distancias intermedias —medios maratones, 10K— sin tanto desgaste. Y eso, bien planificado, puede ser la clave para seguir disfrutando del asfalto durante muchos años.

El carbono ayuda, pero no hace milagros

Las zapatillas de placa de carbono son una revolución tecnológica que nos hacen correr más rápido y acabar menos fatigados. Pero no convierten el maratón en un paseo dominical. El límite no lo marcan solo los pies, sino los músculos, tendones, huesos y hasta la mente. ¿Podemos correr más maratones al año que antes? Tal vez uno más, en algunos casos. Pero la prudencia sigue siendo la mejor compañera de viaje. Porque la maratón, con carbono o sin él, sigue siendo la misma: una distancia que respeta solo a quienes la respetan.

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