Hay quien piensa que las castañas son solo una delicia de feria, envueltas en papel de estraza y devoradas con las manos aún frías. Pero detrás de ese gesto hay mucho más: hidratos de carbono complejos, minerales, fibra y antioxidantes que pueden convertirse en un combustible interesante para corredores. Su sabor dulce, su versatilidad en la cocina y su carácter estacional las convierten en un alimento que merece un hueco en la dieta del deportista. Y sí, aunque parezca mentira, tienen más en común con los cereales que con los frutos secos. Vamos a descubrir por qué este tesoro otoñal puede ayudarte a sumar kilómetros con más alegría.
Castañas: ni fruto seco ni cereal, pero casi
Aunque solemos meterlas en el saco de los frutos secos, las castañas tienen una composición más parecida a la de los cereales o los tubérculos. Contienen un alto porcentaje de hidratos de carbono complejos, lo que las hace especialmente útiles como fuente de energía sostenida para correr. En 100 gramos encontramos unas 40 g de carbohidratos, pero con un perfil de digestión lenta, lo que evita picos de azúcar en sangre. Además, son bajas en grasa (apenas un 2%), lo que las diferencia de nueces, almendras o avellanas. Para un corredor, eso significa combustible limpio, con menos carga calórica de grasa y más orientado a mantener el esfuerzo.
Vitaminas y minerales para tus músculos
Las castañas son ricas en potasio, un mineral fundamental para la contracción muscular y la prevención de calambres. También aportan magnesio y fósforo, claves para la recuperación tras un entrenamiento intenso. Otro detalle importante: tienen vitamina C, algo poco común en frutos secos. Esta vitamina ayuda a reducir el daño oxidativo tras el ejercicio y refuerza el sistema inmune, algo que viene muy bien cuando entrenas en pleno otoño, entre lluvias y cambios de temperatura.
Castañas antes, durante y después de correr
Antes del entrenamiento
Un pequeño puñado de castañas asadas puede servir como snack previo a una tirada suave o un rodaje largo. Sus carbohidratos se liberan lentamente y dan energía constante sin pesadez.
Durante el ejercicio
No son tan prácticas como un gel energético, pero en entrenamientos largos y suaves, llevar 3 o 4 castañas cocidas o asadas puede ser una alternativa natural para ir reponiendo glucógeno.
Después de correr
Gracias a su combinación de carbohidratos y minerales, funcionan como recuperación ligera, sobre todo si las acompañas de una proteína (por ejemplo, yogur natural con trozos de castaña).
El lado gastronómico del corredor
Las castañas tienen otra ventaja: son versátiles. Puedes tomarlas asadas, cocidas, en puré, en cremas de verduras o incluso en postres caseros. En otoño se integran en la dieta casi sin esfuerzo, porque apetecen. Esa dimensión cultural —las castañas de feria, las hogueras callejeras, el olor en las plazas— también suma: no todo en el running es cronómetro, también es ritual, y disfrutar de la comida de temporada forma parte del equilibrio.
Nutriente |
Beneficio |
Hidratos complejos | Energía sostenida y sin picos bruscos |
Bajo contenido en grasa | Más ligeras que otros frutos secos |
Potasio | Ayuda a prevenir calambres |
Magnesio | Recuperación muscular y menos fatiga |
Vitamina C | Refuerza defensas y combate el estrés oxidativo |
Fibra | Mejora la digestión y saciedad |
Las castañas son mucho más que un símbolo de chimenea y hojas secas. Para los corredores representan una fuente de energía natural, ligera y nutritiva que puede acompañar rodajes, recuperaciones y, por qué no, momentos de celebración tras una carrera. Son baratas, abundantes en temporada y con un punto festivo que las hace únicas. En definitiva: si el otoño es tiempo de sumar kilómetros con frescura, también debería ser tiempo de incluir castañas en tu dieta.