Philadelphia 7:00 a. m. El asfalto amanece húmedo y suenan los acordes de trompeta de Gonna fly now. No, no es Rocky Balboa saliendo a entrenar al alba, es el pistoletazo de salida de la Rocky Run. ¿Y qué es la Rocky Run? Eso mismo me pregunté cuando en uno de esos ratos de aburrimiento en plena pandemia me apareció como sugerencia en las redes sociales.
Como fan (por no decir freak) de la película, me puse a investigar un poco y comprobé que se trataba de una carrera, obviamente en Philadelphia, en la que se homenajea a la película y en la que mucha gente corre disfrazada de personajes de la misma. Al comprobar que se celebraba el siguiente fin de semana de la Maratón de Nueva York el plan ya estaba claro; sólo había que decidir qué año sería el bueno para correr la maratón y con esa 'pequeña excusa' convencer a mi pareja para alargar la estancia y disputar también la Rocky Run.
En el momento de la inscripción se puede escoger entre dos distancias: 5 km o 10 millas (unos 16 km), o también se puede optar por correr ambas sumando una media maratón, lo que llaman la Rocky Challenge. La única condición para hacerlo es acabar la de 5 km lo suficientemente rápido para volver a estar en la salida antes de que comience la de 10 millas, condición que por cierto es bastante fácil de lograr salvo que la hagas andando.

¡Y el año pasado fue el año! Nos marcamos el doble objetivo para 2022 y así, después de hacer la Maratón de Nueva York y pasar unos días en La Gran Manzana, cogimos un autobús con destino Philadelphia y en un par de horas ya estábamos en el centro de la ciudad. Aun no teniendo muchas atracciones turísticas, son suficientes para pasar 2 o 3 días. La mayor parte de interés se centra en lugares importantes en la historia de Estados Unidos como la primera calle residencial de los Estados Unidos o el edificio en el que se firmó la Declaración de Independencia y la Constitución; por algo Philadelphia fue la predecesora de Washington como capital de los Estados Unidos. Tampoco hay que olvidar el monumental ayuntamiento ni la amplia oferta de museos o restaurantes.
Viniendo de correr en NY el contraste no puede ser más abismal. En la Rocky Run participan unas 8000 personas entre las dos carreras y una gran mayoría se la toma con toda la calma del mundo, caminando de principio a fin. Otra diferencia es que la feria del corredor se organiza en un pequeño edificio, sin stands ni patrocinadores; aunque eso sí, puedes hacerte con una mítica sudadera de felpa gris entre el merchandising del evento, así como fotos y pinturas con diferentes escenas de la saga de películas. El día de la prueba, en el paseo desde el hotel hasta la salida, no dejamos de ver gente vestida con chandal gris, calzón de boxeo con las barras y estrellas o incluso algunos disfrazados de personajes más secundarios como Hulk Hogan o Iván Drago.
La carrera consta de 5 km 10 millas (unos 16 km), o también se puede optar por correr ambas sumando una media maratón, lo que llaman la Rocky Challenge.
La línea de salida se encuentra en el Benjamin Franklin Parkway, que quizá por el nombre no os diga mucho, pero seguramente os suene por ser la avenida en la que Rocky hace el sprint dejando atrás a los niños que le aclaman antes de subir los míticos escalones del Museo de Arte. Precisamente frente a dichos escalones sitúan la linea de meta. El recorrido en sí es agradable y transcurre en su totalidad por Fairmount Park, una gigantesca zona verde que se extiende a ambos lados del río Schuylkill. Aunque no se puede decir que sea una carrera llana tampoco es especialmente dura, a excepción de un par de subidas para atravesar un puente sobre el río.

Otra de las diferencias con una gran maratón es que el público brilla por su ausencia excepto en la salida y la meta. Sólo rompían la monotonía del repicar de zapatillas en el asfalto algunos altavoces repartidos por el recorrido en los que retumbaban Burning heart, The eye of the tiger o The final bell, así como los gritos de ánimo de los voluntarios. Por cierto, de admirar su labor y en general destacar la organización, avituallamientos, guardarropa… siendo algo modestos funcionaron a la perfección.
En mi caso corrí las dos distancias, la primera con la intención de hacerla lo más rápido posible y la segunda con calma y acompañado de mi pareja, ya que ella arrastraba alguna lesión. Disfrutamos mucho de la experiencia y además tuvimos un buena meteorología, un día con algo de nubes pero con agradable temperatura... teniendo en cuenta que estábamos a mediados de noviembre.

Y todo esto es la Rocky Run, una vivencia diferente y muy divertida para corredores populares, fans de la película o turistas con dorsal. Si os pilla por la zona merece la pena y la Maratón de Nueva York es una maravillosa coartada como entrenamiento previo.