Afortunadamente, ha habido un gran avance sobre cómo entender la salud mental en el deporte de alto rendimiento. Hasta hace muy poco tiempo era un tabú. Se guardaba en el más absoluto de los secretos, aunque fuera una simple visita a un psicólogo para evitar que transcendiera y se viera que ese deportista era “débil”, lo contrario a la imagen con la que se imaginaba al deportista de élite.
Hoy en día, es todo lo contrario. No hay gran deportista que no tenga en su equipo de trabajo, igual que tiene un médico o un fisioterapeuta, a su psicólogo/a. Preparar la mente para las exigencias que tiene el deporte de élite, tanto dentro como fuera del campo de juego, es imprescindible en el siglo XX. Más allá incluso de los resultados, la presión que suponen los acuerdos comerciales o la repercusión de todo lo que se hace o se dice en las redes sociales exige contar con un profesional en el campo de la psicología.
Hay que decir que ha hecho mucho bien el caso de deportistas de tanto calado como Andrés Iniesta, el héroe del Mundial de fútbol en Sudáfrica, reconociendo abiertamente haber superado una depresión gracias a la ayuda de profesionales médicos.
Es clave, tanto en el deporte de élite como en el popular, entender el fracaso como un resultado no deseado que nos ha dado una lección, una oportunidad para el aprendizaje. Y esto vale tanto para el que cae eliminado de la final de un Campeonato de España, como para el que no ve cumplido su sueño de acabar un maratón por debajo de las tres horas. Esta lección de vida está muy presente en la filosofía “Sound mind, sound body” de ASICS, donde se perciben los obstáculos como una forma de superarse día a día.
Y para el final, lo más importante. Hay vida más allá del deporte. Aunque tienen mucho más que perder (el deporte para ellos no es una afición o una pasión como para nosotros; es su trabajo, su futuro, aquello por lo que hicieron cientos de renuncias en sus vidas), los deportistas de élite saben asumir mejor los reveses y pasar página que muchos deportistas populares. Por ello, debemos muchas veces reflexionar sobre el papel que juega el deporte en nuestras vidas hasta convertirlo en el único foco de atención de nuestra existencia. Ningún reto o evento deportivo puede ser tan importante que tu vida (y lo que es mucho peor, la de tu familia) gire alrededor de él.