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Desde el 13 de marzo de 2020 solo hemos sabido hablar de cancelaciones. El calendario de carreras del mundo entero ha quedado reducido a su mínima expresión. Mientras, una empresa madrileña de eventos deportivos, Eventsthinker, ha insistido en seguir presentando proyectos de carreras ajustadas a los protocolos médicos y políticos. Otras también lo han intentado. Esta reseña no es un publirreportaje. El sector de los eventos ha estirado sus herramientas al máximo, hasta el agotamiento. Hasta los gigantes como los maratones de Londres o de Valencia han presentado una versión absolutamente mediatizada por la epidemia de Covid-19, con unas docenas de corredores de élite. Un aspecto raro de carrera y un amargo en la boca del espectador que corría, al que han ofrecido correr por su cuenta e imaginar que eso eran sus carreras populares de siempre.
Pero en un esquinazo del área metropolitana de Madrid, el equipo que encabeza José Manuel Martín ha encontrado un colaborador. El concejal-presidente del distrito de Hortaleza (189.000 hab.) es Alberto Serrano. Lleva desde septiembre de 2019 en su puesto. Es corredor aficionado. Y de su mano ha estado en creer que las carreras populares pueden ser un entorno seguro. “Se autorizó la primera carrera de Madrid”, afirma, “de la era post covid y otras sucesivas gracias al amor infinito que tenemos al deporte (también ayudó mi profesión). Pero todo hubiera sido imposible sin la profesionalidad de EventsThinker y la valentía y ganas de los aficionados”. Serrano se refiere a las 6 Horas de Hortaleza, que se celebraron el pasado 7 de marzo de 2021 en el parque de Valdebebas sobre un circuito de 2.480 metros.
Estamos ante una prueba democrática. Es una carrera con múltiples vencedores. En categoría individual el duelo de los más resistentes se lo llevaron Pablo Villalobos, superando los 85 kilómetros, y Trinidad Romero, también por encima de los 70. Hubo mucho más. Una novedad para el calendario madrileño: el formato de relevos por equipos de hasta 6 corredores. Traslado dudas de la situación con la pandemia se corrió la voz y más de sesenta equipos compitieron en una modalidad que a muchos pilla un poco a trasmano. Se trata de la versión de relevo libre en la que se impuso el equipo de los Lunes A, que se aupó a la barrera de los 106 kilómetros. También fueron vencedores los equipos que pronto entendieron que este formato es una mezcla entre competición de élite, el Ekiden, y un divertido trabajo colectivo en el que los ánimos recordaban las sesiones de cross que antes poblaban la geografía mundial. La mañana ponía a los relevistas a dar vueltas a un bucle ligeramente ondulado y cada box desarrollaba sus estrategias, los corredores iban y venían completando el atrezzo del tenderete, se calentaba o se observaba a los devoradores de kilómetros que iban a completar bastantes kilómetros más que un maratón.
Por encima de todos venció ese espíritu de domingo de primavera que hemos perdido durante un año mustio. Fue un acierto situar una gigantesca hilera de boxes de más de trescientos metros de largo, donde cada equipo colocó sillas, mesas y ánimos. Se vieron pizzas, tuppers y neveras comunales. Deportistas enmascarados iban convirtiendo sin saberlo esta pequeña carrera de marzo en una especie de festival de Woodstock con saludables tipos de corto.
Quienes paseaban por el parque se animaban a mirar. Quienes compartían deporte animaban a los participantes. La alfombra verde y amarilla de Valdebebas y cientos de metros de zonas de aparcamiento hicieron ver que nada raro pasaba. Corredores con mascarilla, atletas animando en sus corralitos, ritmos compartidos a lo largo del circuito de tierra apisonada que ya anuncian que será mejorado para la próxima edición, hasta el lujo de ver volar a atletas de élite internacional como Jesús España, a un nutrido manojo de crossistas de quienes nunca apreciamos su velocidad de vértigo, o campeones de España de 100 kilómetros como Javier Santos o monstruos del trail como el mismo Villalobos.
Las ganas y el ambiente generado sorprendieron desde los organizadores hasta ultrafondistas curtidos en circuitos internacionales. “El ambiente, impagable”, escribe emocionado el ultramaratoniano barcelonés Carlos Martínez, “Ánimos y más ánimos por parte de todo el mundo”. Ha nacido un clásico, bullanguero y refrescante. Madrid estaba deseando que volvieran las filas para recoger los dorsales. La sociedad se ha acostumbrado a esperar cola y mantener distancias. No hubo incidencias ni quejas de una Policía Local que acudía divertida a los aledaños. Solamente tenemos que esperar que los organizadores de otras latitudes se mojen y tomen nota del equipo que lleva toda la pandemia sacándonos de casa. Las múltiples capas de la administración deben dejar de concentrarse en lo accesorio y ver que el deporte es salud. Han nacido las Seis de Hortaleza y lo tienen todo para quedarse para siempre, agotar los dorsales y poner en un aprieto a José Manuel.