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Chozas de Canales. La carrera del pueblo, 11 kilómetros. El vecino nuevo, apenas un bienio viviendo en la localidad toledana, solventa el asunto en 37 minutos. Queda segundo. Nadie le ha visto entrenar, porque no entrena. Más de tres años de zancadas inéditas. Jamás se había puesto un dorsal en España. Pero le picó el gusanillo, sabía lo que era correr. Hablamos del otoño de 2007.
Jaouad El Bissis nació en Oujda, norte de Marruecos, en 1983. Se adentró en el atletismo siendo cadete. En el colegio, tocando varios palos, principalmente saltos y mediofondo. Tres o cuatro cursos de iniciación, descubrimiento, tiempo más que suficiente para enamorarse de algo. Fueron las carreras. Al acabar los estudios elementales se inscribió en un club y allí alargó un poco los esfuerzos hasta convertirse en un buen arquetipo del largo aliento. Tenía talento, sin él no se puede ser quinto en el Campeonato Escolar de un país con una colosal tradición. “Fue en el 99, es mi mejor resultado de aquella época. A los 17 corrí la media maratón en 1:06:31 y los 10 km en 29:17”, recuerda El Bissis, quien siguió puliendo piernas algunas temporadas antes de frenar en seco.
La vida. Hay que ganársela. Con el citius, altius, fortius o con lo que sea. Hace 14 años un familiar que vivía en España le hizo llegar una oferta de trabajo en Agrícolas Sevillano, empresa madrileña afincada en El Álamo: “Empecé a trabajar en el campo, con las lechugas y las cebollas, estuve nueve años. Me instalé en Chozas de Canales y al ver el cartel de la carrera decidí apuntarme. Terminé muy contento pero luego no le di continuidad. Entonces en el pueblo no conocía a nadie que corriese ni hiciese ningún otro deporte. Tampoco había club de atletismo. En esa época estaba soltero y mi vida era únicamente trabajar, comer y dormir. Así que regresé a la inactividad total, salvo por tres meses en 2010 en los que jugué al fútbol sala”.

Tras imponerse en la última edición de la Legua Navideña de Camarma de Esteruelas (Madrid). | Foto: Juan Iniesto
En noviembre de 2015 tiene 32 años. Vuelve a haber carrera en Chozas. Otro formato, urbano y reducido. No sale al campo ni circunvala el pueblo. Evedeport, la empresa del mediofondista Aarón de la Cuadra, ha diseñado un duelo céntrico, sobre 7 kilómetros, fácil de seguir para los que no vayan de corto. Un amigo, Jamal, le tienta, consigue el dorsal, trata de insuflarle algo de motivación: “Me lo propuso en una comida familiar. Yo no estaba entrenando y se lo hice saber, pero me dijo: “Pues te apunto y te entrenas”. Quedaba un mes. Poco después de aquello salí a trotar. Solo 20 minutos… Y volví a casa vomitando. Me dolían las piernas y pensé que mejor no entrenar más. Lo poco que tuviese lo daría el día de la carrera”.
Ese día llegó, aunque la noche que lo precedía amagó con la espantada. Telefoneó para transmitir su dimisión. Jamal no la aceptó. Insistió e insistió hasta lograr algo parecido a un compromiso; ir al menos a verla, participar ya se vería. Al arribar a la zona de salida vio a Jamal hablando con dos habituales del asfalto, Fran de León y Santi de la Fuente (el hombre que había ganado en aquella carrera de su estreno). Estuvieron hablando, les contó su historia y ambos concluyeron: “Tienes que correr, si quieres no te des caña, pero por lo menos termina”. No tenía ni zapatillas específicas, unas deportivas normales hicieron el servicio y un primo se acercó a casa para prestarle unas mallas. Santi volvió a ganar, Fran se hizo con la segunda plaza y Jaouad ocupó la undécima posición. Rememora aquello sorprendido, como si hablase de un hombre que no es él: “No se me olvida el ritmo, 3:37 el mil, y no era un trazado totalmente llano. Los corredores habituales quedaron perplejos. Recuerdo a Fran de León alentándome muchísimo, diciéndome que, si después de nueve años parado era capaz de correr así, significaba que entrenando podría hacerlo muy bien”.
Y lo hizo. Se encendió la bombilla y desde entonces todo ha sido brillar . Comenzó a prepararse a conciencia y, a las tres semanas, en Valmojado, entró cuarto: “Me hizo ilusión porque delante estaban prácticamente los mismos, solo dos o tres nuevos, ya sabes cómo son las carreras de esta zona de Castilla La Mancha, casi siempre ves caras conocidas. Entrenaba por mi cuenta y al poco con el recién creado Atletismo Chocero. El club me ayudó muchísimo, apoyándome en todo y dándome material, igual que Evedepor, que se encargaba de que no me faltara lo mejor para competir. También me gustaría mencionar aquí a Juan Iniesto un amigo y vecino que me busca muchísimas carreras, me acompaña y hace fotos, bueno, a mí y a todo el mundo, le encanta (nota de la redacción: todas las imágenes de este artículo son obra de Juan, uno de los personajes más queridos del mundillo de la carreras toledanas, madrileñas y abulenses, el radio de acción de Jaouad). Y por supuesto a mi fisioterapeuta, Ana Serrano Martín, de Camarena. Empecé a ir porque, después de tantos años de parón, me salían muchos dolores en las piernas. Ahora la visito cada semana, como mucho cada 15 días”.
Las circunstancias fueron poniéndose de su parte a un paso casi tan alegre como el que exhibía en las carreras. Su trabajo exigía entrega casi total, de 7:00 a 19:00, así que a pulir piernas destinaba poco más de una hora al atardecer, 4 o 5 días a la semana máximo, más aumentaba demasiado el cansancio. Pero le salió una nueva oportunidad como miembro del equipo de mantenimiento del Hotel Meliá Castilla. Y aceptó: “Trabajo en los salones y me tratan muy, muy bien. Isabel, la encargada del cuadrante, conoce mi afición por las carreras y siempre me pregunta para poder darme libres los domingos, me cambia el turno para que pueda competir, jamás he tenido un solo problema con ella. Entro a las doce de la noche y salgo a las siete de la mañana. Trabajo 20 días seguidos y libro 10. Llego a casa, duermo y luego salgo a entrenar al mediodía”. Cuando hay carrera entre semana no duerme. Así sucedió en la pasada Legua Navideña de Camarma de Esteruelas (Madrid), que tradicionalmente se disputa el 24 de diciembre. Salió del hotel, puso rumbo nordeste, calentó, se calzó las voladoras y cubrió los 5.572 metros en 15:30. Ganó, por supuesto, y los rivales no eran peras en dulce: Ricardo Serrano, Rafael Loza, Javier Martínez…
Siete meses después de su reenganche, junio de 2016, llegó su primera victoria: “Fue en Navalmoral de la Sierra, Ávila. La primera vez que superé a Santi de la Fuente. Después de cinco enfrentamientos al fin lo conseguí. Me hizo mucha ilusión porque es un corredor al que respeto mucho y siempre me ha ayudado”. Desde entonces, lo excepcional. Ha ganado 150 carreras, 90 de ellas en los dos primeros años de práctica. Luego bajó algo el ritmo, aunque en 2019 el repunte fue espectacular; 51 victorias en 59 participaciones.
Tanta victoria se nota en la cuenta corriente, aunque Jaouad no es un tipo codicioso: “Claro que es un sobresueldo importante y hay meses que gano más que con el sueldo del trabajo, pero el dinero hay que relativizarlo. No voy a las carreras por dinero, muchas veces prefiero correr en pruebas que organizan amigos o gente que me ha ayudado. Eso es lo más importante. Si vas tras el dinero debes saber que se acabará un día. Sin embargo las relaciones con la buena gente no se acaban nunca”. De hecho ahora compite menos, resulta más rentable en todos los sentidos, deportivo y económico (“a veces es mejor ganar más en una que poco en varias, quemas menos el cuerpo”), una filosofía que le ha inculcado Fernando González-Mohíno, su entrenador. Seleccionar. Lo importante, no lo urgente. “Es un amigo mío que pertenece al Valdepeñas Ahtletics Club, donde milito actualmente. Desde hace un año me entrena y las cosas nos van de maravilla. Con él he logrado mi mejor marca en 10 km, justo antes del parón, 28:42 en el 10K Valencia Ibercaja, el pasado enero. En medio maratón nunca he competido para hacer marca, he bajado de 1:06 pero en carreras no homologadas, así que no vale. Las que me gustan son las pruebas entre 5 y10 km”.
Ha ganado 150 carreras, 90 de ellas en los dos primeros años de práctica. Luego bajó algo el ritmo, aunque en 2019 el repunte fue espectacular; 51 victorias en 59 participaciones.
Con Fernando ha reducido su presencia en competición, pero ha implementado sus entrenos. Hasta dar con él, como todos los jornaleros del asfalto, Jaouad planificaba su preparación en función del rédito que pudiese obtener el fin de semana. El esquema era simple: “Solo hacía calidad los miércoles. El resto era rodar y un poco de trabajo de cuestas. De los días de rodaje, dos o tres muy tranquilo y uno fuerte”. Eso cambió sustancialmente: “Hasta el parón por el coronavirus estaba entrenando todos los días, descansando uno cada 15 o dos cada 20. Los días de series eran los miércoles y los sábados, uno largas y otro cortas, quito uno de ellos cuando hay carrera. Hago fuerza y cuestas. Mi rodaje más corto es de 14 kilómetros, lo que suelo hacer normalmente, aunque los domingos que no hay carrera llego a los 27. Me salían semanas de 120-140 kilómetros durante los primeros meses de preparación, aunque llegué a una de 160. Cuando empezó a haber muchas carreras, bajé a 90-100 km”. Y ahora, sin trofeos en el horizonte, poca cosa, apenas mantener la salud y regenerar el cuerpo: “No hace falta machacarse. Me salen 60-70 km a la semana. Eso y algo de fuerza. Durante el confinamiento estricto solo hice ejercicios de fuerza y 10-15 kilómetros semanales trotando suave en casa”.
Siendo marroquí, creyente y atleta, es inevitable interesarse sobre su método para mantener la forma durante el ayuno del Ramadán, en el que estará inmerso hasta el 23 de mayo. Nos cuenta: “Durante el mes que dura solo podemos comer cuando se ha puesto el sol. Tengo preparada la comida para las 21:00, eso lo hacemos casi todos. Te diría que el 99% de los atletas que cumplen con el Ramadán entrenamos entre las 19:00 y las 20:00, con la intensidad de un día normal, pues sabes que justo al terminar vas a comer. Si lo haces al revés, por la mañana, el día se hace largo y cuesta mucho más. Los de élite suelen entrenar una hora antes de esa comida de las 21:00, en la que intentan no comer mucho para volver a entrenar a las doce o una de la noche. Luego comen otra vez, duermen y desayunan antes de que salga el sol. Yo como a las 4:30, me pongo el despertador si no me pilla trabajando, algo ligero, fruta, y ya no ingiero nada hasta las nueve de la noche”.

Existe una Asociación Española de Estadísticas de Atletismo sin la que los juntaletras del sector estaríamos desamparados, huérfanos de datos, desnudos ante la inmensidad de información generada por los que corren, saltan, lanzan y marchan. No hay una entidad así en el universo popular, aunque haciendo un repaso rápido por las clasificaciones de las 17 comunidades autónomas, y sumando Ceuta y Melilla, nadie corona podios con tanta frecuencia como El Bissis. Durante nuestra charla da muestras de una portentosa memoria, exquisita precisión recordando fechas, nombres y lugares. Con una tarde y un café largos, sin mirar un papel, uno piensa que el fondista podría elaborar una lista detallada con su centenar y medio de laureles. Pero tampoco es plan de importunar, así que una selección de triunfos a los que más cariño guarda es suficiente: “Quizá la carrera más mediática que he ganado es la San Silvestre Vallecana Popular de 2018. En Madrid, ese mismo año, también gané el Trail C4, una prueba muy bonita con salida y llegada en el Club de Campo Villa de Madrid, aunque gran parte del recorrido transcurre por la Casa de Campo. Tengo buen recuerdo de la Calzada Romana, en Las Cuevas del Valle, Ávila, una carrera de cuatro kilómetros en subida en la que me he impuesto cuatro años seguidos”.
Eso es el pasado, el futuro, una vez nos alejemos de estos días negros e inciertos, tendrá forma de reloj, no de medalla: “Nuestro objetivos son bajar de 28:30 en 10 km, de 1:03 en medio maratón y de 2:13:00 en maratón; nunca he corrido uno, me valdría con hacer 2:12:59”. Ambicioso, mucho. Pero leída su historia… ¿Apostarías contra él?