Un fuerte abrazo a la Unión Atlética Coslada

Una reflexión al hilo de la suspensión de un medio maratón histórico

Juanfran de la Cruz

Un instante de la salida simbólica del Medio Maratón de Coslada 2024 / Foto: Juanfran de la Cruz
Un instante de la salida simbólica del Medio Maratón de Coslada 2024 / Foto: Juanfran de la Cruz

Algun@ que otr@ debiera andar este lunes con agujetas derivadas de sus esfuerzos en el siempre repechero Medio Maratón de Coslada, pero las punzadas, las molestias y las macurcas en esta ocasión no han podido ser musculares. Al contrario, y desgraciadamente, han acabado siendo anímicas. De las que duelen, descosidas por la incredulidad y la desilusión. El Medio Maratón de Coslada, la cita que alcanzaba este pasado domingo su edición 43 de la mano de la siempre abnegada organización de la Unión Atlética Coslada, fue suspendido por el ayuntamiento a menos de 24 horas del pistoletazo inicial. Una debacle para la organización, sobrevenida, que volvía a verse en medio del fuego cruzado entre el consistorio y su cuerpo de policía local. Los corredores populares se quedaron sin la prueba que venían preparando, sin el objetivo que a muchos les mueve y les motiva. El club acaba pagando los platos rotos. Literalmente, además.

Los motivos de ese conflicto entre instituciones, los habituales. ‘Nihil novum sub sole’. Acuerdos incumplidos, deudas, desencuentros, verdades a medias y huidas hacia adelante que, entre reproches de autorías, han acabado cobrándose la víctima de una carrera con 42 ediciones de historia. Ni los medios maratones de Valencia, Barcelona, Madrid o Sevilla son tan veteranos. Patrimonio deportivo con canas en estas latitudes fabriles, logísticas, dormitorio y un punto aeroportuarias del gran Madrid. Cuando las carreras populares como fenómeno encaraban una nueva y más masiva edad de oro a mediados de la primera década del siglo XXI, Coslada ya estaba allí siendo una clásica de las clásicas. Sin estética, pero con su mucha ética. Con organizaciones humildes, volcadas con el corredor. Más de cuarenta años, claro, dan para errores y fallos, pero también para evolución y aprendizaje. Y para ganarse huecos en muchos corazones.

El Medio Maratón de Coslada, su Unión Atlética Coslada, los corredores populares, se merecen un respeto y no ser tratados como peones en la partida de ajedrez de un pulso falto de buenas voluntades. La carrera al final es lo de menos: es el broche, es la guinda, es la culminación a meses de trabajo, gestiones y reuniones; labores desinteresadas por la pasión y la entrega, donde los quebraderos de cabeza, que los hay y en ocasiones son recurrentes, quedan como malos recuerdos. Y con fecha de caducidad. El Medio de Coslada, histórico, se merece una consideración, un aprecio. Y la Unión Atlética Coslada, su organizadora, por supuesto también. Ambos van de la mano, están ligados y son indisolubles: ese respeto que se merece una institución que trabaja desde hace muchísimo tiempo en el fomento del deporte y de los hábitos saludables. Una labor que se hace por pasión y por amor al arte, sin buscar bonus, sin pretender fotos ni ansiar réditos. No.

En 2024, hasta 46 agentes de la policía local iban a formar parte del dispositivo de seguridad necesario para su celebración. El enfrentamiento entre el cuerpo y el ayuntamiento, debido al impago de servicios extraordinarios pasados y al mantenimiento de unas condiciones laborales para la plantilla que ni han sido mejoradas ni actualizadas, se han enconado con la cercanía de la prueba atlética. Desde el ayuntamiento se garantizó la celebración de la carrera y se apeló a un decreto que, empero, se ha encontrado con una serie de bajas médicas, hasta 24 según recogía Luis Fernando Durán en El Mundo, 12 durante el viernes según esgrimía el ayuntamiento en un comunicado, que imposibilitaban la configuración de ese dispositivo necesario. La nota de prensa del anuncio era clara: “No se puede garantizar la seguridad tanto de los participantes como de los vecinos de la localidad”. Unas palabras casi clónicas a las empleadas en 2019, también por una problemática semejante: “Imposibilidad de garantizar la seguridad de corredores y espectadores”. Un copy&paste espaciotemporal. En ese 2019 tampoco pudo celebrarse el Medio Maratón de Coslada por la misma cuestión. La misma problemática. El resultado final nos deja que en seis años, y uno no es del todo válido para el cómputo por el confinamiento y las restricciones a la movilidad derivadas de la COVID-19, se han dado dos suspensiones ‘de última hora’. Argumentario parecido. Y semejante falta de solución a las problemáticas.

El relato posiblemente invitara entonces y lo siga haciendo ahora a acusaciones en caliente demasiado inquisitivas hacia una de las partes, la que sea. Un rápido muestreo por los comentarios de las redes sociales, grupos de WhatsApp de atletas populares de la zona y el ánimo de algunos durante la mañana del domingo ponen de relieve este panorama, típico, normal, de apocalípticos e integrados, de radicalismos e inquisiciones, de corredores sin su carrera, de parejas, familiares y compañeros de gimnasio. Solo la vergüenza y la impotencia es común. Más allá del duelo, lógico, es fundamental coger un poco de distancia para ampliar el punto de vista y ganar algo de globalidad, de panorámica. No puede perderse la perspectiva de que los derechos no se pueden pisotear con obligaciones y que los compromisos, más cuando están firmados, hay que cumplirlos. El trabajo se paga. No solo se reconoce (si llega el caso) con palmadas en la espalda. A las reclamaciones, no obstante, también es legítimo el exigirle coherencia en su proporcionalidad, una misma vara de medir para cualquier casuística. El atletismo popular no puede ser un patito feo, un pelele, en la vorágine de compromisos públicos que tienen lugar en una ciudad con decenas de miles de habitantes, ya sean acontecimientos culturales, fiestas patronales o cabalgatas de Reyes. No puede haber excepciones ni distingos.

Unos hablan de artimañas, otros de juego de trileros, algunos lamentan la evidencia de una procrastinación ante lo evidente, los hay que confían en la fortaleza del sistema de salud para que las bajas médicas sean seguidas por rápidos restablecimientos porque la salud es lo primero… Da igual. El resultado ha sido que el Medio Maratón de Coslada, y su doble legua paralela, no se ha podido celebrar ni entonces, 2019, ni ahora, 2024. Y por los mismos problemas. En un pulso entre el blanco y el negro se pierde por el camino toda una gama de grises que, al final, y sin solución ni margen, acarrea el peor de los desenlaces de una forma previsible; y más atendiendo a los antecedentes que nos está dejando el curso, con casuísticas muy parecidas en Toledo (Medio Maratón), en Badajoz (Cross del Baluarte, Maratón y Medio Maratón) o en Huelva (21K Ciudad de Huelva). Hasta en Madrid, con alguna carrera, sí, donde no se ha llegado a las suspensiones y todo ha quedado en cambios de fecha. Comienzan a sucederse casos con cierta frecuencia y su acaecimiento pone de más de relieve que las policías locales son clave en la organización de cualquier cita pedestrista. Todos estos casos evidencian que, hasta cierto punto, y que se entienda, lo son mucho más que los propios corredores: puedes tener calles cortadas para pocos participantes, pero se hace muy difícil al revés si faltan efectivos en el dispositivo.

Hace algunos años, comienzos del siglo XXI, el renacimiento y el nuevo desarrollo del fenómeno de las carreras populares era visto por algunos como una burbuja que en algún momento debía explotar. Muchas carreras, cada vez más, un calendario imposible de controlar, incremento de precios y encarecimiento, en general, de todo. Si hubo esa burbuja, desde luego no llegó su explosión. Sí se ha dado una racionalización de calendario y, en ésta, las citas históricas y con prestigio han mantenido su pedigrí y su notoriedad. Otras nuevas también se han ganado a pulso tenerlo. Ahora mismo, viendo las circunstancias que nos muestran casos como el de Coslada, es mucho más posible que la causa principal de la posible desaparición de carreras, o la irrupción de largos períodos de hibernación en su celebración, sea realmente la generalización de conflictos de esta índole y la insostenibilidad de muchas condiciones laborales que presentan desigualdades, incumplientos y demás. “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”, se le atribuye a Confucio.

A las 10:00 de la mañana del domingo 14 de abril estaba prevista la salida del Medio Maratón y la Doble Legua de Coslada. A las diez de la mañana, una representación de corredores del club, también de inscritos en ambas distancias, acudieron a la línea de salida y afrontaron un simbólico recorrido. Festivo y reivindicativo. También un poco fúnebre. Lo que es seguro que ése, y así, ha sido el último Medio Maratón de Coslada celebrado. El futuro es incertidumbre. La partida de ajedrez sigue su curso. Este domingo fue una jornada de jaque. La desazón sugiere que de jaque y mate.
Un fuerte abrazo a la Unión Atlética Coslada.

El Medio Maratón de Coslada merece regresar con fuerza en 2025
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