Badajoz: del pesar y la indignación por un maratón secuestrado

No podemos permitir que no se celebren eventos que vertebran una comunidad de valores saludables, una escuela de vida...

Juanfran de la Cruz

El Maratón de Badajoz es una prueba clásica del calendario de carreras español / Foto: Maratón de Badajoz
El Maratón de Badajoz es una prueba clásica del calendario de carreras español / Foto: Maratón de Badajoz

Badajoz tiene algo más de 150.000 habitantes, datos del Instituto Nacional de Estadística para 2018, pero realmente son algunos miles más por eso de los residentes no empadronados y toda la población flotante en torno a una capitalidad provincial, gestiones y servicios, en el que además es el núcleo de población más grande de toda la ‘milkilométrica’ frontera entre España y Portugal. Geoestrategias aparte, y a pesar de los excesivos rigores de sus soles, Badajoz es una urbe muy agradable para correr, sobre todo en los recuperados márgenes de su río Guadiana, pero ni única ni exclusivamente en ellos. Una ciudad con clubes consolidados, históricos, e iniciativas de índole y distancias diversas; en esta segunda edad de oro de las carreras populares han visto la luz nuevas pruebas, cómo las citas clásicas han reforzado su singularidad trascendiendo a toda la provincia, cuando no la autonomía y parte del país, y cómo, en resumen, cómo se ha embastecido el fenómeno. No hay problema en correr por Badajoz, no. Pero sin embargo algo está pasando con su atletismo popular, con sus pruebas, y ni es bueno ni digno de aplauso. Y el panorama, si no se remedia, no pinta bien.

En los dos meses y medio trascurridos de 2024, dos de las principales carreras de su calendario, dos citas clásicas en la vida deportiva de la ciudad, dos de sus señas de identidad en términos pedestristas, dos muestras de su patrimonio gimnástico inmaterial, no se han podido llegar a celebrar por la imposibilidad de contar con los medios humanos, a nivel de policía local, para el dispositivo mínimo necesario para su buen desarrollo. El Cross del Baluarte de finales de enero, 38 ediciones disputadas, y el Maratón de Badajoz, que celebró su edición 30 el año pasado, se han visto mortalmente afectados por el fuego cruzado existente entre el ayuntamiento y su cuerpo policial. Un conflicto larvado cuyas mayores consecuencias se han materializado únicamente, de momento, en los asuntos pedestristas.

Con el Maratón de Badajoz, y el Medio Maratón paralelo que se organiza desde hace ocho ediciones, el consistorio tuvo la “deferencia” de adelantar el anuncio unos días a su fecha, 10 de marzo, la misma del Maratón del Barcelona. Una minucia, un poco insultante, ante los desvelos, las renuncias y los mimos que exige una prueba como la de los 42,195 kilómetros (o los 21,097, que también hay que correrlos). Y sin embargo ‘todo un gesto’ del ayuntamiento, toda vez que los antecedentes del Cross del Baluarte fueron mucho más increíbles, por no escribir “groseros”: con todo montado, la gente calentando y a pocos minutos de la salida oficial. En vez de pistoletazo de inicio hubo una llamada a la disolución. Sobre la marcha. Una cancelación sobrevenida. Once de los 19 agentes convocados estaban de baja. Algunos, viendo la naturaleza de aquella primera suspensión, comenzaron a hacerse preguntas y a temerse lo peor para el Maratón. Paco vive en Madrid desde hace años y es más de correr la Elvas-Badajoz, un medio maratón transfronterizo que se disputa en noviembre, pero este 2024 valoraba hacer el medio del Maratón. “Estuve deshojando la margarita, mareando a amigos, pero al final no lo vi nada claro. Y no me apunté. No tengo problema en hacerme 400 kilómetros, la familia y los amigos están por encima de todo esto. ¿Qué pasa con los que no tienen vínculos con la ciudad y van específicamente a algún sarao de estos? Yo mismo he ido a correr a ciudades como Valencia o Sevilla y no me quiero ni pensar encontrarme un panorama así de un día para otro”. Llegada la confirmación, el jueves 14, los medios regionales hablan de “plante”; los foros, menos amables, de “boicot” y “chantaje”. Muchos de los 50 agentes convocados, de baja.

El maratón, como prueba, es un embajador de ciudad, es promoción, es una iniciativa generadora de alicientes, es vertebradora de una comunidad de valores saludables, de una escuela de vida. El maratón es, o supone, muchas cosas.

El caso del Maratón ha sido especialmente singular. Y sangrante. En España se organizan actualmente una treintena de maratones y el único que tiene lugar en Extremadura es el de Badajoz. Son 42,195 km sin la preeminencia mediática y reputacional de, por ejemplo, los cinco grandes, tampoco cuenta con sus números en cuanto a participación ni es algo que haya estado alguna vez sobre la mesa; Badajoz no está al nivel del repóquer que conforman Sevilla, Barcelona, Madrid, San Sebastián y Valencia, no; pero por fechas y por ubicación emerge, y es justo ponerlo en valor, como un punto de encuentro para el atletismo ibérico. El Maratón de Badajoz, unos 1500-1600 participantes (contando las dos distancias), tradicionalmente presenta un alto porcentaje de maratonianos portugueses. El poder de convocatoria de la proximidad geográfica, las buenas infraestructuras (por carretera, eso sí) y una mayor oferta hotelera. En el país de Rosa Mota y Carlos Lopes actualmente se organizan cuatro maratones, ‘maratonas’, nos recuerda desde la Federación Portuguesa su responsable de comunicación António Manuel Fernandes (las citas de Lisboa, Oporto, Aveiro y Funchal). Los actuales ganadores de la prueba (en 2023) fueron los lusitanos Jose Pedro Antunes (2:20:19”) y Joana Margarida Couto (2:47:20 y undécima en cruzar la meta entre todos los participantes, hombres o mujeres). En las últimas diez ediciones celebradas (no hubo carrera en 2020 por la pandemia, sí la hubo en 2021, en noviembre), desde 2013, nueve victorias absolutas han sido para corredores portugueses. En cinco ocasiones para el mítico Bruno Paixao. De cara a 2023 la organización pacense había ideado un recorrido a una vuelta, frente a las tradicionales dos vueltas a un circuito que resultaban menos complejas en lo logístico; un nuevo trazado más monumental, con paso por los principales atractivos de la ciudad, como su Plaza Alta, Puerta Palmas, Puente Palmas, la alcazaba o varios de sus baluartes. Nuevo, sí, también en lo que a los retos organizativos se refiere. Unas 345 personas, incluyendo a la policía local, también agentes de la Guardia Civil, estaban involucradas en la organización. En 2024 se repetía este recorrido.

 “Lo que no se entiende es que los dos momentos de especial pulso, de pulso más visible, en el conflicto entre el ayuntamiento y su policía local han tenido lugar en el contexto de carreras populares. Entre el Cross del Baluarte y el Maratón ha habido más de un mes donde se han celebrado en la ciudad diferentes acontecimientos culturales o deportivos de entidad. Durante los Carnavales no ha habido ni un solo atisbo de movida, en absoluto. Eso no se entiende”, señala C., un corredor pacense que ha participado en el pasado en ambas pruebas pero que tampoco, nos pide, quiere dejar constancia de nombres y apellidos. Emilio, otro vecino corricolari de Badajoz, tiene menos problemas en mostrar su parecer: “El daño ha sido enorme, ya no es solo las repercusiones económicas, mayores o menores, que tiene un maratón. Unos señalan a la policía, otros al ayuntamiento y lo que está claro, al final, es que estamos ante una culpa compartida. Los dos interlocutores han sido incapaces de sentarse a hablar y buscar soluciones y puntos intermedios. Esto es hijo de una guerra que lleva abierta por los menos cuatro o cinco años y que ahora está mucho más encarnizada. Un ayuntamiento, por su lado, no puede permitir algo así. Y una policía local, mejor dicho, una parte de la misma ha ignorado el evidente daño que iba a ocasionar con una mala gestión de sus reivindicaciones, que puede ser legítimas, pero en el camino causas caos en tu ciudad y paralelamente destruyes la imagen pública de todo tu colectivo”.

Domingo 10 de marzo. Un pelotón de varios cientos de personas, a priori festivo, pero realmente alimentado por un luto reivindicativo, recorre una calle del centro de Badajoz. Suenan silbatos. Algunos vecinos curiosos se asoman ante el estruendo. Técnicamente lo que bien podría deberse a la algarabía de la gran prueba calendarizada para la jornada en la ciudad es una suerte de manifestación del colectivo. Un recorrido de 10 kilómetros, con paradas simbólicas ante la comisaría de la policía local y ante el ayuntamiento, con una lectura de manifiesto y dorsales específicamente concebidos para la ocasión. El running está de luto. Entre ellos, tres maratonianos canarios que iban a participar en el maratón y que encontraron, incrédulos, con la suspensión apenas 72 horas antes. Con el añadido de viajes, traslados, dietas y demás dispendios, se desplazaron a Badajoz y participaron de la reivindicación. José Luis Vidales, uno de estos afectados, calificada en las páginas de ‘Hoy’ como “surrealista” una experiencia inédita en su dilatada experiencia maratoniana. "No estamos en contra de que los policías locales luchen por sus reivindicaciones, ni que la Corporación Municipal negocie las condiciones con los agentes. Pero nos negamos con rotundidad a ser los rehenes de este enfrentamiento que conlleva la muerte del running en la ciudad de Badajoz”, proclama Moisés Romero, administrador de Badajoz Runners, uno de los grupos que aglutina a muchos corredores de la ciudad, la provincia y la región y que se involucró en la coordinación de las reivindicaciones.

José Manuel Muñoz, presidente de la ADS Extremadura Natural, e impulsor de pruebas de menor kilometraje y carácter solidario que fueron las primeras en encontrarse con trabas (y poco apoyo del colectivo) para salir adelante, también reflexiona a título personal sobre el grado de aportación que hayan podido tener tanto la propia comunidad de corredores populares como la Fundación de Deporte Municipal. “Este domingo ha nacido un movimiento ciudadano que se ha unido a favor del atletismo popular, se ha puesto la primera piedra de un movimiento que no debe parar aquí. Hemos demostrado que llevando el atletismo popular por bandera tenemos mucha fuerza y no hay que parar hasta conseguir que se pongan de acuerdo. No hay un único culpable. No nos debemos dejar manipular por nadie. Escuchemos a todos. Exijamos a todos. Y, sobre todo, sigamos unidos. Que lo que el atletismo ha unido no lo separe la política”.

Está claro que el Maratón de Badajoz no mueve los números de otros eventos de la vida de la ciudad, como sus carnavales o su ‘Los Palomos’ (en cuyo marco también se disputa una ‘Carrera por la Diversidad’). Pero en la vida como en el atletismo, para lo bueno y para lo malo, todo suma. Y el maratón, como prueba, es un embajador de ciudad, es promoción, es una iniciativa generadora de alicientes, es vertebradora de una comunidad de valores saludables, de una escuela de vida. El maratón es, o supone, muchas cosas. Y yendo más allá de la enorme y sempiterna molestia y hartazgo que sentirá, irremediablemente, por estadística, un sector de la población, a veces con motivos y otras también con 'capricho' y desdén. Una carta de presentación de la actitud de una ciudad. Un aliciente turístico. Un vertebrador de su dinamismo. Un generador de inquietudes. Una prueba con treinta ediciones a sus espaldas no es un mero capricho del destino, no.


ASÍ FUE EL MARATÓN DE BADAJOZ 2023

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