Parece mentira que Carabanchel, uno de los barrios más castizos de Madrid y con mayor arraigo por parte de sus vecinos, no tuviera una media maratón hasta 2021. Hace apenas cuatro años. El pasado domingo 15 de junio la Media de Carabanchel celebraba su quinta edición saliendo, como de costumbre, desde el icónico Puente de Toledo, y un servidor abrazó la oportunidad de enfrentarse a un último desafío antes de que llegue un verano que, de facto, ya nos ha atropellado en la capital. Lo cierto es que la Media Maratón de Carabanchel cuenta con todos los ingredientes necesarios para convertirse, más pronto que tarde, en una de las clásicas del calendario madrileño. El circuito es tremendamente entretenido y, aunque no llegue a los 200 metros de desnivel positivo en sus 21,097 km, tiene su miga. Madrid es sinónimo de cuestas y uno de sus barrios más míticos no iba a ser menos. No esperes una alfombra sobre la que pulverizar tu marca personal, pero si planteas (y ejecutas, claro) bien tu estrategia es posible correr rápido. Y qué carajo, ¡cómo molan las carreras que te desafían más allá de llevar un ritmo constante todo el tiempo!
Los primeros cinco kilómetros te permiten asentarte en tu ritmo objetivo, ya que entre el paseo del Quince de Mayo y Madrid Río esa parte del trazado es eminentemente llana. Luego llega el Tourmalet: siete kilómetros de subida con tramos algo más cómodos (del km 6 al 9) y otros realmente duros (del km 5 al 6 y, sobre todo, del 9 al 12). Es importante guardar energías en este parcial, no hinchar las piernas innecesariamente para mantener el ritmo inicial, porque luego la segunda parte de la carrera es muy favorable y te permite recuperar el tiempo cedido. Hay que destacar también que, pese a ser una carrera con poca tradición y una modesta participación (algo más de 1000 inscritos), los vecinos de Carabanchel se volcaron con la carrera, animando en esas zonas críticas de la calle Antonio Leyva, vía Lusitana y avenida de la Peseta. Muy bien también los voluntarios del Club Triatlón Carabanchel, atentísimos para que no nos faltase nada de agua en los cuatro puntos de avituallamiento (un acierto dado el calor).
La segunda mitad de carrera nos llevó, cuesta abajo y sin frenos, al casco histórico de Carabanchel. Por el paseo de las Cruces y Joaquín Turina llegamos a la plaza de la Emperatriz, y del Carabanchel Alto ‘volamos’ al Bajo y la histórica plaza donde se ubica el antiguo ayuntamiento (hasta 1948, los dos Carabancheles eran independientes a Madrid). Recorrer estas calles te transporta a otro tiempo y lugar porque, aunque el barrio ha cambiado mucho con el paso de los años, ciertamente da la impresión de estar en una ciudad completamente distinta al Madrid al que estamos acostumbrados.
El tramo final transcurre por la larguísima vía Carpetana, donde dejamos a la izquierda el ‘templo’ del atletismo madrileño de Gallur, la pista cubierta en la que se han coleccionado récords del mundo y nacionales en la última década. Después enlazamos con el paseo de la Ermita del Santo, que nos evoca irremediablemente a San Isidro y sus fiestas en La Pradera. Ya faltan menos de dos kilómetros y la carretera, empinada a más no poder, invita a subir revoluciones antes de llegar a Madrid Río y dejar atrás lo que un día fue el Vicente Calderón. El último kilómetro transcurre íntegramente por Madrid Río, el parque lineal por el que ruedan a diario miles de madrileños, incluidos atletas olímpicos y medallistas internacionales. Un lugar icónico del running en la capital para albergar la meta de una carrera que ha cumplido en 2025 su quinto aniversario. ¡Que sean muchos más!
PD: para demostrar que el de la Media Maratón de Carabanchel no es un circuito tan lento como puede aparentar, la victoria del internacional uruguayo Nicolás Cuestas en 1:06:43 corriendo en solitario toda la segunda mitad de carrera. La victoria femenina fue para la ecuatoriana Katherine Tisalema, también internacional, con 1:17:49.