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La primera, el recorrido. Obscenamente veloz. Asfalto en perfecto estado, giros prácticamente inexistentes (la mayoría similares a los del tartán; tan solo hay dos de 90 grados), largas rectas, planicie por bandera (el punto más bajo está a dos metros sobre el nivel del mar y el más alto a siete, coincidiendo con la elevación de un puente)… Por algo es el circuito donde se batieron los vigentes récords del mundo masculino (26:24, Rhonex Kipruto), récord de España femenino (31:39, Trihas Gebre) y la mejor marca mundial M55 (31:40, Martín Fiz). Y quieren más: “Nuestro objetivo es el récord nacional masculino y el mundial femenino”, dispara sin rubor Álex Aparicio, director de la carrera y loco del atletismo como pocos te puedes echar a la cara. La prueba está homologada por la RFEA y World Athletics (“por un homologador del panel A, el máximo nivel que existe”, apunta orgulloso”).
La segunda, la experiencia. Desde el pistoletazo inicial en el Paseo de la Alameda se inicia un viaje que recorre ambos márgenes del antiguo cauce del Turia. “Los dos extremos del recorrido son una metáfora perfecta de la evolución de la ciudad; en uno están las Torres de Serrano, testigo de su pasado medieval, y en el otro la Ciudad de las Artes y las Ciencias, impregnadas de aire futurista”, sostiene Aparicio, con años de bagaje como corredor, de ahí que haya querido hacer una competición donde hasta el último popular reciba la atención propia de un profesional: “No es una carrera de disfraces, es para gente que le guste encontrar su máximo, da igual que sea treinta minutos o una hora”. Eso no quiere decir que adolezca de buen rollo; las últimas salidas las ha dado Chimo Bayo. Es el único 10K de España cronometrado mil a mil y paralelamente organiza una milla y el 10 Kids para niños entre 0 y 15 años.
La tercera, los servicios. La próxima edición (13ª) tendrá lugar el 3 de octubre, aunque en 2022 Aparicio ratifica que “volveremos a nuestro emplazamiento clásico, segundo domingo de enero” (día 9). Desde su estreno apostó por algo que ahora es común pero entonces no se veía mucho: “La salida por oleadas, porque entendemos que todos los corredores tienen el derecho —y la organización la obligación de garantizarlo— de encontrar su ritmo desde el primer metro”. El mimo que le ponen es maternal: recinto vallado para que 50 clubes (2000 personas) disfruten de vestuario, avituallamiento, guardarropa y servicio de fisioterapia; carpa privada ‘sub élite’; carpa exclusiva para todas las mujeres, donde pueden cambiarse con privacidad y encontrar desde productos de higiene íntima a toallitas desmaquilladoras pasando por una candy bar… Lo dicho, una carrera de gente que corre para gente que quiere correr.