Las vitaminas son esenciales para el organismo. Cada una tiene su función y sus propias características. Por ejemplo, la vitamina A, la protagonista de este artículo, está presente en muchos alimentos de consumo diario y es rica en antioxidantes. Gracias a esto, puede frenar el envejecimiento celular y mantener los huesos fuertes por más tiempo.
Pero si por algo es conocida la vitamina A, o retinol, es por sus beneficios sobre la vista. ¿Cuáles? Regular la cantidad de luz que reciben los ojos, ayudar en la formación de la retina o evitar problemas de degeneración macular, cataratas o sequedad ocular, entre otros.
Aspectos que debes tener en cuenta antes de consumir alimentos ricos en vitamina A
En nutrición, no basta con tomar alimentos o suplementos ricos en vitaminas para que el cuerpo aproveche al máximo todas sus propiedades. Hay algunos aspectos que debes conocer para entender mejor su influencia en tu estado de salud.
Por ejemplo, en el caso de la vitamina A, debes saber que existen dos tipos. Por un lado tenemos la vitamina A preformada, que es la que se encuentra en los alimentos de origen animal (carnes, lácteos, pescados…); mientras que la provitamina A es la que se localiza en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras…).
La cantidad diaria de vitamina A recomendada es otro factor a tener en cuenta. Varía según la edad. En adultos, los hombres deben consumir 900 mcg/día, mientras que las mujeres tan solo 700 mcg/día (o 770 mcg/día si están embarazadas). En los niños, la dosis diaria recomendada es inferior: 600 mcg/día entre 9 y 13 años, 400 mcg/día hasta los 6 meses y de 4 a 8 años, 300 mcg/día de 1 a 3 años y 500 mcg/día entre 6 y 12 meses.
Bajo esta premisa, si sufres un déficit de vitamina A, puedes experimentar trastornos en el crecimiento, problemas de visión y un debilitamiento del sistema inmunitario; mientras que si tomas más vitamina A de la que necesitas, puedes caer en una hipervitaminosis A que, según la gravedad, puede provocar fatiga, pérdida de peso, trastornos visuales, gingivitis, pérdida de pelo, problemas en el hígado, vómitos o un aumento de la presión intracraneal.
Para mejorar la absorción y la asimilación de la vitamina A, se suele combinar con vitaminas C y E para evitar su oxidación, así como seguir una dieta rica en vitamina B para ayudar a que se almacene durante más tiempo. Al tratarse de una vitamina liposoluble, el organismo es capaz de almacenarla y acudir a sus reservas cuando sea necesario.
Si tienes dudas sobre tus reservas de vitamina A, un análisis te puede ayudar a conocer sus valores.