Una de las imágenes que recuerdo cuando llegué a Moratalaz hace 24 años fue la de muchos niños y niñas corriendo y formando parte de lo que hoy en día sigue siendo una de las escuelas de atletismo más importantes de Madrid y probablemente de España. Cuna de grandes atletas durante décadas, gracias al trabajo constante y desinteresado de varios de sus entrenadores y entrenadoras que han pasado por allí. Moratalaz ha sido y es una seña de identidad de una forma de entender el atletismo como herramienta esencial de integración y compromiso social. Pero también como modo de crear grandes atletas. Si hay una imagen que recuerdo muchas veces de los años que estuve allí hasta que pasé al CAR de Madrid fue la de un niña que daba vueltas a la pista, rodeando las gradas. Me llamó siempre la atención, porque tenía una forma de correr muy peculiar, elegante, a veces parecía que flotara en el aire. Día tras día: nunca faltaba a sus entrenamientos. Y recuerdo como si fuera ayer mismo cómo señalaba a mis compañeros por aquel entonces aquella niña delgada y espigada que corría sin parar. Nunca hubiera imaginado por entonces que aquella niña llamada Elena García Grimau se transformaría años después en una de mis mejores amigas, y nunca hubiera pensado por aquel entonces que gracias al atletismo nuestras vidas se iban a cruzar para siempre.
El domingo Elena corrió la última competición como profesional a sus 35 años, y se proclamó subcampeona de España de Mann Filter Maratón de Zaragoza Caixabank. Y entre aquel 1998 y el 2022 han pasado muchas cosas. Éxitos, fracasos, lesiones, medallas, internacionalidades con la selección, y un sin fin de experiencias personales que normalmente he podido compartir con ella. Durante cerca de 18 años consecutivos he tenido el enorme privilegio de compartir día tras día risas y lágrimas. Pero también experiencias que quedarán para siempre en nuestro recuerdo. Nada como compartir sufrimientos en los entrenamientos para forjar grandes amistades. Su primera medalla como campeona de España, su debut con la selección, su primera y complicada gran lesión. Siempre a las órdenes de ese hombre que formará parte de nuestras vidas para siempre, nuestro entrenador Arturo Martín, esa persona que ha sido fundamental para comprender quizás la personalidad de muchos de los atletas que han pasado por sus manos. 18 años pasan rápido. Hoy puedo decirlo sin que me tiemble la mano: el tiempo ha volado.

Elena ha sabido adaptarse siempre a las circunstancias para poder mantenerse en la élite del atletismo nacional durante todo este tiempo. Medallista en pista cubierta, al aire libre, en ruta y en campo a través. En diferentes disciplinas, desde los 1500, pasando por los obstáculos, hasta el maratón. Al alcance de muy pocas atletas, la disciplina, la constancia, pero sobre todo y por encima de todas las cosas, la pasión por un deporte que le ha dado todo. Es por ello que, durante todos estos años, la transformación de Elena debe ser un ejemplo para aquellas niñas y niños que, como Elena, sueñen con llegar a la élite algún día. No es nada fácil adaptarse a la edad y al paso del tiempo cuando quieres seguir compitiendo a un gran nivel.
Elena ha sabido adaptarse siempre a las circunstancias para poder mantenerse en la élite del atletismo nacional durante todo este tiempo.
Como suele ser lo habitual en mí cada vez que Elena se enfrentaba a una competición solía enviarle un mensaje motivador el día de antes. Era algo que se había transformado en una pequeña tradición que manteníamos los dos. El viernes quise escribir uno, pero me costó más de la cuenta. No porque lleve ya cuatro años fuera de todo esto, sino porque sabía que iba a ser el último. Elena me había dicho que el Campeonato de España de maratón iba a suponer un fin de etapa. Es por ello que supe mientras lo escribía que, como me está pasando en estos momentos mientras redacto estas líneas, alguna lágrima se me iba a caer. La vida pasa y los cambios nos llegan a todos. En ese mensaje sólo le pedí una cosa: “llega a meta para darte el gustazo en la recta final de recordar todo el viaje que has recorrido y acabar como la campeona que siempre has sido”.
El respeto y la admiración que siento por ti, querida Elena, es indescriptible. Puedo imaginar todas esas cosas que hoy has podido sentir de un solo golpe como si de una cinta de una película se tratara y pasara deprisa en menos de 2 minutos, en esos últimos 400 metros de la maratón. Hasta para eso has sido una auténtica gladiadora: elegir la mítica distancia para decir adiós. Gracias por habernos regalado momentos inolvidables. Por defender el atletismo limpio aún en los momentos más duros.
Gracias por tu ilusión, por tu entrega. Por tu fidelidad a unos principios inquebrantables. Gracias por tu amistad que el atletismo nos ha regalado, y que nada ni nadie nos arrebatará nunca.
