Todo cuanto hagamos en la vida exige trabajo, esfuerzo y sacrificio, tanto en el terreno personal como en el colectivo. Los buenos resultados son hijos de todo eso, y para lograrlos hace falta tener disciplina y constancia en el cumplimiento de los objetivos. El deporte es un magnífico símil para entender eso. Sea cual sea, el deporte no es solo bueno porque te mantenga el cuerpo como un reloj suizo, sino que, y haciendo mención a aquella famosa frase en latín, también equilibra la mente y los ánimos.
Y esto puede que ocurra, entre otras cosas, porque el camino para conseguir la forma física que te permita, como mínimo, disfrutar de tu deporte, exige sumar voluntad de hierro, duro sacrificio y gran esfuerzo. Y ya no solo se puede aplicar esto al deportista profesional, sino a cualquiera que se tome mínimamente en serio esa sana y genial actividad humana. Estas tres extraordinarias (por positivas) condiciones, repito, voluntad, sacrificio y esfuerzo, son las que en este encierro la mayoría de los deportistas ha seguido aplicando para no perder lo que tan difícil es de coger y tan fácil de soltar; la buena forma, el puntito óptimo, el estar fino… o como se le quiera llamar a eso que te da alas, ganas de comerte bien el mundo cuando vas haciendo tu deporte favorito.

Practicarlo también enseña solidaridad, porque en toda actividad que se precie de llevar ese nombre debe imperar el llamado, y lo pongo con mayúsculas, Espíritu Deportivo, que está basado en el respeto por el otro, aunque sea contrincante, y en vencer o ser derrotado cumpliendo las normas. Y, por supuesto, en la superación personal y/o colectiva. El entrenamiento es otra base fundamental de todo deportista. Esto es obvio, pero hay que ponerlo encima de la mesa para entender bien lo que es el auténtico sacrificio, la voluntad y el esfuerzo, aquellos tres pilares básicos.
Pues bien, todo eso es lo que ha ayudado a los deportistas para que en este confinamiento sus músculos no se hayan anquilosado su voluntad no se resquebrajara. Eso habla muy bien de su capacidad para afrontar y sortear las dificultades del entrenamiento, de la competición… y de la vida. Bien, es ahí donde ahora quisiera poner el acento. El sábado que viene, día 2 de mayo de este mal 2020, se podrá salir a hacer deporte por la calle, en aplicación de una medida de desconfinamiento gradual que el sentido común parece indicar que se aplique. Del cumplimiento de las normas de comportamiento ante el virus dependen muchas vidas, propias y ajenas. Y es que este virus mata mucho.
Como deportista viejo que soy (el ciclismo me salvó la vida) quiero felicitar a todas las personas que han mantenido en sus casas durante este encierro la ilusión por el deporte, y se me ocurre pedirles que este domingo por la mañana, cuando tengan pista libre para practicar su actividad deportiva, lo hagan con aquella disciplina a la que antes se aludía en este texto; para respetar las distancias, horarios y algo muy importante: no salir en grupo junto a otras personas haciendo ese deporte con la cercanía física que habitualmente se lleva cuándo van dos o más deportistas. Las ‘liebres’ déjalas ahora para hacerlas con arroz, los ‘piques’ úsalos para la barbacoa, y los abrazos en meta, guárdalos, porque seguro que más adelante los darás para celebrar victorias o consolar derrotas.

Agárrate al sentido de la sensatez y honradez que aplicas en la competición para tomarte estas sencillas normas de salida a la calle haciendo deporte como otro esfuerzo más que debes sumar para lograr la meta. Y algo también a tener en cuenta: asume estas primeras salidas como una pretemporada normal, o sea, que te sirva para calentar el motor poco a poco, que aunque haya estado funcionando en el encierro, lo ha hecho, digamos, mucho en vacío, por lo que ahora el riesgo de lesión y los planes para las competiciones del futuro inmediato exigen cuidado con la maquinaria. Lo primero, porque una lesión puede ser consecuencia de un arranque brusco, y lo segundo, porque, desgraciadamente, por ahora no se vislumbran competiciones deportivas. Y es que, por la mala fortuna que estamos sufriendo con el virus, aún no podemos llenar gradas, ni formar esas aglomeraciones que aclaman el esfuerzo del deportista.
El sabor que le genera a un atleta, en la boca y en el alma, el esfuerzo extremo cuando sus piernas no pueden más pero la mente quiere seguir, es lo que fabrica la sustancia con la que un deportista da el siguiente paso. Ahora, el que toca dar este domingo, es el de aplicarse la disciplina necesaria para cumplir la norma. Que el corazón que lleva oxígeno a tus músculos, continúe sirviéndote para generar pura solidaridad con los demás. Seguro que alcanzarás la meta y que siempre, llegues el primero o el último, serás un gran vencedor de la vida… disfrutándola a través del deporte.
Más sobre la inminente salida a correr del dos de mayo en el pódcast CORREDOR. ¡Corre, dale al play!