La periostitis es una verdadera plaga en el corredor de fondo. Se caracteriza por la inflamación dolorosa de la cara anterior de la pierna. Lllamamos pierna, en castellano y en medicina, al espacio comprendido entre la rodilla y el tobillo. Y es ahí donde duele.
Todos los huesos del cuerpo están recubiertos por una membrana fina y compleja a la que se llama periostio, que cuando se inflama (“itis": inflamación) compromete seriamente la llegada de riego sanguíneo y señal nerviosa al correspondiente hueso.
En la pierna suele afectar a la tibia y por ello esta lesión, tan frecuente en el fondista, se debe llamar con propiedad “periostitis tibial". La propia estructura íntima de la citada membrana puede explicar lo limitante del dolor. Consta el periostio de dos capas: una interna, muy pegada al hueso, cuya misión es producir la sustancia necesaria para que el hueso se renueve y hacer que crezca en anchura (crecimiento normal del niño y adolescente o crecimiento tras fracturas o contusiones con fisura) y otra capa externa, más fibrosa y robusta, por la que salen los vasos que alimentan al hueso, pues la estructura ósea vive, y está continuamente destruyéndose y construyéndose a pesar de su apariencia de fósil mineral.
Por fuera, agarrados como anclas al periostio, se sitúan los músculos correspondientes a cada hueso, luego una capa grasa y, por último, la piel. Los músculos que principalmente residen en la pierna son los gemelos y el sóleo (a los tres juntos se denomina “tríceps sural"), tibiales anterior y posterior, peroneos corto y largo y extensores de los dedos del pie. Cualquiera de ellos puede verse afectado, directa o indirectamente, cuando se inflama el hueso. Las fibras nerviosas que llegan a la zona transmitiendo el dolor suelen quedarse en la capa externa y no llegan al hueso propiamente dicho. Pero como son de una riqueza sensitiva muy importante responden con rápido e inusitado dolor si son estimuladas o comprimidas por los músculos congestionados o por la propia inflamación.
LA PERIOSTITIS TIBIAL
EL SÍNTOMA DE LA PERIOSTITIS: DOLOR TIBIAL BAJO
La periostitis tibial se presenta con dolor en la “caña de la pierna", esto es en el tercio inferior de la articulación, pero puede extenderse más arriba, casi hasta la rodilla. En la cara antero-interna y cresta interna de la tibia la palpación es especialmente dolorosa con carácter quemante, y muestra unas “bolitas" en puntos muy localizados, pero entre una capa de fina inflamación que también molesta, aunque menos, al tocar. A la sucesión de esos grumos de inflamación se llama “rosario perióstico", que es un signo evidente de padecer el cuadro clínico que nos ocupa.
El corredor nos cuenta que esa sensación de dolor con quemazón aumenta con el esfuerzo, con los cambios de terreno y también por la noche con el simple roce de la cama. Es en épocas de entrenamiento exigente o tras varias competiciones cuando comienza a sentirse una extraña y generalizada sobrecarga de una o ambas piernas. Otras veces un cambio de zapatillas o de terreno puede precipitar la inicial sensación de congestión a la de incipiente dolor localizado a punta de dedo y, días más tarde, extendido hasta media pierna.
El dolor aparece en plena carrera y será más intenso según sea el esfuerzo, atenuándose al ceder el ritmo o al pararnos repentinamente. Aunque cierta molestia persistirá, lo cierto es que con varios días de reposo olvidaremos el incidente… hasta volver nuevamente a correr. Por tanto, aparece al reanudar la actividad deportiva o tras un día de mucho andar o estar de pie. Y es muy habitual que nos probemos con trotes o carrera suave pensando en otras molestias del corredor más benignas como sobrecargas musculares o articulares. Cuando al dolor tibial y a la excesiva tensión muscular se une una dificultad vascular importante, con músculos de la pierna rígidos y calambrosos al simple apoyo de los pies en el suelo y puntos de dolor muy localizados con la marcha más forzada, o con la simple presión de la cara anterior de la pierna, hablamos realmente de periostitis.
PREVENCIÓN DE LA PERIOSTITIS TIBIAL
Debes elegir siempre el calzado correcto, con las plantillas adecuadas si fueran necesarias, suavizar los entrenamientos, estar muy atento a los cambios de superficie o terreno y calentar antes de realizar el ejercicio y estirar bien después.
Si alguien te puede observar la técnica de carrera o te puede grabar en vídeo, y lo estudia un entrenador o especialista médico, detectaremos errores en la mecánica de carrera que es algo que se puede trabajar para evitar este tipo de lesiones. Asimismo se podrán detectar desequilibrios biomecánicos en pelvis, muy frecuentes en los fondistas que no trabajan simétricamente los grupos musculares o las articulaciones del tren inferior.
Un masaje de descarga a la semana realizado por un buen conocedor del masaje deportivo (un tipo de masaje que poco o nada tiene que ver con el quiromasaje o con el masaje de relax o estético, pues tiene sus técnicas propias tanto en la prevención como en la curación de lesiones), nos alejará de esta lesión.
También los ejercicios de “juego articular" y de “estiramientos post-isométricos" que conocen bien los buenos especialistas, son básicos para evitar recaídas una vez curada la lesión.
Por último, la revisión de la pisada con un estudio en dinámico puede ser útil. Descartados todos los puntos anteriores puede resultar una buena medida de prevención en aquellos atletas con ciertos problemas de pisada, aunque no es la panacea y por ello sería una pieza más del cuadro total de la prevención de las periostitis.
TRATAMIENTO DE LAS PERIOSTITIS TIBIALES
El tratamiento comienza con la disminución del entrenamiento. Primero se debe reducir la intensidad evitando cualquier entrenamiento fraccionado tipo interval o cualquier trabajo de ritmos.
Si no es suficiente se pueden evitar los terrenos irregulares y con subidas y bajadas. También conviene evitar el fartlek, las cuestas o las gradas. Lo más conveniente para comprobar el alcance de nuestra lesión es rodar suave durante, al menos, una semana. Si el dolor persiste con las mismas características y tras revisar calzado puedes intentar trotar otro día con la pierna bien sujeta por un vendaje.
El taping o vendaje funcional con esparadrapo estático, no elástico, ayuda a atenuar la vibración que desde el pie y por el impacto contra el suelo llega hasta la rodilla a través de la tibia. Si comprobamos que aún con vendaje apropiado siguen los síntomas con la misma virulencia, hay que acudir a un médico especialista, pues se puede estar ante una fractura tibial por estrés.
Al terminar el suave trote aplica hielo, con bolsa de cubitos por ejemplo, generosamente hasta llegar incluso a los veinte minutos o la media hora sobre la cara dolorosa de la tibia, que debes proteger convenientemente con un trapo fino o una sabanilla. Después de estirar escrupulosamente los músculos de la pierna de forma analítica, esto es uno a uno según la función y localización específica (lo cual lleva su tiempo y su técnica: no hay que olvidar que el estiramiento muscular se realiza sin dolor, sin rebotar y sintiendo que se amplía su longitud de forma suave), se puede aplicar un masaje descongestionante que recorra toda la pierna anterior, y los gemelos y sóleo en la posterior.
En consulta realizamos el masaje perióstico de Vogler, técnica que va deshaciendo poco a poco las “bolitas" de la periostitis y que requiere una sensibilidad manual extraordinaria para no dar lugar a derrames o hematomas y evacuar correctamente la fina película sobre las que subyacen estas “cuentas de rosario". Igualmente, es importante el masaje de descarga de gemelos y sóleo, que traccionan en exceso de la parte anterior de la tibia cuando están muy cargados o contracturados.
Otra aplicación clínica es la de una pomada anti-inflamatoria en capa gruesa, que contenga una planta llamada Symphytum Officinale o consuelda (recordemos el dicho popular “suelda la consuelda", pues es una planta tradicionalmente utilizada en fracturas y demás afecciones del hueso). La crema más conocida con estas características en toda Europa, y en especial en Alemania, donde se usa desde hace más de cincuenta años, es Traumeel. Se indica en forma de emplaste nocturno con aplicación generosa en capa gruesa sobre toda la tibia y envuelta en plástico de cocina.
TRATAMIENTO OSTEOPÁTICO DE LA PERIOSTITIS
Es una buena técnica osteopática para las periostitis la normalización de una tibia anteriorizada en tobillo. Con el paciente en decúbito supino, el lesionado alza la pierna tomando con una mano el tobillo, al que recibimos acunándolo en nuestra palma. Así podemos traccionar desde el calcáneo hacia caudal, decoaptándolo. La otra mano presiona la tibia hacia abajo, en un movimiento de impulso hacia la camilla, llevando la tibia a posterior. La maniobra puede repetirse hasta tres veces, cuidando mucho la presión sobre la pierna dolorida.
Otra maniobra que ayudará mucho es la normalización de una tibia posteriorizada en rodilla. Con el paciente en decúbito supino y ambas rodillas flexionadas cerca de los 90 grados, situamos el antebrazo contrario a la pierna a manipular dentro del hueco poplíteo, sosteniendo la pierna, y la mano se afianza sobre la otra rodilla. Con la otra mano atrapamos el tercio inferior de la tibia a tratar a la vez que ejercemos tracción caudal. Con esta puesta en tensión en sentido caudal nos aseguramos de que no duele y por ello estamos frente al paciente. La técnica se realiza llevando el pie y la pierna hacia el glúteo del paciente, cerrando la articulación como cerraríamos una navaja. La tibia choca con el antebrazo del médico, que se posicionó tras ella, y así se anterioriza.
*El vendaje funcional con esparadrapo estático o taping nos protegerá del excesivo impacto cuando volvamos a trotar. Se coloca por encima del tobillo, en forma de espiga.