Atleta total, corredora de vértigo, y mucho más que sus cuatro medallas de oro en unos mismos JJ.OO, gesta que ninguna otra mujer ha vuelto a igualar hasta la fecha. Esta polifacética holandesa no sólo batió veinte plusmarcas bajo dificilísimas condiciones; también trituró tópicos, prejuicios e injusticias derivadas del machismo más rancio. La completa integración de la mujer en el atletismo tiene acaso uno de sus más sólidos pilares en la mamá invencible: Francina Elsje Blankers-Koen.
En 1936, año en que Fanny Koen disputó sus primeros Juegos, el creador del olimpismo moderno, el barón Pierre de Coubertin, aún decía: “El deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto”. En Amsterdam´28 se incluyeron 3 pruebas femeninas. Como varias atletas de los 800 metros llegaron a la meta exhaustas, el COI tuvo la excusa perfecta para eliminarlos del calendario, basándose en informes de “prestigiosos” doctores en los que se afirmaba que las carreras de más de 200 m causaban a las mujeres “envejecimiento prematuro irreversible”.
Fanny Koen había nacido en 1918 en Lage Vuursche, cerca de Utrecht. Su descomunal talento deportivo pronto brilló en gimnasia, patinaje, natación, atletismo e incluso esgrima. Su entrenador de natación le aconsejó centrarse en las carreras, pues en el agua tendría más competencia de cara a clasificarse para los JJ.OO de Berlin’36. Estamos en 1935, Fanny tiene 17 años y en su tercera carrera oficial bate el récord holandés de los 800 m. sin envejecer prematura e irreversiblemente.

Así que en 1936 la joven Koen participa en Berlin como sprinter (5ª con el equipo holandés de 4x100 m), saltadora de altura (6ª con 1.55m) y… cazadora del autógrafo de Jesse Owens. En franca progresión, los expertos pronostican una gran actuación de Fanny en Helsinki’40… pero la guerra estalla en 1939. Koen se casó con Blankers en 1940 y cuando al año siguiente dio a luz a su hijo Jan, la prensa holandesa dio su carrera por acabada.
El contexto aquí lo es todo: Entre 1940-45 Holanda sufre la atroz ocupación nazi, escasean los alimentos y no está bien visto que una mujer casada sea deportista, menos aún siendo madre. Aun mal alimentada, Fanny Blankers-Koen ha batido durante la guerra seis récords mundiales entrenando dos horas al día dos veces por semana en verano y los sábados por la tarde en invierno.
Los Juegos de Londres’48 se acercan y Fanny soporta críticas por todos lados. Jack Crump, seleccionador británico: "Es demasiado vieja para triunfar”.
Londres, 2 de agosto de 1948. La “vieja” Fanny Blankers-Koen machaca a todas sus oponentes sobre el barrizal del estadio de Wembley en la final de 100 m: 11.9 para el primer oro olímpico del atletismo holandés.
4 de agosto. Por culpa de una mala salida, Fanny entra en meta muy igualada con la británica Gardner en la final de los 80 m vallas. Suena el himno británico y la holandesa cree haber perdido…hasta que se da cuenta de que lo están tocando porque la familia real británica ha hecho entrada en el palco. La foto-finish muestra que el oro es para Fanny (11.2).
6 de agosto, lluvia atroz, final de 200 m. La morriña estuvo a punto de disuadirla de tomar parte ya en la semifinal, pero Jan Blankers lo impidió y gana el oro con 24.4. La británica Williamson, segunda, de 21 años entonces, recuerda: “Nos parecía viejísima; casada y con niños… Era inconcebible, en aquella época una estaba acabada con 25 años”.

El 7, último día de competición se disputó la final de 4x100 m. El equipo holandés entra en recta en tercera posición, a 5 m de Australia y Canadá… pero la última relevista es Fanny Blankers-Koen, quien a pesar de una entrega lenta y de no desayunar tan bien, despliega su enorme zancada, atrapa primero a las canadienses y conquista el oro (47.5) con una décima de ventaja sobre las aussies. De las nueve pruebas femeninas en liza, Fanny ha ganado cuatro.
“En 1972 vi de nuevo a Jesse Owens en Munich y le dije: “Todavía tengo tu autógrafo. Soy Fanny Blankers-Koen”. Y él me contestó: “No tienes que contarme quién eres, lo sé todo sobre ti”
“Recuerdo la extraña sensación de hacer feliz a la gente. Era una época tan dura, que la gente estaba muy contenta de poder celebrar algo”, evoca Fanny. El recibimiento en casa es apoteósico: en presencia de miles de personas – la reina Juliana incluida – es llevada en una carroza tirada por cuatro caballos blancos por todo Ámsterdam. Al final del acto le regalan una bicicleta “para que no tuviera que correr tan rápido”. “Y todo por correr unas cuantas carreras”, recuerda con modestia.
En 2002, dos años antes de morir, Fanny aún contaba: “En 1972 vi de nuevo a Jesse Owens en Munich y le dije: “Todavía tengo tu autógrafo. Soy Fanny Blankers-Koen”. Y él me contestó: “No tienes que contarme quién eres, lo sé todo sobre ti”. “¿No es increíble? ¡Jesse Owens sabía quién era!”.