Acusados de ser olímpicos

Cualquiera de los participantes de Los Juegos de Tokio tiene más peleado que los cronistas del sofá. No la jodamos.

Fernando Carro en los Juegos Olímpicos de 2016, donde dio todo por cumplir un sueño. Foto EFE
Fernando Carro en los Juegos Olímpicos de 2016, donde dio todo por cumplir un sueño. Foto EFE

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La trinchera de la opinión pública. La trinchera que reparte carnés. Llevamos semana y media y se ha escrito y hablado de los grandes. De los victoriosos. De los sonados fracasos. De dramas. Pero hay unos miles de los que no se dirá gran cosa. En el mejor de los escenarios, el haber fallado. No traer medalla a casa. Son culpados a menudo de ir a los grandes campeonatos por los puñeteros pelos. De ir a adquirir experiencia y caer en la primera ronda, algo que puede pasar, a algo que llaman fracaso. Tirar el dinero de los contribuyentes. Centenares de deportistas que han sido escogidos después de un sistema criminal de clasificación, a los que se vapulea despiadadamente.

Hay una situación peor. Que no se hable de ellos. No entran en los planos de la realización de la competición si no es el equipo al que están dando un repaso, como el Irán de baloncesto masculino cayendo frente a Estados Unidos. Lo habitual es que nadie vea a un lanzador de disco que ni en sus mejores sueños será capaz de hacer sentadillas con 350 kilos como Daniel Stahl. O que el plano de cabeza de carrera se vaya con las fondistas africanas o con los primeros barcos del campo de regatas.

Habrán hecho repeticiones de 400 sin final, habrán levantado 180kg en press y pedaleado monte arriba y abajo. Han perdido peso, afinado su rostro, igual que sus compañeros de generación.

Pero han estado entrenando duro. No del planeta, pero son los mejores en sus respectivos países. Son tan buenos que algunos fichan por otras nacionalidades donde son admitidos. No es ilegítimo: son profesionales y han puesto lo mejor de sí mismos durante un ciclo olímpico de ¡cinco años! Habrán hecho repeticiones de 400 sin final, habrán levantado 180kg en press y pedaleado monte arriba y abajo. Han perdido peso, afinado su rostro, igual que sus compañeros de generación. Muchos además se doctoran, o trabajan en sus granjas o tienen la suerte de tener durante su juventud un sueldo como deportista.

Serán séptimos, los doblarán o caerán ochenta puntos por debajo del podio. Cualquiera de ellos, probablemente, pelea a diario y suda tanto o más que nosotros. Por tanto, disfruta de los Juegos y cállate. 

 

El rostro serio de un ciudadano japonés. Foto: iStock.

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