Después de publicar mi despedida “oficial” en redes sociales, varias personas me escribieron. Algunas me dijeron que se sentían muy identificadas con mi texto; otras, que qué valentía había tenido al escribirlo, que ellas no habían sido capaces; también algunas que lo habían pasado realmente mal en el proceso.
Ponerle palabras a la retirada es imprescindible para cerrar un ciclo. Hay personas que tardan más, otras menos, algunas las comparten, otras nunca lo hacen, pero como bien se trabaja desde la psicología, la narrativa sobre un evento es fundamental para que nuestro cerebro pueda procesarlo.
Muchas veces apartamos de nosotras aquellas cosas que nos duelen. Intentamos evitar a toda costa el dolor, el sufrimiento. Es una tendencia natural del ser humano. Y al dejar algo de lado no hacemos mas que posponer su procesamiento.
Estoy sentada en un bus, camino a Armenia (Quindío, Colombia). Sola. Dejando atrás parte de la angustia y el miedo depositado en "una chica rubia y joven viajando sola por Colombia”. Me han prestado un clásico de la literatura colombiana: “La Vorágine”, de José Eustasio Riviera. En él ayer leía: “No hay que retroceder en la vida ante ningún conflicto, pues sólo afrontándolos de cerca se ve que tienen remedio”.
La retirada ha sido un proceso de años. No ha sido de la noche a la mañana
Y eso siento que he estado haciendo durante toda mi carrera deportiva: afrontar los conflictos. A veces de manera más dolorosa, otras, menos. En este último año ha tocado la retirada. Aunque no os voy a engañar. No la he procesado toda en este último periodo. Ha sido un proceso de años. No ha sido de la noche a la mañana (como suelen ser la mayoría de cambios significativos vitales).
Probablemente, quien no haya dedicado en cuerpo y alma un gran trozo de su vida a algo en concreto -24 horas, 7 días a la semana- va a pensar que las personas deportistas somos un poco exageradas. Que después de esto “hay mucha más vida, ¡tu tranquila!”. Claro, ya lo sabemos que hay más vida.
Pero esto no se trata de la “otra vida”. Se trata de la que dejamos atrás. De todo un contexto. De toda una rutina. De toda una identidad que no solo nos afecta a nosotras sino a todo nuestro alrededor.

LA IMPORTANCIA DE LA PSICOLOGÍA
Y allí es cuando el trabajo “durante” la carrera deportiva es tan importante (y voy a dar un guiño a mi profesión). Trabajar la parte psicológica sobre la retirada es algo que implica constancia. Trabajar en la construcción de una identidad flexible y múltiple es importante para cuando se termine esta parte del recorrido. Para que sea un poquito más “ligero”. Y digo “un poquito” porque tener herramientas no te quita de tener que pasar por todas las fases (así es… ¡nadie se salva!).
Esto me recuerda a una pregunta que le hicieron a una psicóloga especialista en duelo en un podcast que escucho de vez en cuando: “El hecho de conocer todas las fases de un duelo, ¿te exime de pasarlo tan mal como el resto?”. Y la respuesta fue claramente un no. “Claro que vivo el duelo, como el resto. La diferencia es que al conocerlo, al tener conciencia y conocimiento del proceso, tengo más herramientas para gestionarlo”.
El duelo es como navegar por un mar en el que nunca has navegado. Si tienes un mapa y conocimientos de orientación, te va a ser más fácil llegar al otro lado.
La retirada es un proceso de duelo. Es una despedida. Es un adiós a muchas cosas. A un mundo que funcionaba con unas reglas y unas normas, que en la vida “real” ya no “existen”. Es como navegar por un mar en el que nunca has navegado. Si tienes un mapa y conocimientos de orientación, te va a ser más fácil llegar al otro lado.
Durante los meses de mayo y junio estuve asistiendo a unos talleres de acompañamiento a la retirada ofrecidos por un gran grupo de profesionales dedicados al campo de la psicología y el deporte (El último vestuario). En él nos reunimos varios deportistas, de diferentes deportes, edades, niveles y realidades de todo España. En el proceso, me ayudaron a entender que hay cosas que sí es bueno que permanezcan con nosotras (respecto la carrera deportiva) y otras que es importante dejar ir.
Hoy estoy aquí dejando ir. Hoy estoy poniendo palabras a mi retirada. De una forma en la que YO me siento cómoda. Y remarco el pronombre porque es importante que cada persona encuentre su forma. Hay tantas retiradas como deportistas, y por eso me parece algo tan bello.
Para mí el deporte y, en concreto, la alta competición, han funcionado de espejo. Han supuesto un cúmulo de aprendizajes. Una vida dentro de otra vida. Una “jubilación con 30 años”. Con lo que una jubilación implica… para alguien que su trabajo le haya apasionado y dado tanto significado a su vida.
Es tiempo para mí de buscar otros significados. De buscar otros retos, pasiones y experiencias; de disfrutar de una nueva etapa.

Me seguiría explayando mucho más (los que me conocéis lo sabéis). Pero creo que no es el momento ni el lugar. Así que os dejo por aquí, más ordenada y estructurada, mi publicación sobre la retirada. Para que podáis releerla aquellas que os apetezca o leerla de primeras las que no hayáis podido descifrar el laberinto de mi publicación:
Hoy es el primer dia del Campeonato de España Absoluto de Atletismo y por primera vez en 15 años no voy a asistir, no por lesión sino por propia voluntad.
El verano pasado un buen amigo y persona muy especial, 5 veces olímpico en Maratón, una de aquellas personas que sigue el atletismo de corazón y no por fanatismo mediático, me dijo: “cada vez que te vemos correr por la tele decimos, ‘hoy sí, hoy sí. Le va a salir’ pero no…” Y así he decidido terminar.
Se refería a eso que llevo dentro. A todo ese trabajo, dedicación, talento y rendimiento. Se refería a mi “valía numérica”. Y es que creo que me ha tocado. Me ha tocado ser una de esas atletas que no ha podido sacar a la luz en competicón lo que vale, por aquello por lo que ha trabajado. ¿Injusto? Antes quizás pensaba que sí. Ahora, después de 10 años en el alto rendimiento, y de un montón de experiencias (deportivas y personales) he entendido que el mundo no es justo. El mundo es, y las cosas son. La arbitrariedad exsiste, y que esa puñetera y maldita frase de “si quieres, puedes” no es cierta. Millones de ejemplos entre compañeras y compañeros, y seguro que otros tantos más veteranos de los que ni siquiera he podido conocer. Incluso personas ajenas al mundo del deporte que se han visto envueltas en situaciones difíciles donde daban y daban, y el recibir no era equitativo, me podrán entender.
Me ha dado mucho la alta competición, mucho. No me malinterpretéis. Me ha dado tanto que he decidido dedicarme y priorizarla desde los 19 años. En cuerpo y alma. Hasta ahora.
Cada persona tiene su rumbo, sus tiempos, sus procesos. Algunas se preguntarán “¿por qué aguantó tanto?" otras, "¿cómo…?" o "¿por qué ya?". Pero lo importante no está en los por qué ni en los cómo, sino en reconocer lo que ha sido. Con sus más y sus menos. Con su totalidad. Algo que se dice fácil pero que requiere de un trabajo psicológico constante y entretenido (no os voy a engañar).
Se trata de escucharse. De escoger rodearte de personas que te impulsen a seguir tu camino, que te iluminen en momentos “oscuros” y te ayuden a poner claridad a esas esquinas en las que quizás tu no puedes o podías; de forma incondicional.
En mi caso, simplemente un mix de factores se han juntado; mi evolución personal en estos últimos años, mi desarrollo profesional en el campo de la psicología, cambio de necesidades, valores y prioridades, la aparición de nuevas personas en múltiples formas, el tiempo, el cuerpo y un millón de etcéteras.
Con una parte del corazón encogido, y la otra en expansión, me despido de la alta competición.
Gracias por tanto, alto rendimiento.
Gracias por este hermoso y largo viaje. Gracias a todas las personas que habéis formado parte.
Me despido de ti, aunque como bien me dijo un amigo músico, una vez atleta, siempre atleta.
Nos seguiremos viendo. No sé en cuánto tiempo ni de que forma, pero estoy segura que el deporte va a seguir siempre formando parte de mi.
Me toca repensar qué objetivo le quiero dar a esta cuenta, y por tanto, quizás noteis cierta inactividad por aquí. Quizás algun dia vuelva, con nuevos proyectos y reflexiones a compartir.
Mil gracias de nuevo por formar parte de esto a todas las personas con las que me he cruzado por el camino. Gràcies, mil gràcies.
Pd. Las fotos, un pupurri de estos días. Mis últimos bailes en el tartán, despedidas, velas múltiples y muuuucho amor. Las dos últimas, mi siguiente reto iniciado hace tan solo 3 días: viajar sola a Colombia para empezar a conocer Suramerica.”
En definitiva, la narrativa que más me está ayudando a transitar este proceso es que dejo la alta competición, no el atletismo. Este, siempre va a permanecer como parte de mi. Inclusive todas las personas que he ido conociendo a lo largo del camino.
Y ahora sí, recordarme a mi misma que esa “otra vida” está llena de nuevos retos e ilusiones. Que se necesita el vacío para dejar entrar nuevas cosas.
Por seguir dando visibilidad a uno de los procesos más difíciles en la vida de un/a deportista. Porque no estamos solas.
Gracias por leerme.
Zoya.