De aquí para allá, como el baúl de Concha Piquer. Así viven a día de hoy muchos de los mejores atletas del mundo que, lejos de la vida estática de antaño, donde la mayoría se establecía en un lugar para explotarlo al máximo y apenas moverse salvo para competir, se enrolan en grupos de entrenamiento internacionales y multidisciplinares para vivir pegados a una maleta buscando las mejores condiciones posibles en función de la época del año.
Es el caso de algunos españoles, como el propio Mohammed Attaoui, protagonista del último número de la revista Corredor. Su caso, como el de su compañera en el OAC Europe Marta García es el paradigma de los nuevos grupos que están surgiendo en el viejo continente inspirados en los que ya son tradicionales en Estados Unidos. Allí, en un atletismo que sienta sus pilares en las estructuras escolares y universitarias, algunas marcas deportivas han desarrollado de un tiempo a esta parte grupos de entrenamiento de élite donde acoger a sus mejores atletas. En el caso del mediofondo y el fondo, las marcas deportivas que más han apostado por este sistema son Nike, On, HOKA o Under Armour.
Quizá fue Nike, cómo no, la pionera en este aspecto, creando grupos de entrenamiento tan míticos y conocidos (para bien o para mal) como el Oregon Project o los actuales Bowerman Track Club o Union Athletics Club. Pero la marca que, al menos desde nuestra visión en España, ha revolucionado la forma de entender este sistema, ha sido On, que cuenta con Mario García Romo y Carmela Cardama en el On Athletics Club dirigido por Dathan Ritzenhein y que tiene su base en Boulder (Colorado), a unos 1600 metros de altitud y que, cuando toca, se traslada a Europa para la época estival de competiciones y se establece de forma tradicional en Sankt Moritz (Suiza).
¿Y es obligatorio estar en ese grupo si te patrocina la marca deportiva? No. De hecho, como en el caso de On en su equipo global, esto es un signo de distinción: no todos los atletas patrocinados por la marca “tienen la suerte” de entrenar en dicho grupo. Y la realidad es que muchos de los atletas estadounidenses que no están incluidos en estos grupos buscan estarlo, ya que gracias al apoyo de la marca deportiva pueden solucionar muchos de los problemas diarios de un atleta de alto nivel: instalaciones, plan de entrenamiento, fisioterapeuta, alojamiento…
¿ES UN MODELO TRASLADABLE A EUROPA?
Este sistema ha querido ser exportado desde Estados Unidos a otros lugares del mundo, entre ellos Europa. Como ya hemos hablado anteriormente, On ha sido la marca que más ha apostado por ello y al mismo tiempo se han desarrollado algunas otras estructuras sin, eso sí, el amparo de una marca como patrocinador principal. No cabe duda de que la apuesta de la marca suiza por sus deportistas está siendo total y la inversión en este tipo de programas, nada asequibles, es acorde a los objetivos deportivos que esperan que esos atletas consigan.
Los fondistas y mediofondistas buscan la altitud para poder establecer una base aeróbica y los velocistas el buen tiempo para disfrutar de las mejores condiciones posibles.
En el caso del OAC Europe podríamos decir que su base está en Sankt Moritz (Suiza), aunque en invierno se trasladan bastante tiempo a la altitud de Sudáfrica en busca de buenas temperaturas por encima de los 2000 metros, algo imposible de conseguir en el hemisferio norte. Hasta este lugar se desplazan también otros grupos de entrenamiento de atletas profesionales y atletas de determinadas federaciones como la francesa, la polaca o la española, que el pasado mes de diciembre movilizó a 29 velocistas del Plan Nacional de Relevos hasta Stellenbosch, uno de los lugares más míticos del país africano para entrenar a nivel del mar. En lugares como estos coinciden cientos de deportistas del más alto nivel durante el invierno europeo. También ubicaciones como Canarias, donde algunas federaciones como la neerlandesa organiza sus ‘stages’ con velocistas, son destinos habituales en los meses más fríos en Europa.
Como habréis podido ir adivinando, en líneas generales los fondistas y mediofondistas buscan la altitud para poder establecer una base aeróbica de cara a sus temporadas estivales y los velocistas el buen tiempo para disfrutar de las mejores condiciones posibles para los primeros entrenamientos explosivos de la temporada, donde el riesgo de lesión es mucho mayor si se desarrollan a bajas temperaturas. De hecho, este es el principal argumento de todos aquellos que trasladan su residencia durante unas semanas en invierno, ya que poder desarrollar tu trabajo en unas condiciones óptimas facilita el mismo.
¿QUÉ GRUPOS ESPAÑOLES TRABAJAN ASÍ?
La realidad es que ningún grupo de entrenamiento de España se organiza como los que hemos mencionado anteriormente en Estados Unidos. La mayoría de atletas profesionales de nuestro país comparte grupo de entrenamiento con muchos otros que, o son amateurs o se encuentran en edades de formación, lo que provoca que pese a que ellos y sus entrenadores (estos solo en algunos casos) sí sean profesionales, el conjunto del grupo no. Por este motivo, desplazarse hasta lugares remotos, con el gasto que ello conlleva, solo está al alcance de dos tipos de atletas: los que se lo pueden permitir a nivel económico y los que tienen las ayudas públicas para poder hacer este tipo de concentraciones. Generalmente, ambos casos suelen coincidir en una misma persona, siendo los atletas mejor pagados por sus marcas privadas los que también más ayudas públicas perciben debido a su gran nivel deportivo.
Tariku Novales se traslada recurrentemente a Etiopía para entrenar con grupos de atletas locales.
Es por ello que cuando un atleta español se traslada a otro lugar distinto al de su residencia habitual lo hace o en solitario o junto a sus compañeros del mismo nivel. En estos últimos meses ha sido el caso de Lorea Ibarzabal, Lorena Martín o Pablo Sánchez Valladares, entrenados todos por Uriel Reguero en Valladolid y que han realizado una concentración invernal en el sur de Portugal. O el de Marta Pérez, entrenada por Antonio Serrano en el seno de un gran grupo en Madrid, que se trasladó hasta la altitud de Flagstaff (Arizona, Estados Unidos) a finales del pasado otoño. También los de Roberto Alaiz y Daniel Arce, que entrenan en grupos de León y Burgos respectivamente, y que han pasado varias semanas de noviembre y diciembre en Kenia. No menos destacable es el de Tariku Novales, que de forma recurrente entrena en la altitud de Etiopía lejos del grupo de Juan del Campo y Luis Miguel Martín Berlanas pero acompañado de otra numerosa cuadra de atletas locales.
LOS LOBOS SOLITARIOS
Entre todos los mediofondistas y fondistas de élite en España, de los que principalmente estamos hablando en este artículo, hay también ejemplos como el que encarnan Mo Katir y Adel Mechaal. Ambos entrenan a las órdenes de preparadores con grupos de entrenamiento, como es el caso de Gabi Lorente (Katir) y Antonio Serrano (Mechaal), pero a lo largo del año apenas comparten sesiones con ellos. Se concentran en lugares en altitud, especialmente en Sierra Nevada, y lo hacen solos o acompañados de sus respectivas parejas. Son esos lobos solitarios que también abundan en el panorama internacional y que prefieren individualizar al máximo su entrenamiento para rendir al máximo. Como es evidente, en estos espacios como el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada no están solos y comparten estancia con otros muchos atletas y deportistas de otras disciplinas.
En cualquier caso, el ejemplo de Adel Mechaal y Mo Katir no es novedoso en nuestro país ya que es el mismo que en su época protagonizaban atletas como José Manuel Abascal, cuya concentración en soledad en el Refugio de Áliva (Picos de Europa) antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 se hizo viral en aquella época en la que las redes sociales y la tecnología eran inexistentes.
APRENDER A ABURRIRSE
Precisamente, son esas redes sociales y ese acceso a la tecnología algunos de los factores de que, a día de hoy, las concentraciones en lugares lejanos al hogar sean cada vez más comunes entre atletas. También la accesibilidad a los viajes y la información para realizarlos, por supuesto, pero una de las frases más habituales pronunciadas por los propios deportistas a la hora de definir su rutina más allá del entrenamiento es que “hay que aprender a aburrirse”.
No es difícil ver a un atleta de élite pegado a su teléfono móvil en los momentos de descanso durante una concentración.
Entrenamiento, alimentación y descanso. Esos son los tres pilares del día a día de un deportista de élite y en esa última parte, la del descanso, importa mucho la capacidad de encontrar otros hábitos además de los deportivos. Los libros y las revistas han dado paso, en general, a los teléfonos móviles que a través de las distintas redes sociales proporcionan entretenimiento a aquellos atletas cuya única tarea diaria es el entrenamiento. En un reflejo de la sociedad actual, no es difícil ver a un atleta de élite pegado a su teléfono móvil en los momentos de descanso durante una concentración.
Por todo ello, una concentración de este tipo, que en algunos casos se alargan hasta tres meses, puede llegar a suponer una especie de cárcel para la persona que la vive desde dentro. Si las cosas van bien, es fácil disfrutar del proceso de construcción del estado de forma, pero si todo empieza a torcerse la única solución en la mayoría de ocasiones es regresar a un entorno más benévolo y conocido para reestructurar la situación. Lo hemos visto en infinidad de ocasiones, aunque muchas de ellas no trascienden, pero el ejemplo de Jakob Ingebrigtsen abandonando la concentración de Sierra Nevada en enero de 2023 después de varias semanas sin encontrar las sensaciones que quería debido en parte a una enfermedad es uno de los más evidentes. El noruego regresó a casa y consiguió alcanzar el estado de forma que deseaba, finalizando esa temporada de pista cubierta con el doblete en el Campeonato de Europa de Estambul.
LAS MEJORES CONDICIONES
La esencia de toda esta disparidad de opciones es buscar las mejores condiciones posibles de entrenamiento, las cuales pueden ser distintas en función del tipo de atleta del que estemos hablando. Unos buscarán la soledad, otros el buen tiempo. Unos altitud, otros las mejores instalaciones posibles. Cada uno decide cuáles son sus prioridades en función de los objetivos deportivos que tengan por delante y, como en cualquier aspecto en la vida, en ocasiones esas elecciones pueden ser erróneas y llevar a un deportista a no alcanzar el estado de forma deseado.
Es en estos momentos donde también destacan los mejores atletas y entrenadores, pues la capacidad de análisis y reflexión a la hora de estudiar las posibles causas de una mala experiencia en una concentración (o en el conjunto de una temporada) puede ser vital para revertir la situación y hacer que la siguiente etapa sea más exitosa. Y es que en el atletismo hay una máxima que todos los atletas, antes o después, entienden: para bien o para mal, la rueda de este deporte nunca deja de girar y tras un gran objetivo siempre aparece otro a tres meses vista que te obliga a olvidar lo bueno o lo malo que hayas conseguido.

QUÉ PODEMOS ADAPTAR
De todas estas cuestiones que hemos ido desgranando a lo largo del texto, la principal que podemos extraer y adaptar los deportistas amateurs es que hay que buscar las mejores condiciones posibles en nuestro entrenamiento. Y no, no hablamos de irnos de concentración a lugares remotos en altitud o en el hemisferio sur, sino de aplicar esa idea a nuestro día a día, en el que la prioridad, por motivos que todos conocemos, no es el rendimiento deportivo.
Buscar las mejores temperaturas del día, retrasar entrenamientos clave a jornadas en las que las condiciones meteorológicas sean más benévolas, favorecer el descanso con protocolos sencillos en nuestra propia casa, aprovechar viajes familiares para entrenar en lugares que nos puedan aportar diferentes estímulos… Teniendo en cuenta los tres pilares de los que hablábamos antes (entrenamiento, descanso y alimentación), podemos estructurar nuestra rutina diaria para favorecer el desarrollo como deportistas sin descuidar otros aspectos fundamentales de nuestra vida como el familiar, el laboral o el ocioso.
Porque nunca vamos a poder vivir como lo hace un atleta profesional, pero con equilibrio, mesura y una pequeña dosis de inspiración podemos llegar a encontrar la motivación necesaria para seguir mejorando como deportistas.